Capítulo 34: Mi amiga Ce

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Mientras algunos estaban en el salón escribiendo lo que Hopper les iba indicando a través del walkie, Jonathan, Joyce, Mike y yo le íbamos contando anécdotas para sacar al verdadero Will. Jonathan le habló de cuando descubrió su canción favorita de The Clash; Mike, de alguna partida de Dragones y Mazmorras y Joyce, de cuando regaló un juguete a una niña que estaba triste. Yo le hablé de aquella vez que me defendió de Tommy H y nos persiguió por todo el instituto.

-¿Te acuerdas de esa vez en la que estaba discutiendo con Tommy H, el abusón, y te acercaste a preguntar si pasaba algo? Tommy, obviamente, no se lo tomó bien y quiso ir a por ti porque le dijiste que no se atreviera a hacerme daño, pero justo antes de que te hiciera nada, le di un empujón y lo tiré al suelo. Entonces, aprovechamos y salimos corriendo por todo el patio de instituto con él detrás de nosotros y, al final, nos escondimos en el aula de profesores y el Sr. Clarke pilló a Tommy dando golpes a la puerta y lo castigó. Lo que nos pudimos reír. Siempre nos hemos tenido el uno al otro y recuerda que siempre nos tendremos. Pase lo que pase.

Cuando todos habíamos acabado, desciframos el mensaje que Will nos dio por código Morse, que era: "cerrad el portal". El teléfono estaba sonando y Will escuchó atentamente el tono de llamada, pero Nancy llegó a tiempo para romperlo. De un momento a otro, Will empezó a ponerse nervioso, cerró los ojos y empezó a llamar al monstruo. Joyce cogió la anestesia y se la inyectó, pero ya era tarde.

- Sabe donde estamos, dijo Hopper.

Hopper, Jonathan, Mike y yo salimos del cobertizo buscando alguna señal y escuchamos, a lo lejos, una especie de rugido. El monstruo estaba cada vez más cerca.

-¡Ya vienen!, dijimos Jonathan y yo al unísono entrando en el cobertizo.

-¿Qué?, preguntó Joyce.

La ayudamos a desatar a Will para llevarlo al interior de la casa.

- Tenemos que irnos, dijo Hopper.

Fuimos corriendo hacia la casa. Hopper entró por la puerta con dos escopetas y nos vio a todos asomados a la ventana tratando de distinguir algo acercándose, pero no detectábamos nada.

-¡Eh, alejaos de las ventanas!, ordenó Hopper.

Nos alejamos y tratamos de buscar algo con lo que defendernos.

-¿Sabes disparar?, preguntó Hopper a Jonathan.

-¿Q-Qué?, preguntó nervioso.

- Que si sabes disparar.

-¡Yo sí!, respondió Nancy en su lugar.

Al instante, le pasó el arma, ella la cargó y apuntó a la ventana.

Hopper y Nancy tenían escopetas; Steve, su bate; Lucas, su tirachinas y luego estaba Mike, que se había hecho con un triste candelabro. Se escuchaban ruidos de rugidos y de movimiento de hojas, pero no podíamos ver nada.

-¿Dónde están?, preguntó Max, muerta de miedo.

Parecía que rodeaban la entrada de la casa, pero no sabía donde estaban exactamente.

-¿Qué hacen?, preguntó Nancy.

Al rato, solo se escuchaban golpes fuertes y llantos, como si se estuvieran peleando con algo o alguien. Estábamos cada vez más confundidos y asustados.

-¿Qué cojones está pasando ahí fuera?, pregunté tímidamente.

Hubo un momento de silencio, pero no sabíamos si eso significaba algo bueno o algo malo. Pocos segundos después, algo entró por la ventana, rompiendo el cristal. Todos, cagados de miedo, gritamos y lo miramos atentamente. Se trataba de uno de esos demo-perros. Algo o alguien lo había estampado contra la ventana, pero, ¿qué o quién?

-¡La leche!, exclamó Dustin.

-¿Está muerto?, preguntó Max.

Hopper lo movió con el pie y este no respondía. Confirmado. Estaba muerto. Pero, en ese momento, sonó la madera de la puerta, como si alguien intentara abrirla. Los cerrojos se movían, poco a poco, de manera mágica. Hopper, Nancy, Lucas y Steve se acercaron amenazando con utilizar sus armas si aparecía un monstruo. Sin embargo, la puerta se abrió y lo primero que vimos entrar fueron unas zapatillas blancas desgastadas. Alzamos la mirada y nos quedamos de piedra al ver de quién se trataba.

Era una niña con el pelo corto peinado hacia atrás. Tenía los ojos pintados con sombra negra, llevaba una chaqueta negra encima de un jersey rasgado del mismo color y llevaba unos vaqueros remangados por los tobillos. No caí en quién era hasta que me fijé en su rostro inconfundible. Era ella: mi amiga Ce, pero no era así cómo la vi por última vez hace casi 1 año. Al verla, junté las manos y me las llevé a la barbilla, impactada al verla de nuevo y encima, con ese aspecto. Se me dibujó una sonrisa lateral en la cara y, sin poder evitarlo, se me humedecieron los ojos. La había echado tanto de menos.

Érase una vez en Hawkins - Stranger ThingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora