Capítulo 33: ¿Te acuerdas?

68 2 0
                                    

Precintamos todas las paredes con cartón, periódicos y cinta aislante y luego, colocamos unos focos delante de la silla de Will y los encendimos. Todo estaba preparado.

-¿Estás lista?, preguntó Hopper a Joyce.

- Sí, respondió ella.

Hopper mojó una gasa con alcohol y la puso bajo la nariz de Will. Al instante, este se despertó de golpe. Miraba a su alrededor, extrañado.

-¿Qué? ¿Qué es esto? ¿Qué ocurre? ¿Por qué estoy atado?, preguntó, inquieto en la silla.

- Will, queremos hablar contigo. No te vamos a hacer daño, dijo Joyce.

-¿Dónde estoy?, preguntó, enfadado.

-¿Reconoces esto?, preguntó Hopper enseñándole el dibujo del azota-mentes.

Él negó con la cabeza, pero se notaba que estaba mintiendo.

- Eh, queremos ayudarte, pero para eso tenemos que saber cómo matarlo, dijo Joyce.

-¿Por qué me habéis atado? ¡¡Soltadme!!, gritó repetidas veces en voz alta.

Las luces empezaron a parpadear y se nos puso la piel de gallina. Algo iba mal. Hopper trató de calmarlo abrazándolo fuerte y este, poco a poco, fue relajándose.

Joyce se sentó en la silla delante de él y empezó a decir:

-¿Sabes qué día es el 22 de marzo? Tu cumpleaños. Cuando cumpliste 8 años, te regalé una caja enorme de lápices, ¿te acuerdas? De 120 colores. Todos tus amigos te compraron juguetes de la Guerra de las Galaxias, pero tú solo querías pintar con los lápices nuevos y dibujaste una nave espacial gigante, pero no era de ninguna peli, era tu nave espacial. Una nave multicolor. La llamaste así. Y debiste usar todos los lápices de la caja. Me lo llevé al trabajo, a Melvan's, y le decía a todo el mundo que entraba que lo había dibujado mi hijo. Y a ti te daba vergüenza, pero yo estaba orgullosa.

Todos estábamos cada vez más emocionados. Durante el discurso de Joyce, se me había escapado alguna lágrima, pero aún quedaba mucho por escuchar y por decir.

-¿Te acuerdas del día que se fue Papá? - preguntó Jonathan sentándose en otra silla - Nos quedamos despiertos construyendo el Castillo Byers, tal como lo habías dibujado y tardamos toda la noche porque se te da fatal clavar clavos - dijo entre risas - No acertaste ni un solo clavo y luego se puso a llover, pero nos quedamos igualmente. Estuvimos enfermos durante una semana, pero teníamos que acabarlo, ¿verdad? Teníamos que hacerlo.

Will miraba a su hermano en shock. Y luego, habló Mike.

-¿Te acuerdas del día que nos conocimos? - preguntó con una lágrima cayendo sobre su mejilla - Fue el primer día de Parbulario. No conocía a nadie. No tenía amigos y me sentía muy solo y asustado, pero te vi en los columpios y tú también estabas solo. Te columpiabas solo. Y me acerqué a ti y te pregunté si querías ser mi amigo y...me dijiste que sí. Dijiste que sí. Y es lo mejor que he hecho nunca.

Will seguía paralizado tras el discurso de Mike y conmovido. Entonces, Mike se levantó y, acto seguido, me senté yo en la silla. Miré a Will a sus preciosos ojos verdes, emocionada, y esbocé una sonrisa.

-¿Te acuerdas de aquel día en el que Mike, Lucas, Dustin y tú ganasteis el concurso de ciencias del instituto? Bueno, yo estuve en el público y me quedé contigo, pero no me acerqué a ti hasta casi el final de curso - dije mientras recordaba aquella época en la que yo me sentía totalmente invisible y sola -  Todas mis amigas me habían dejado tirada y no tenía a nadie. Además, mi hermano era el chico más popular del instituto y no se enteraba de que sus amigos se metían conmigo y que me amenazaban con pegarme si me chivaba a él. Un día, me encontraba fatal, pero te vi dejando unos libros en tu taquilla. Me acerqué y te pregunté si tú eras Will, el que ganó el premio de ciencias. Me dijiste que sí y te fijaste en mi camiseta de The Clash. Era tu grupo favorito. Desde aquel día, seguimos hablando, quedando para estudiar, para jugar, para escuchar música y para dibujar. Fue un verano increíble. Te convertiste en mi mejor y primer amigo. Y cuando te perdiste, me volví a sentir tan sola como antes. Así que hice todo lo posible para encontrarte y...no me arrepiento de haberlo hecho.

No sé cómo pude decir todo eso sin derrumbarme porque cada vez que decía una palabra, me temblaba la voz. Will me miraba con ojos vidriosos. Yo también era alguien muy importante para él. A lo mejor no era la persona que le gustaba, pero era su mejor amiga. Esos momentos escuchando a nuestras bandas favoritas, estudiando (o intentando entender algo de lo que habíamos dado en clase) y riéndonos mientras nos dibujábamos el uno al otro me habían marcado y si se lo recordaba, tal vez volvería a ver al Will que yo quería.

- Will, cariño - dijo Joyce llamando su atención - Si estás ahí dentro, por favor, dinos algo. ¿Puedes hacerme el favor? Vamos. Te quiero mucho.

- Soltadme, dijo con la voz quebrada, como si nada hubiera hecho efecto.

Todo parecía desmoronarse cuando Hopper se dio cuenta de algo que parecía insignificante, pero que era justo lo que necesitábamos ver. Hopper fue corriendo a la casa a coger papel y lápiz y todos entramos tras él.

- Creo que habla, pero sin palabras, dijo Hopper dibujando puntos y rayas.

- Eh, ¿qué es?, preguntó Steve, confundido.

- Código Morse, respondimos al unísono.

- A-Q-U-I, escribió Hopper.

- Aquí, dijimos todos.

- Will sigue ahí dentro y nos habla, dijo Hopper.

Ideamos una nueva estrategia: pondríamos a prueba a Will haciéndole recordar distintos momentos, como habíamos hecho antes, mientras poníamos su canción favorita: "Should I stay or should I go?", de The Clash. Había que descifrar todo lo que trataba de decirnos.

Érase una vez en Hawkins - Stranger ThingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora