Capítulo 68: La maldición

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El camino en el coche estuvo envuelto por un silencio sepulcral. Max tenía su propia movida en la cabeza y Lucas la miraba queriendo entender lo que se le pasaba por la mente. Los demás permanecíamos callados y con ansias de terminar con ese asunto de una vez y rezando por que todo saliera bien. Steve siguió la autopista y torció a la izquierda para adentrarse en el Parque de caravanas, el lugar en el cual tanto Chrissy, como Fred, habían muerto a causa de la maldición de Vecna. Por eso él no quería ir hasta allí, pero, antes de seguir con el plan, Max debía dejar unas cartas para su familia ahora que su madre, supuestamente, estaba trabajando.

- Vale, date prisa, Mayfield, le advirtió Steve.

- 20 segundos, pidió ella entrando a toda prisa a la caravana.

Steve estaba tan nervioso que se quedó pensativo mirando el walkie.

- Este trasto tiene pila, ¿no?

- No me dignaré a responderte - dijo Dustin esperando a que se olvidara del tema - Sí, claro, tiene pila.

- Ya, lo he pillado, dijo Steve.

El tiempo empezó a pasar y, sin tener un reloj a mano, me di cuenta de que había pasado más de 1 minuto.

- Tíos, ya debería estar aquí, dije con el corazón a mil.

- Vamos, ordenó mi hermano saliendo del coche.

Los 4 nos pusimos alrededor de él para esperarla. Cuando nos disponíamos a ir a buscarla, la vimos aparecer por la vuelta de la esquina viniendo hacia nosotros, alterada y con los ojos llorosos.

- Han sido más de 20 segundos - le reprochó Steve - ¡Eh! ¡Eh, eh, eh! ¿Estás bien?

- Estoy bien - mintió Max - Arranca.

-¿Ha pasado algo?, le preguntó Lucas.

-¿Podemos irnos ya?, insistió ella.

Steve arrancó y cuando ya estábamos en la carretera, me giré en mi asiento para preguntarla.

- Max, ¿has podido darle la carta a tu madre?

- Sí...Bueno, no. La he dejado allí. Ella...ella está trabajando, respondió con la respiración entrecortada.

-¿Seguro? ¿Todo bien?, insistí al darme cuenta de que no decía la verdad.

- Que sí, en serio. ¿Podemos...dejar el tema?, preguntó mirando por la ventana.

Yo suspiré hondo y me volví a girar hacia delante en mi asiento. Max estaba en un punto tan extremo que ya ni siquiera se abría un mínimo a nosotros para contarnos lo que le perturbaba. Estaba claro que algo le había pasado en la caravana, pero ella quería evitar hablar de ello a toda costa. Mi hermano me miró sabiendo la impotencia que me daba eso y miró a través del retrovisor para comprobar que la pelirroja estaba algo más tranquila.

Al rato, Max se dio cuenta de que llegábamos a su nuevo destino.

- Gira aquí, le pidió a Steve.

-¿Aquí?, le preguntó Dustin, confuso.

Max asintió y Lucas y él se miraron extrañados. Yo volví a suspirar hondo. Esa situación me estaba poniendo de los nervios. Pero es que todavía no había pasado lo peor, aunque no faltaba mucho. Steve siguió por el camino indicado y llegamos hasta el cementerio de Roane hill. Allí, Steve aparcó y Max salió a toda prisa del coche.

Antes de que se alejara demasiado, Lucas fue tras ella y la detuvo tras llamarla varias veces. Nosotros salimos del coche y nos quedamos observándoles desde la puerta. Cuando terminaron la conversación, Lucas volvió hacia nosotros cabizbajo. Trató de hacer entender a Max que podía hablar con nosotros sobre cualquier problema que tuviese. Que le tenía a él si lo necesitaba. Pero Max sólo estaba enfocada en hacer una cosa, así que, tras dedicarle una sonrisa fingida, se dirigió a la tumba de su hermanastro fallecido, Billy Hargrove, para leerle su carta. Yo sabía que era inútil hacerla entrar en razón. Ya había intentado hablar con ella para que me contara sus problemas muchas veces, pero ahora ya estaba al límite y no pensaba en que nos tenía a nosotros para todo. Sólo en su misión de hacer todo lo que tuviera que hacer antes de morir.

Érase una vez en Hawkins - Stranger ThingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora