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Cassie

Unos golpes sonaron en la puerta y yo murmuré un "pasa" vago mientras la música de mis auriculares se detenía.

Mi padre se asomó por la puerta con los labios apretados.

—Deberías hablar con Mady, cielo – me dijo – Ya sabes lo mal que lleva eso de que su padre este fuera por Navidades.

Tuve la gran tentación de decirle que lo hiciera él, pero me mordí la lengua y asentí lentamente.

Paseó los ojos por la habitación antes de detenerlos otra vez en mí.

—¿Algo más? – inquirí.

Tragó saliva.

—¿Estás bien?

No pude ocultar la sorpresa en mis ojos.

La verdad, hacía años que mi padre no se preocupaba por mi bienestar mental o físico.

Asentí de nuevo, insegura.

—¿Por qué lo dices?

—Has estado muy...callada desde ayer – murmuró.

Apreté los labios.

—Estoy bien – mentí.

Me miró unos segundos más antes de hacer ademán de volver a salir por la puerta.

—¿Papá?

Él volvió a girarse para mirarme.

—¿Nunca supiste que pasó con... —tragué saliva —...Aiden?

Apreté mis manos en mi regazo mientras esperaba respuesta.

Observé detenidamente como su expresión calmada pasaba a una en alerta. Sus cejas se tensaron y sus manos se cerraron en puños mientras su mandíbula se apretaba.

—No – dijo, firme –, y tampoco me interesa saberlo.

—Pero... ¿y si estuviera vivo? – tanteé.

—Cassie – dijo, mortalmente serio – ese chico dejó de estar vivo para mí después de esa noche.

Y con eso, desapareció por el pasillo, cerrando la puerta con más fuerza de la necesaria.

Suspiré y me dejé caer en la cama de espaldas.

Nunca me había atrevido a preguntarle a mi padre por Aiden, desde el día en que desapareció, para él fue como si nunca hubiera tenido hijo.

Y las cosas seguirían así porque ni mi padre tenía ganas de encontrarlo ni mi hermano de ser encontrado.

Suspiré y me levanté para ir a hablar con Mady y de paso disculparme por haberle hablado mal ayer.

Luego me ducharía, me pondría algún vestido bonito y saldría a cenar con mi padre y mi prima.

Eso si a mi padre no le surgía cualquier cosa en el trabajo y debía dejarnos solas.

Como acostumbraba a pasar.

Aiden

Unos golpes en la puerta que me hicieron entreabrir los ojos sonaron.

La escasa luz entraba por la ventana de la derecha e ignoré felizmente los ruidos antes de acomodarme y taparme mejor.

Debía ser temprano aún.

Respiré el suave aroma avainillado que desprendía Ashley a mi lado mientras yo bostezaba.

—Aiden – gimoteó Ash a mi lado.

Sirimiri entre cicatrices Donde viven las historias. Descúbrelo ahora