Érase una vez en Hawkins - Stranger Things

Capítulo 84: El principio del final

Al entrar al instituto, se nos partió el corazón a todos. Había una gran cantidad de personas de todas las edades siendo atendidas por médicos, buscando a familiares que se habían perdido, solicitando necesidades básicas, recibiendo terapia y niños que lloraban por el hambre y el miedo. Era desgarrador ver a todos nuestros vecinos tan hundidos. El terremoto de los portales se había cargado los hogares y las vidas de muchos de ellos. Algunos de los supervivientes habían decidido escapar y mudarse de nuestro pueblo maldito y los que quedábamos estábamos tratando de salir lo más airados posible de esa situación.

Avanzamos por el pasillo principal observando a la gente con un nudo en la garganta hasta que alcanzamos el puesto de las donaciones. Allí, nos atendió una encargada llamada Melissa.

- Hola - la saludó Robin mientras dejábamos las cajas en la mesa - Esto son mantas y sábanas y luego hay...prendas y juguetes para los niños.

-¡Vaya, qué bien organizado! - exclamó ella - Muchas gracias. ¿Quieres un recibo para impuestos?

- Eh...no - respondió Robin mirando a Steve, que negó con la cabeza - Creo que no me hace falta, pero gracias. Aunque...¿podemos hacer algo más para echar una mano?

Todos miramos alrededor buscando alguna alternativa para ayudar a esa pobre gente, ya que casi no había personal. Melissa nos miró con un brillo de agradecimiento en los ojos y nos indicó ciertos puntos dentro del pabellón para poder colaborar. Dustin fue a la zona del tablón de anuncios para repartir comida y bebida a la gente que dormía en los colchones, Robin se puso a preparar bocadillos para alimentar a las personas que se habían quedado sin comida y Steve y yo nos quedamos en el puesto de recogida de ropa. Melissa llamó a una compañera suya que nos fue explicando todo a mi hermano y a mí.

- Vosotros podéis quedaros por aquí, donde la gente viene a pedir ropa de los donativos. Aquí tenéis el cargamento - nos indicó la mujer señalando cada cosa - Vale, luego lo ordenamos por edad. Tenemos niñas, chicas, chicos, hombre, mujer...¡Ah! Y si veis algo que está en muy mal estado, lo dejáis por aquí.

-¡Perfecto! Muchas gracias, dije con una sonrisa.

- A vosotros, nos dijo la señora antes de marcharse.

- Bueno, pues...¡manos a la obra!, ordenó Steve.

Mientras Steve organizaba la ropa de los niños, yo me puse en la parte de adolescentes. Había montones de ropa desordenados que teníamos que colocar en la parte delantera del puesto. De pronto, entre medias de una torre de camisetas, encontré una con un logotipo que me sonaba familiar. La saqué para extenderla sobre la mesa y comprobé que era una camiseta negra con el título de "Iron Maiden". En un principio, sonreí al verla, ya que era el grupo favorito de Eddie, pero en cuanto me puse a pensar en ello durante un par de segundos, se me empezaron a humedecer los ojos y se me escaparon un par de lágrimas.

Eddie Munson había muerto durante la lucha. Una lucha que nadie del pueblo vio porque si le hubieran visto, si le hubieran conocido, se habrían dado cuenta de la maravillosa persona que era. Aún con la que estaba cayendo, seguía habiendo gente que le acusaba de asesino y de cómplice del diablo. Cada vez que veía un cartel con su foto garabateada con cuernos de demonio, lo arrancaba de cuajo y lo machacaba. Eddie era todo lo contrario al diablo. Era un ángel, un artista y, sobre todo, un héroe. No sólo por haberse enfrentado a los murciélagos, sino por dar un lugar seguro a los bichos raros. No se merecía haberse ido sin más.

Mientras lloraba, sentí una mano posarse sobre mi hombro. Era mi hermano, que había escuchado mis sollozos.

-¡Ash...! - exclamó, preocupado - ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?

- Eh...sí, sí. Estoy bien - dije mientras doblaba la camiseta y la llevaba a la mesa frontal junto con un montón de prendas de adolescentes - O lo estaré. No te preocupes.