Mientras Murray les indicaba las llaves correspondientes a Jonathan y Nancy, Joyce se despedía de su hijo con un abrazo y recordándole todo tipo de precauciones. Por otra parte, Hopper le pedía a Ce que comprendiese lo importante que era que necesitaba estar a salvo y alejada del azotamentes y, antes de reunirse con nosotros, se dieron un emotivo abrazo de despedida. Entonces, Mike y Max la ayudaron a levantarse, pero, entonces, Hopper detuvo al chico un momento.
- Mike - dijo él haciendo que mi amigo se girarse a mirarle - Tened cuidado.
A Hopper no le hacía gracia que su hija se juntara tanto con Mike, pero sabía lo mucho que se querían ambos y le pidió a Mike, sin las palabras exactas, que cuidara de ella, ya que, en su misión a buscar el arma, podría sufrir mucho y corría el riesgo de no volver con vida.
Entonces, salimos del centro comercial y fuimos al coche de Nancy. Mike y yo nos sentamos con Ce atrás del todo y Lucas, Will y Max, en los asientos del medio. Pero pasó algo inesperado y es que cuando Nancy fue a arrancarlo, el coche no funcionaba.
- ¿Es una broma? ¡Vamos!, se quejó Nancy mientras forzaba las llaves.
- ¿Tu madre no se lo acaba de comprar?, le preguntó Lucas.
- Sí, tiene que funcionar.
- ¿Te habías dejado las luces?, preguntó Will.
- No.
- ¿Tiene gasolina?, volvió a preguntar Lucas.
- ¡Sí! - respondió Nancy, alterada - ¡Vamos!
- ¡Eh, para, para! - le advirtió Jonathan - Levanta el capó.
El chico salió del coche y lo levantó rápidamente.
- ¡No puede ser!, le oímos decir desde dentro.
- ¿Qué?, preguntó Nancy yendo a su lado.
- Le falta el cable de ignición.
De pronto, oímos rugir el motor de otro coche, que nos erizó la piel a todos. Miramos hacia donde se situaba este y vimos, a través de la luna frontal, a un chico de ojos azules y pelo largo, rubio y rizado, que nos miraba fijamente lleno de odio y rabia. Me asomé al cristal para comprobar que era él y dentro del coche se creó una tensión incontrolable.
- ¡Mierda...!, exclamé, temblorosa.
- ¡Volved adentro!, gritó Nancy golpeando la ventanilla.
- ¡Vamos! ¡Corred, corred!, gritó Jonathan mientras nos ayudaba a sacar a Ce del maletero.
Todos fuimos corriendo a toda pastilla de nuevo al interior del centro comercial antes de que Billy nos arrollara con su coche y nos encerramos dentro.
-Mi hermano. Él puede venir a buscarnos - sugerí yo - ¿Tenéis el walkie?
-Yo me encargo, respondió Mike.
Mientras Mike trataba de contactar con el equipo de los heladeros, Steve, Robin, Dustin y Érika, Nancy recargaba una pistola, a la cual Max miraba con miedo.
- Vais a matarlo, ¿no?
- Esto es por precaución, ¿vale?, respondió Nancy.
- Y no es sólo por Billy - añadió Will - Si sabe que estamos aquí, vendrá el azotamentes.
Posé mi mano sobre el hombro de Max para tratar de tranquilizarla y, al instante, dirigí mi mirada a Mike, que seguía andando de un lado a otro hablando por el walkie.
- ¿Han llegado ya?, le pregunté.
- Todavía, no - respondió él - Heladeros, ¿me recibís? Necesitamos transporte urgente. Billy nos ha estropeado el coche y estamos atrapados en Starcourt. ¡Heladeros, repito! Necesitamos transporte urgente. ¿Me recibís?
Entonces, Nancy echó un vistazo al coche rojo que Ce había estampado contra los soldados rusos.
- Esa cosa no arrancaría, ¿no?, preguntó Nancy, señalándolo.
- No hace falta arrancarlo - respondió Jonathan - Sólo su cable de ignición.
Entonces, fuimos a intentar levantarlo, empujándolo con fuerza entre todos, pero por mucho impulso que le diéramos, era muy complicado darle la vuelta y lo soltamos de golpe.
- ¡Joder!, exclamó Jonathan.
-¡Hostia! - solté yo resoplando - ¡Imposible! Pesa demasiado.
- Déjame intentarlo, dijo Ce.
- Ce..., empezó a decir Mike.
- Puedo hacerlo.
Sin pensárnoslo 2 veces, nos pusimos detrás de ella, ya que si seguíamos intentándolo nosotros, no lo conseguiríamos. Ce lo señaló con la mano y trató de darle la vuelta con la mente, pero le estaba costando más que nunca. Después de varios segundos intentándolo, finalmente, dejó el coche tal y como estaba. Pensábamos que era porque estaba tan débil de energía que no conseguía mover algo tan pesado, así que nos tocó volver a empujar entre los demás para movilizar el vehículo. Esa vez, usamos bastones, que nos sirvieron de palanca. Gracias al cielo, conseguimos ponerlo de lado.
- Vale, ahora todos de una. Tres, dos...¡empujad!, ordenó Jonathan.
Con aquel último empujón, logramos darle la vuelta y lo celebramos chocando los puños entre nosotros.
- Os lo dije...física, dijo Mike, victorioso.
Nancy y Jonathan trataron de buscar la manera de abrir el capó, mientras Mike y Max se quedaron mirando a Ce, extrañados. La chica estaba buscando una lata entre la basura, tirándolo todo al suelo. Ce colocó la lata sobre un estante y trató de estrujarla con la mente, pero no lo consiguió, lo cual la dejó en estado de shock.
- Ce, ¿qué pasa?, preguntó Mike.
Ella les miró, asustada y entendieron lo que quiso decir sin palabras. Sus poderes no funcionaban y eso era realmente preocupante.
Jonathan ya había conseguido cortar el cable de ignición del coche rojo cuando, de pronto, empezamos a oír unos golpes en el exterior, lo cual hizo que nuestros corazones comenzaran a latir de manera acelerada. Entonces, vi cómo Will se volvía a llevar la mano al cuello y me miró, nervioso. Entonces, ambos miramos hacia arriba, paralizados, y los demás hicieron lo mismo.
- Es él..., solté, temblorosa.
- ¡Nancy! - gritó Mike, llamando a su hermana - ¡Corred!
Mike cogió de la mano a Ce y salió corriendo junto a Max para perderse entre las tiendas. De pronto, los cristales del techo se rompieron en pedazos y, desde las alturas, cayó un monstruo enorme de unos 9 metros hecho con sangre y cadáveres de los poseídos, el cual rugió fuertemente frente a nosotros. El azotamentes acababa de llegar a Starcourt.
Mientras todos corríamos gritando y tratando de escondernos donde fuera dentro del centro comercial, la voz de Dustin empezó a sonar a través del walkie, pero no pudimos responder ninguno porque estábamos ocupados, huyendo del monstruo que teníamos encima, el cual cogió el walkie, rugió frente a él y lo estampó, desmontándolo. De alguna manera, me alegré de que ese rugido llegara hasta mi hermano y los demás y, así, Steve pudiera venir a ayudarnos. Mi hermano se puso muy nervioso al saber que yo corría peligro y también, Érika, que temía por la vida de Lucas, a pesar de que no tuvieran una relación cercana como la de Steve y yo, así que, en seguida, Steve se montó con Robin en el coche y vinieron al centro comercial a toda prisa.
Lucas, Nancy, Jonathan, Will y yo estábamos escondidos tras el coche rojo, que usamos como escudo y, mientras tratábamos de controlar nuestra agitada respiración, escuchábamos la voz de Dustin insistiendo a través del walkie estropeado.
- Familia Griswold, ¿nos recibís? Cambio, repetía él una y otra vez, cada vez más alterado.
Nancy echó un vistazo por el retrovisor y vio que el azotamentes se estaba aproximando, poco a poco, a nuestro escondite, lo cual nos puso aún más nerviosos. Pero, de repente, oímos un ruido a lo lejos, en una de las tiendas, y el monstruo fue a comprobar de qué se trataba. Estábamos seguros de que eran Max, Ce y Mike, que habían tratado de escapar y, así, distraer al azotamentes.
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Érase una vez en Hawkins - Stranger Things
Teen FictionHola, soy Ashley Harrington. Nací en Hawkins, un pueblo de Indiana. Os voy a contar la aventura que viví junto con mi grupo de amigos: Mike, Will, Lucas, Dustin, Once y Max, en la que nos enfrentamos a las oscuras criaturas del Mundo del Revés. Todo...