Capítulo 32: Te gusta

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Mientras todos estaban preparando el cobertizo para Will, yo estaba guardando cosas dentro de la casa para que hubiera espacio suficiente para todos. Dejé varias cajas amontonadas sobre una mesa de la habitación de Will y, de una de ellas, se me cayó algo. Al dejar las cajas, me agaché y recogí un papel doblado. Al desdoblarlo, vi que era un dibujo de Will, el Sabio. Así era cómo llamábamos a Will cuando jugábamos a Dragones y Mazmorras juntos. Él era Will, el Sabio y yo Ash, la Druida. Cada uno teníamos nuestro personaje. Me senté en el pasillo con la espalda apoyada en la pared y observé el dibujo con detenimiento.

- Hola, dijo Max interrumpiendo mis pensamientos.

- Ah, hola, dije mirándola.

Ella se sentó en frente mía, cruzó los brazos y los puso sobre sus rodillas. No tenía buena cara.

- Eh, ¿todo bien? Pareces seria, dije, extrañada.

- Bueno...no estoy bien, no te voy a mentir.

- Cuéntame, dije volviendo a doblar el dibujo.

- Es que...siento que no encajo. Y creo que no voy a encajar nunca.

-¿Encajar? ¿Te refieres en el grupo?

- Sí...Mike me odia, dijo con el ceño fruncido.

- No digas eso.

- Es verdad. No quiere que esté aquí. Ni siquiera acepta que me haya enterado de lo de Ce.

-¿Sabes lo de Ce?

- Sí, Lucas me lo contó.

-¿Sabes? Creo que ya sé lo que le pasa a Mike, dije jugando de nuevo con mi sentido de la intuición.

- Que me odia.

- No - dije mirándola a los ojos - Es que echa de menos a Ce...y como ve que Lucas y tú estáis muy unidos, él también quisiera hacerlo...con Ce.

-¿A qué te refieres?, preguntó, confundida.

- Digamos que está "celoso" de que Lucas te tenga a ti y él no pueda tener a Ce. Se gustaban mucho y ahora que os ve a ti y a Lucas, él también quiere estar con Ce, pero...

- Espera, espera...¿estás insinuando que a mí me gusta Lucas?, preguntó.

- No lo insinúo. Lo doy por hecho. ¿O acaso me equivoco?

- Lucas no es mi novio.

- No he dicho eso. He dicho que te gusta, que es diferente. Ah, y que sepas que tú a él también le gustas.

- No, no creo.

- Te digo yo que sí. Lleva babeando por ti desde que apareciste por primera vez en clase, susurré yo.

-¡Vaya...!, exclamó, sorprendida.

- La verdad es que hacéis buena pareja, pero tenéis que lanzaros. Pronto, dije con una sonrisa traviesa.

-¡Baja la voz, Ash! Y tú, ¿qué? ¿Te declararás a Will cuando pase todo esto?

-¿Cómo?, pregunté poniéndome seria de repente.

-¿Me vas a negar que te gusta Will?, preguntó.

-¡Shhh! No hace falta que se entere todo el mundo, dije, firme.

- Quien no se haya enterado, es que está ciego, Ash, dijo riéndose.

- Pues mira, no, no te lo voy a negar, pero lo de Will y yo es diferente. Lucas y tú podéis salir sin ningún problema.

- Ya y, ¿qué es, exactamente, lo que os impide a Will y a ti que salgáis?

- Pues...él, respondí tímidamente.

-¿Cómo que él?, preguntó, extrañada.

Iba a explicárselo cuando de repente mi hermano apareció por el pasillo con los brazos cruzados y preguntó:

-¿Vais a venir o qué? Ya está casi todo hecho.

-¿Cuánto has escuchado, Steve?, pregunté con algo de miedo.

- Lo suficiente, hermanita. Así que dejaos de cotilleos y vamos a acabar con esto para que puedas solucionar tus problemas con...

- Steve Harrington, no digas ni una palabra más porque te juro que te vas a arrepentir, le interrumpí con una sonrisa falsa.

Max se rio y este nos hizo una señal para que le siguiéramos al cobertizo, donde ya habían sentado a Will en una silla. Todo estaba cubierto de cinta aislante para que no entrara nada de luz, no había ni una sola caja y ni un solo mueble alrededor y todo estaba perfectamente adaptado para que Will se sintiera desubicado y el azota-mentes no pudiera encontrarnos.

Érase una vez en Hawkins - Stranger ThingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora