Capítulo 5: No tienes ni idea

156 8 0
                                    

A la mañana siguiente, aún estaba en la cama con una tristeza encima que no me dejaba levantarme. Tenía unas grandes ojeras, los ojos rojos y una cara espantosa. Eran las 11 de la mañana y en mi habitación había un silencio sepulcral hasta que entró Steve.

-¡Buenos días, hermanita! - dijo dejando una bandeja con el desayuno encima de la mesilla de al lado de mi cama - Hoy me he levantado temprano, he ido al pueblo y te he comprado unos croissants y chocolate caliente. ¡Un gran desayuno para animarte!

- No tengo hambre, susurré.

-¡Va, tienes que comer! Aunque sea aquí en la cama.

Hubo silencio. No respondí, no estaba de humor.

- Date cuenta que me estoy esforzando para verte feliz...

-¿Cómo demonios quieres que esté feliz ahora?

- Venga, no me lo pongas tan difícil...Ash, seguro que ese chico querría que estuvieras feliz.

- No tienes ni idea...

-¿Qué?

-¡Que no tienes ni idea de nada! - dije mirándole con el ceño fruncido - A ver si lo entiendes, se acaba de morir mi amigo. ¡No hay nada que puedas hacer para consolarme!, dije incorporándome.

- Lo estoy intentando, Ash. No puedes tirarte aquí todo el día.

-¿Por qué no te vas con tus amiguitos y me dejas tranquila?

- Eh, vamos...eres mi hermana. Si tú estás mal, yo no puedo estar bien, ¿entiendes?

Suspiré y él me abrazó con suavidad.

- Vamos, no te enfades más conmigo. Deberías salir a tomar el aire, dijo él.

- Ahora mismo no tengo fuerzas... Anda, déjame sola...

Steve me miró y se levantó de la cama para irse.

- Steve - le llamé y me miró - Gracias igualmente...

- De nada...Descansa, dijo cerrando la puerta.

Es verdad que estaba muy deprimida, pero tampoco podía tratar así a mi hermano, no si estaba intentando animarme. Pero por muchos chistes que me contara, por mucha comida que me trajera y por cualquier cosa que hiciera, no me iba a sentir bien. La noche anterior me había dejado muy tocada.

Ce no parecía mala chica, pero nos había llevado a la casa de los Byers, cuando Will estaba muerto en el lago. ¿Por qué habría hecho eso? ¿Y por qué insistió luego en que estaba vivo si le habíamos visto sin vida? Le estuve dando vueltas un rato hasta que me sonaron las tripas. Así que decidí tomarme el desayuno que me había comprado Steve y recordar el día que conocí a Will y me hice su amiga.

Todo empezó cuando dio comienzo el curso en septiembre. Nos pusieron en la misma clase y nuestras taquillas estaban juntas. Mientras él estaba recogiendo los libros de esta, decidí presentarme.

- Hola...tú eres Will, ¿no?

- Hola. Eh...Sí, ¿de qué me conoces?, preguntó con timidez.

- Sé que ganaste el concurso de ciencias dos años seguidos junto con tus amigos y que el año pasado quedasteis terceros.

- Ah, pues sí...¿Cómo te llamas?

- Ashley Harrington - dije cediendo mi mano - Llámame Ash, si quieres.

Él me la apretó, pero estaba muy serio. Como si no le gustara mi nombre.

-¿Pasa algo?, pregunté.

- Ah...no...sólo que...te apellidas como un chico de clase, Troy.

-¡Oh, lo sé! Pero no tenemos nada que ver, te lo juro. Odio a Troy, siempre se mete con todo el mundo, dije viendo cómo sentía un alivio al escuchar mis palabras, aunque en seguida, sonrió con tristeza.

- Por ejemplo, conmigo.

-¡Tú no le hagas ni caso!

- Bueno, me alegro de que no seas familiar suyo ni nada, dijo, sonriente.

- Y yo - dije entre risas - Aunque sí que tengo un hermano mayor. Se llama Steve.

- Yo también. Jonathan.

- Guay. Ya tenemos dos cosas en común. Nuestros hermanos y el gusto por la ciencia.

Ambos sonreímos y luego él miró mi camiseta y se sorprendió.

- Oh, espera, ¿te gustan 'The clash'?, preguntó, emocionado.

-¡Ah, sí, molan!

- "Should I stay or should I go?", cantó Will con una sonrisa.

- Sí. ¡Me encanta!

- A mí también. Mi hermano y yo somos muy fans.

-¡Vaya! ¡Qué buen gusto!

-¿Qué más cantantes te gustan?

- Pues mis favoritos son Madonna, Cyndi Lauper, Michael Jackson...También me encantan Guns & Roses, Aerosmith...

- ¡Toma ya! ¡Qué guay!

- Sí...guay, repetí, sonriente.

Los dos fuimos andando hacia la clase y, desde entonces, empezamos a hablar, a quedar, me dejaba ir a su casa a escuchar música, a jugar, conocí a su madre y a su hermano...y nos hicimos amigos de verdad. Tanto que hasta llegó a gustarme. Sí, me gustaba. Por eso, no era capaz de creerme que estaba muerto.

Volviendo a la realidad, ya me había terminado el desayuno y decidí vestirme. Me puse una sudadera deportiva malva, unas mallas y unas zapatillas cómodas para salir a dar un paseo. Me hice un semi recogido en el pelo con un pasador de corazones y salí de casa. Le estuve dando vueltas a lo mismo: si sólo tenía unos pocos amigos de verdad, ¿por qué me los quitaban? ¿Por qué se enfadaban? Quería arreglar las cosas con Mike, Lucas, Dustin y Once, pero, en ese momento, nadie podía hablar con nadie, ya que sentíamos todos los mismo. ¿En serio Will se había muerto así sin más? No sabía por qué, pero había algo en mí que me decía lo contrario, que aún no me rindiera.

Érase una vez en Hawkins - Stranger ThingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora