Capítulo 28: ¿Sabes quién es?

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Al rato, Will ya estaba sobre una camilla en la parte de atrás de la ambulancia con Joyce y Hopper, a quien Joyce había rescatado de unas enredaderas que trataban de estrangularle, y, mientras, Mike y yo, en el coche de Bob dirigiéndonos al laboratorio. Llegamos allí, bajamos del coche a toda prisa y vimos a los médicos bajando la camilla de Will y a Joyce y Hopper corriendo tras ellos. Nosotros los seguimos también, cada vez más preocupados por Will.

-¡Vamos, vamos!, gritaban los médicos.

-¡Aguanta, cariño!, gritaba Joyce.

Will seguía quejándose y gritando de dolor. Estaba sudando, llevaba un respirador y ropa de hospital y no dejaba de retorcerse en la camilla. Mientras, llevaron a Hopper a un baño. Necesitaba lavarse ya que estaba lleno de tierra y de babas de esa cosa que casi lo asesina.

Los médicos dejaron la camilla de Will en una habitación y la doctora empezó a medirle el pulso y tomarle la temperatura, mientras Mike y yo tratábamos de tranquilizar a Joyce.

- Will, ¿dónde te duele?, preguntó la doctora.

-¡¡Todo el cuerpo!!, gritó, desesperado.

- Dice que siente que se quema. ¡Busquen quemaduras!, ordenó el doctor.

Los enfermeros y la doctora le rompieron la ropa para comprobar si había quemaduras, pero no se veía absolutamente nada. Will seguía gritando y su pulso cada vez aceleraba más y más, así que la doctora le inyectó un calmante. Joyce lloraba abrazada a Bob y, mientras, yo me agarraba al brazo de Mike, él puso su mano sobre la mía y ambos tratábamos de contener las lágrimas. Al final, con la anestesia, Will se quedó dormido, le cambiaron de ropa y dejaron que durmiera tranquilamente.

Al día siguiente, Bob, Mike y yo nos quedamos con él en la habitación mientras Joyce iba a hablar con el doctor y el resto de científicos. A Mike y a mí se nos caían los ojos, ya que apenas habíamos podido pegar ojo por el susto que nos había dado Will, así que Bob nos buscó un par de mantas y nos recomendó echarnos una cabezada. Yo dormí en un pequeño sofá al lado izquierdo de la cama de Will y Mike en una silla, al otro lado. Más o menos una hora después, escuché gritos de Bob pidiendo que viniera un médico y es que Will había despertado. Me levanté del sofá sin quitarme la manta porque hacía bastante frío y me acerqué a su camilla.

- Will, ¿estás bien, cariño?, preguntó Joyce.

Will asintió, lo que provocó una sonrisa en mi cara y en la de Mike.

- Vale, ya están aquí. Hola, saludó Bob a Will.

-¿Quién es?, preguntó Will.

-¿Qué?, preguntó Joyce.

- Soy yo, grandullón. Soy Bob, dijo acercándole su mano, pero Will quitó la suya rápidamente, asustado.

-¿Eres médico?, preguntó Will.

- No, soy yo. Soy...soy Bob, respondió el hombre, extrañado.

Mike y yo nos mirábamos con las caras serias y con algo de miedo. Will sabía quién era su madre, pero no recordaba quién era Bob. ¿Acaso no recordaría quiénes éramos Mike y yo? ¿Lo que le había pasado el día anterior le habría borrado la memoria? Todas esas preguntas pasaban por mi cabeza a toda velocidad sin encontrar respuestas.

En ese momento, llegaron Hopper, algunos científicos y el doctor, que sacó una mini linterna y le explicamos lo que había pasado. Él se puso a examinar los ojos de Will.

-¿Y sabes cómo te llamas?, le preguntó.

- Will, respondió.

-¿Tu nombre completo?

- William Byers.

-¿Sabes quién soy?

- Un médico, contestó Will, quien ya tendría que saber su nombre.

- Ya nos conocíamos.

- No lo recuerdo.

-¿No te acuerdas de mí? - insistió el doctor y Will negó con la cabeza - Vale...¿qué me dices de este chaval?, preguntó señalando a Mike.

Will lo miró y a Mike se le erizó la piel temiendo que no recordara quién era y le saludó con la mano.

-¿Sabes quién es?, preguntó el doctor.

- Es mi amigo. Mike, respondió unos segundos después.

Mike miró a Joyce, sonriente.

-¿Y ella? ¿Sabes quién es?, volvió a preguntar el hombre señalándome a mí.

Will me miró a los ojos y la sonrisa que tenía en mi cara, se desdibujó tras ver que no decía nada. Ya se me estaban empezando a inundar los ojos cuando él dijo con el mismo tono con el que se dirigió a Mike:

- Es mi amiga. Ash.

Al escuchar sus palabras, sonreí y me mordí el labio para aguantarme las ganas de llorar. Mike me dio un codazo amistoso y Joyce y Bob me miraron con una sonrisa.

-¿Y de mí, chaval? ¿Te acuerdas de mí?, preguntó Hopper.

Will lo miró y negó con la cabeza.

- Me han dicho que anoche ayudaste a salvarme, ¿recuerdas?, dijo el jefe de policía.

Will seguía negando, cada vez más preocupado.

-¿Recuerdas algo de la noche de ayer, de lo que pasó?, preguntó el doctor.

- Recuerdo...que me hicieron daño, respondió Will.

-¿Fueron los médicos?

- No. Los soldados.

-¿Los soldados te hicieron daño?

- No deberían haberlo hecho. Se ha enfadado.

Mike y yo nos miramos con los ojos como platos, aterrados por lo que acababa de decir nuestro amigo.

- Has dicho que se ha enfadado - dijo el doctor sacando una foto de su dibujo del monstruo de las sombras y enseñándoselo - ¿Te refieres a él?

Will, por fin, asintió. Un escalofrío me recorrió el cuerpo entero. Si esa cosa se había enfadado, nada podría salir bien.

- Vale, quiero intentar algo. Puede que al principio parezca raro, pero creo que nos ayudará a comprender lo que ocurre. ¿Te parece?, le preguntó a Will.

Este asintió, aún atemorizado. Al instante, un médico trajo, en una caja de cristal, uno de los tentáculos que habían intentado estrangular a Hopper la noche anterior.

- Vale, Will. Quiero que me digas si notas algo, dijo el doctor.

El médico encendió un mechero y Will lo miró con miedo. Este fue acercándolo al bicho y a Will, poco a poco, le iba subiendo la tensión.

-¿Notas algo?

- Eh...duele un poco, respondió Will, inquieto.

-¿Dónde te duele?

-¡Aaah, en el pecho!

El doctor ordenó al médico acercarlo más y Will empezó a agitarse en la camilla.

-¡Ah, me quema!, gritó.

-¿Dónde?

-¡¡Por todo el cuerpo!!

-¡Basta, ya basta!, ordenó Joyce.

-¡Pare, pare ya! Ya la ha oído, ¡ya basta!, añadió Hopper intentando tranquilizar a Will.

Will empezó a recobrar el aliento y a respirar hondo y Joyce fue a preguntarle, preocupada. Mike y yo contemplábamos la escena, mudos. No teníamos palabras ante lo que acababa de pasar.

Érase una vez en Hawkins - Stranger ThingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora