Capítulo 56: Cambios

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Hacía ya 9 meses que habíamos ganado la batalla de Starcourt en la que vencimos al azota-mentes y en la que, por desgracia, perdimos a nuestro jefe de policía, Jim Hopper. Nos situamos en el 21 de marzo de 1986, un día antes de las vacaciones de primavera. Habían sido muchos los cambios que se generaron en el grupo en todo ese tiempo. Mis amigos Will y Ce ahora vivían, junto a Jonathan y Joyce, en la soleada California, mientras que los demás permanecíamos encerrados en el pueblo maldito en el que se había convertido Hawkins.

Lucas había tomado la decisión de unirse al equipo de baloncesto del instituto, los Tigres de Hawkins, lo cual le mantenía más ocupado de lo normal y eso le hacía tener menos tiempo para quedar con nosotros. Cuando no entrenaba, se unía a Mike, Dustin y a mí, que habíamos conocido a un metalero de melena larga rizada y negra y repetidor de un par de cursos llamado Eddie Munson. Nos incluyó en su grupo y nos animó a unirnos al Club del Fuego Infernal. Este era un nivel avanzado de Dragones y Mazmorras y cada semana quedábamos para enfrentarnos a una nueva campaña. Max no jugaba con nosotros. No estaba interesada en ese tipo de juegos y, además, quería evitar juntarse con Lucas tras su ruptura.

Mientras tanto, mi hermano, Steve, se había vuelto un ligón. No paraban de salirle citas con chicas, pero con ninguna de ellas tenía éxito. ¡Pobre desesperado! En cuanto a Robin, la cual era su mejor amiga, no tenía tanta suerte con las chicas. Sí, ya sabía sobre el tema de su sexualidad y Steve no tuvo ni que decírmelo, lo averigüé por mí misma, igual que hice con Will. Ya conocéis mi sexto sentido de la intuición. Ambos trabajaban por las tardes en el Family video, un club en el que se alquilaban películas y se vendían cómics, revistas y videojuegos. La verdad es que no les iba nada mal y tampoco a Nancy, que ahora era la dueña del periódico del instituto. Había mandado a la mierda al Hawkins Post tras aquel espantoso verano del 85.

Y en cuanto a mí, había decidido ponerme manos a la obra y crear mis propios diseños para venderlos. Digamos que había empezado un pequeño negocio, ya que tanto las chicas, como los chicos del instituto Hawkins se habían interesado en mi forma de vestir y ya tenía unas cuantas clientas. Una tiene que ganarse la vida y, ¿qué mejor que con sus propios méritos? Ahora era más conocida en el instituto y eso me gustaba porque la gente me admiraba por mi talento y, sinceramente, me sentía muy bien al ver cómo la gente me miraba sonriente al caminar por los pasillos o al llegar a clase. Era una sensación maravillosa. Tanto como la de ganar una batalla del Fuego Infernal.

Aquel día me levanté, encendí la radio y, mientras escuchaba la canción de "Maniac", me fui probando varios de mis últimos diseños. Primero, un peto rojo con un cinturón de colorines sobre una camisa blanca con estampado de estrellitas; luego, un vestidito celeste con un bordado de flores en el pecho y, por último, un vestido rosa clarito de manga corta circular con un par de botones dorados en el pecho y un cinturón grueso negro con una hebilla plateada. Mientras cantaba el estribillo usando mi cepillo como micrófono, me puse a bailar frente al espejo para comprobar que ese era el vestido ideal para aquel día. Lo había hecho inspirándome en un look de mi reina y eterna musa, Madonna, así que, por supuesto que era perfecto. En ese momento en el que lo estaba dando todo, escuché el ruido de unos pasos subiendo las escaleras a toda prisa.

-¡Mierda!, exclamé levantándome rápidamente.

-¡Eh, Ash! - exclamó Steve abriendo la puerta de golpe mientras yo bajaba el volumen de la radio - ¿Se puedes hacer qué haces montando este escándalo? Son las 7 de la mañana.

- Perdón, estaba en mi momento de inspiración, respondí con una sonrisa de disculpa.

-¿Y no podrías inspirarte en silencio?

- Vale, vale, ya paro.

Entonces, mi hermano avanzó unos pasos y me miró de arriba a abajo, un tanto extrañado.

- Oye, ¿ese no era el vestido que estaba en proceso?

- Sí, el mismo. Pero tenía tantas ganas de estrenarlo hoy que me quité un par de horas de sueño para terminarlo. ¿Qué te parece?

- Me parece...que yo no podría hacer eso ni en 10 vidas - respondió entre risas - Te queda genial, enana.

- Gracias. Tú también estás muy guapo. ¿A quién vas a ver? ¿A tu cita nº36?, pregunté con un tono burlesco.

- Muy graciosa, pero no, te equivocas. Con ella quedaré esta noche. Ahora voy a llevar a Robin al instituto, tiene que estar con la banda en 15 minutos. ¿Te vienes con nosotros?

- No, ya me voy yo en bici.

-¿Estás segura?

- Sí, sí, tranqui - dije mientras me ponía encima una chaqueta de cuero negra con pinchos en las mangas - Por cierto, ¿qué peli vas a querer ver esta noche?

- Perdona, ¿qué?, preguntó, confundido.

- Ya sabes cómo va la cosa, ¿no? Quedas con una chica, te lo pasas bien, algo sale mal que lo jode todo, vuelves a casa replanteándote tu existencia, te encierras en tu cuarto a llorar durante un ratito y luego vemos una peli juntos mientras nos inflamos a chuches. A estas alturas es un ritual, dije esbozando una sonrisa triunfadora.

- Eres de lo que no hay, dijo señalándome con los ojos achinados mientras se iba por la puerta.

Yo le lancé un beso al aire y me reí sabiendo que le había dado un buen zasca. Me coloqué mi mochila, miré una última vez al espejo para retocarme mi melena larga rizada y para comprobar mis ojos pintados con sombras rosas y, acto seguido, salí de mi habitación, monté en mi bici y me dirigí al instituto.

Antes de nuestra primera clase, teníamos que reunirnos todos en el gimnasio para recibir a los Tigres y para escuchar un discurso que Jason, el capitán del equipo, había preparado. Llegué allí en 10 minutos, aparqué la bici y fui hacia la entrada. Caminé por el pasillo a paso firme, sembrando estilo y poderío con mi nuevo look y llegué hasta las puertas del gimnasio. Allí me estaba esperando una chica pelirroja que estaba de espaldas escuchando música con su walkman, a la cual conocía perfectamente. Era mi mejor amiga, Max Mayfield. La chica llevaba una racha muy mala. Desde que vio morir con sus propios ojos a su hermanastro, Billy Hargrove, aquel 4 de julio, su vida se había puesto patas arribas. Su padrastro se había ido de casa y las había dejado solas a ella y a su madre. Esta tuvo que buscar un trabajo más para mantenerlas a las dos y, además, se había refugiado en el alcohol para evadirse de su realidad. Yo siempre estaba apoyando a mi amiga y haciéndola sentir lo mejor posible. Quería sembrar un poco de luz en toda esa oscuridad.

Como no me oyó llegar porque estaba perdida en la canción que estaba escuchando, le di unos golpecitos en el hombro para que se girara. Al verme, esbozó una leve sonrisa y se quitó los auriculares.

- Buenos días, dijo ella.

- Buenos días. ¿Cómo estás hoy? ¿Has dormido mejor?

- Sí, bien, respondió ella rápidamente.

Sabía perfectamente que me estaba mintiendo, pero fingí no enterarme para no hacerla hablar del tema. Ambas entramos juntas al gimnasio y buscamos a Dustin y Mike entre la multitud. Desde una de las gradas, vi un brazo que nos saludaba. Era de nuestro amigo Dustin, que estaba justo al lado de Mike. Los dos llevaban unas camisetas blancas con mangas negras y unas letras en el pecho de dicho color en el que se podía leer "Club de Fuego Infernal" y con unos dibujos de un demonio y unas armas. Esas eran las camisetas oficiales de nuestro club y las llevaban puestas porque esa misma noche tendríamos que enfrentarnos a la batalla final que Eddie había preparado. Yo tenía la mía en casa y sólo me la ponía cuando íbamos a jugar. Nos reunimos con ellos y, mientras esperábamos a que llegaran los Tigres de Hawkins, Dustin nos comentó cómo Suzie, su novia a distancia, le había ayudado a aprobar una asignatura suspensa hackeando el ordenador del director. ¡Esa chica era toda una genio!

Unos segundos más tarde, el equipo de animadoras se colocó en posición para realizar el baile de bienvenida a los Tigres. Todos esperamos impacientes a que empezase el espectáculo para ver a nuestro amigo Lucas entrar junto a sus compañeros. Todos, menos Max.

Érase una vez en Hawkins - Stranger ThingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora