El secreto está en los ojos...

56 8 1
                                    

- Una pena para los Birdwhistle, una hija salvaje, cabalgó cual mercenario sin importarle su integridad de señorita- señaló lady Finch, miembro del séquito de Lizabeth Windside.

- ¿Integridad de señorita?, esa mujer no sabe ni siquiera lo que significa integridad, escuché que por cuidar a su miserable hermana no tuvo ni educación básica, es como... la mascota Birdwhistle- dijo Lizabeth con malicia, su grupo de fiel seguidoras rieron.

- Pobre Crawford, la persiguió por medio parque- señaló otra de las chicas, Liz soltó una risa de burla.

- Newt Crawford está tan necesitado de amor que correría detrás de cualquiera que le dirija una linda sonrisa, incluso de algo como Primrose Birdwhistle- dijo Lizabeth antes de dar un trago a su champagne, las chicas rieron.

- Pobrecillo- dijo otra de las chicas con algo de lástima.

- Yo más bien diría patético y miserable- repuso Lizabeth.

- Escuché que los Crawford tienen hoy un almuerzo con los Birdwhistle- comentó una de las chicas.

- Pues espero que sea suficiente para que el Marqués saque a esa salvaje de la sociedad- concluyó Liz, todo su séquito asintió aunque no estuvieran totalmente de acuerdo, pero la palabra de Lizabeth Windside era más valiosa que incluso la de la misma reina Penelope.

- Prim, deberías usar el listón rosa, queda con tus labios- señaló Dhalia con dulzura, Prim suspiraba mientras arreglaba su imagen de niña buena.

- ¿Sabes qué quedaría mejor con sus labios?...- Hugh se recargó en el marco de la puerta con el ceño fruncido. -... un bozal.- gruñó el rubio, Prim se giró con la mirada encendida.

- Por favor, hoy no, Hughie sé bueno- dijo Dhalia con voz dulce, el gesto de Hugh se suavizó.

- ¿Sabes lo que dicen de Primrose en la calle?, que es una salvaje que no tuvo educación por cuidar de tí, ahora culpan a Hermana Mayor del comportamiento de Primrose, la llaman "la Mascota Birdwhistle", la consideran el perro de la familia- comentó Hugh, las palabras de Lizabeth se habían esparcido como fuego en pastizal.

- Pues tal vez si mi propio hermano no me tratara como si fuera un animal el resto no diría esas cosas- se quejó Prim en tono altanero acomodando su listón rosa.

Hugh se acercó a Prim con gesto derrotado y se arrodilló frente a ella, Prim lo miró extrañada.

- Sabes que te quiero, y lo que más deseaba era tenerlas a las dos de regreso, quiero protegerlas, que sean felices...- comenzó Hugh tomando las manos de Prim. - ...pero no puedo hacerlo si sigues desafiando a cada persona que se te atraviesa, te digo esto como militar, elige tus batallas...- Hugh parecía preocupado, serio, eso hacía reflexionar a Prim. -... piensa muy bien lo que harás hoy, esto nos afectará a todos, no sólo a tí, me afectará a mí, a Dhalia, a mamá, a papá, si soy yo quien menos te importa entonces no lo hagas por mí, hazlo por ellos- concluyó Hugh en voz baja, Dhalia resistía sus lágrimas de impotencia.

Prim miró a su hermano con sus ojos salvajes, suspiró para resistir sentimentalismos.

- Haré lo mejor que pueda- concluyó la chica, Hugh asintió, eso era lo mejor que podía esperar de Prim.

- Jóvenes amos, los Crawford han llegado- una de las sirvientas de la casa les informó, los tres tomaron aire, arreglaron sus trajes y bajaron.

El Marqués esperaba en la puerta junto a su esposa y sus hijos, los cuatro como una pintura perfecta, tanta magnificencia intimidaba incluso a los Condes Birdwhistle que con sonrisa forzada esperaron a sus hijos.

- Gracias por venir- saludó Hugh bajando las escaleras al recibidor, con sus hermanas en cada brazo, ambas parecían muñecas, con su lívida piel y sus rubios cabellos.

- Ellas deben ser las afamadas señoritas Birdwhistle- afirmó el Marqués en un siseo agresivo, mientras besaba la mano de Dhalia.

- Efectivamente, ella es nuestra dulce Dhalia, y nuestra adorada Primrose- presentó el Conde con algo de temor al ver como el Marqués inspeccionó de pies a cabeza a Prim al momento de besar su muñeca, Fen conocía al Marqués, no como amigos pero siempre supo de su severidad y la importancia que tenía en el Reino.

Pero la rubia no era tonta, podía ser egoísta y terca pero conocía muy bien su sociedad y por eso la aborrecía aún más.

"Los ojos, el secreto está en los ojos." Pensó Prim, de inmediato hizo una suave reverencia al Marqués con la mirada al suelo, pero en cuanto se puso de pie, la chica alzó la mirada lentamente, sus ojos castaños brillando con inocencia enmarcados por sus tupidas pestañas rubias se encontraron con la mirada fría del Marqués solo para lograr una grieta en su muralla de hielo, una victoria para Birdwhistle que ni el Marqués vio venir.

- Su Excelencia, me horna mucho poder conocerlo, es una lástima que sea en esta lamentable situación, le debo una disculpa, a usted y a su hijo.- dijo Prim con voz de muñeca y expresión triste, muy parecida a la de Dhalia, Newt se mordió la lengua para evitar hacer cualquier gesto, esa no era la voz de la Birdwhistle que recordaba.

El Marqués tomó la mano de Prim con delicadeza.

- No se apresure Señorita, almorcemos primero, convercemos, ya habrá momento para hablar de lo sucedido- dijo el Marqués dando una palmadita a la mano de Prim sin poder quitar la mirada de los ojos marrones de la chica.

- Hay tanto que conversar, escuché que han podido detener las invasiones en las Montañas Rojas- dijo el Conde abriendo paso para que los invitados entraran a la sala de estar.

- Y de las nuevas especies de té que encontraron en los bordes del país- complementó la Condesa tomando a la Marquesa de un brazo.

- Y el día luce maravilloso para una partida de badminton, escuché que el joven Niel es muy bueno en ese deporte, ansío poder verlo- dijo Prim con una amplia y dulce sonrisa hacia Niel, el chico la miró con sospecha.

- Lo lamento milady, solo juego para competencias- respondió Niel, el gesto de Prim sorpresivamente cambió a uno más triste, el Marqués se giró y miró los ojos tristes de la chica.

- Si es así- dijo Prim con voz delicada casi en un llanto, el Marqués miró a su hijo con severidad.

- Despues del almuerzo jugarás para la señorita- ordenó, Niel no pudo esconder su sorpresa.

- Por supuesto, Señor- Niel no tuvo más que hacer una reverencia y tomar su lugar en la sala.

En un momento de privacidad en el que Prim le daba la espalda a los invitados pero Newt quedaba justo frente a ella el chico la miró confundido, ¿acaso era la misma a la que había perseguido en el parque?, Prim notó la confusión del chico, y su sonrisa inocente se convirtió en la usual sonrisa altanera de Prim y con diversión le guiñó un ojo a su cómplice, Newt suspiró, a ver cuanto le duraba ese acto.

Por el beso de una damaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora