Mejor Trato

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En la oficina de Hugh, ambos muchachos se miraron fijamente, estaban sentados uno frente al otro, con su vaso de whisky, la situación era incómoda, Ed estaba consciente que desde el regreso de las chicas, Hugh se mantenía distanciado de su amistad, y todo se había empeorado cuando los hermanos Birdwhistle adoptaron al Cuervo Menor, sutilmente, su lugar en la familia había sido arrebatado y entregado a otro, su amistad, su posición, el favor por la mano de Prim.

Enfrentarse ahora debía ser la oportunidad para consolidar sus intenciones.

Hugh por su parte, pensaba en como iniciar la conversación, no sería sencillo encontrar las palabras para decirle a Leonhart que se apartara, mucho menos conociendo al hombre, toda su vida escalando, manteniendo el nombre de la familia Leonhart y solo le faltaba una cosa para completar su imagen perfecta, una esposa a la altura, y qué mejor que el título de "Domador de Bestias" con Prim.

- Desiste de tus intenciones de matrimonio con Primrose- exigió Hugh directa y seriamente.

Le siguió unos segundos de silencio, como si parte de Ed ya esperara esa exigencia, dio un trago a su licor y soltó un resoplido de burla.

- ¿Y luego qué, Hugh?, ¿entregarás la mano de tu hermana al Cuervo Menor?- Ed soltó una risa sobria. - Vamos Hughie, eres más inteligente que eso, no importa lo inofensivo que parezca, un cuervo es un cuervo, si lo haces, más temprano que tarde te darás cuenta que le entregaste una ventaja a Lyn Crawford sobre ti, sobre tu familia, nunca más volverás a ver a tu amada Primrose a menos que entregues cuotas mensuales que poco a poco drenaras el dinero de tu familia, eso sin mencionar el poder militar que tendrás que ceder, una sola boda, Hugh, y habrás vendido el futuro de los Birdwhistle.- aseguró Edmond orgulloso de su análisis, Hugh tensó la mandíbula, era cierto, un movimiento en falso con los Crawford y estarían a merced de Lyn Crawford y su ambición de controlar Isveria, Prim podría convertirse en rehén de un intercambio de bienes y privilegios.

Pero la situación no era esa, Newt no era Lyn o Niel y Prim no estaba dispuesta a casarse sin sus propios términos, en eso, Ed se equivocaba.

- Hughie, yo soy tu mejor opción, no te quitaré a tu hermana, es más, podemos vivir cerca si quieren y, para que veas mi nivel de compromiso, te regalo un consejo, cásate con Lizabeth Windside, con los Windside de tu lado tendrás el dinero y la influencia necesaria para descubrir alguno de los secretos sucios de Lyn, desprestigiandolo, podrás mandar a Niel a la guerra en primera fila y a Newt lo puedes mandar en un viaje tan largo que a nadie le extrañaría que su barco se hundiera o sufriera de un mal asalto, digo, no es como que juntos, tú, yo, los Windside no podamos matar tres Crawford.- concluyó Ed con indiferencia, incluso orgullo, uno que causaba escalofríos en Hugh, ¿cómo podia tener tan bien planeada la muerte de tres sujetos y hablarlo tan fríamente?

- ¿La amas?, a Prim, ¿la amas?- preguntó Hugh curioso.

Ed se encogió de hombros con cierta indiferencia.

- Tanto como se puede querer a una buena esposa de calidad, quiero decir, ¡claro!, Primrose es sin duda la mujer más bella que haya visto jamás, los futuros Leonhart serán cada vez mejores gracias a ella, pero, ¿en verdad eso importa?, le estoy ofreciendo la mejor calidad de vida, lo único que ella debe dar a cambio son hijos, ¿acaso hay algún mejor trato?- cuestionó Ed.

Hugh sintió una indignación que lo llenó de rabia al pensar que eso era lo que Prim y muchas otras sentían ante tal lógica, entregadas solo a parir, siendo esa la mejor vida a la que podían aspirar.

- ¿Y qué hay de lo que ella quiere?- preguntó, Ed soltó una risotada.

- ¿Qué tanto puede querer?, ¡es una mujer!, Hughie, todas quieren lo mismo, vestidos bonitos y joyas-

Ante la respuesta de Ed, Hugh quedó mudo por unos momentos, eso era todo lo que necesitaba escuchar.

El rubio dejó su vaso sobre su escritorio y se puso de pie, su gesto era severo.

- Gracias por tu visita, retírate...- comenzó Hugh, Ed se puso de pie interrogante. - ... retírate y desiste de este matrimonio, mi hermana no se casará contigo, ni hoy, ni en en seis meses, ni nunca, largo- gruñió Hugh ahogando su rabia.

- No sabes lo que dices, Birdwhistle- contestó Ed.

- ¡LARGO!- Rugió Hugh señalando la puerta, Ed sabía que no podría contra la imponente figura del rubio, al menos no en ese momento.

Ed salió a paso agigantado de la oficina de Hugh y salió por la puerta principal sin siquiera despedirse de Tulip y Fenrir que lo vieron marcharse con cierta preocupación y curiosidad.

Por otro lado, al mismo tiempo que Hugh y Ed conversaban, Dhalia, Prim y Newt perdían el tiempo sentados en la mesa de jardín mirando sus bebidas, sin un tema real de conversación.

- Entonces, ¿porqué discutiste con Niel exactamente?- preguntó Prim observando su taza de té.

- Por Lizabeth, ya lo dije- respondió Newt encogiendose de hombros.

- Niel también está interesado en Lizabeth- afirmó Prim.

En ese momento, a lo lejos percibieron un ruido que llamó su atención, los tres vieron a Leonhart salir de la casa con gesto sombrío.

- ¿Qué habrá pasado?- preguntó Newt curioso.

- No lo sé, pero espero Hugh nos platique más tarde.- dijo Dhalia.

- Pff, eso si tiene ganas de hacerlo, cuando Hugh Birdwhistle se compromete a guardarse un secreto, ni siquiera torturándolo podremos sacarle un solo pio.- suspiró Prim.

Los tres se mantuvieron curiosos, en silencio esperando a que se escuchara el carruaje de Ed marchándose, una vez que los caballos dejaron de escucharse, continuaron su conversación.

- ¿Qué es lo que hace a Windside tan especial?- cuestionó Dhalia retomando el tema con cierto fastidio, Prim soltó un resoplido de burla.

- ¿Aparte de que es convenientemente rica e influyente y quien se quede con ella tendrá de inmediato un salto social exponencial?- se burló Prim, Newt frunció el ceño, con cierta ofensa.

- Lizabeth Windside es más que eso, es amable, es dulce e inocente, de formas que nadie lo entendería, es por eso que no dejaría que un sujeto como Niel la tome como un premio.- dijo Newt con un atisbo de hostilidad, algo dentro de Prim se encendió, y miró a su amigo con desafiantes ojos salvajes.

Por el beso de una damaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora