Una Prueba

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La pelea Crawford versus Birdwhistle resonó por toda la sociedad, nuevamente ambos apellidos se veían comprometidos.

- Newt, ¿qué es lo que te ocurre?, tú no eres así, ¿peleas de bar?- reprochó Antoinette  desinflamando los moretones en el mentón de Newt, el chico había salido tan pronto pudo del Club, para su fortuna, llegando a casa, ni su padre ni Neil estaban en casa, había intentado escabullirse sin que su madre lo viera, pero fue imposible, la Marquesa Crawford tenía un oído agudo y no pudo ocultar su gesto aterrado al ver a Newt, tanto que el chico tuvo que contarle lo sucedido.

- No es que quisiera pelear con Hugh, sé perfectamente que ni siquiera tendría una oportunidad.- respondió.

- Todo por esta Señorita Primrose, ¿en verdad lo vale?- cuestionó Antoinette.

Newt estuvo a punto de contestar, pero alguien le robó la palabra.

- ¿Esa bruja?, ¡claro que no!- exclamó Niel con burla desde la puerta.

Newt y Antoinette saltaron de sorpresa, eso se complicaba, si Niel estaba ahí, Lyn seguramente también había llegado, y parecía que ya sabían de lo ocurrido.

- ¿Dónde está tu padre?- preguntó Antoinette apresurada, Niel se encogió de hombros.

- Hace rato no lo veo, lo llamaron del Palacio, alguna, reunión urgente, o algo así, me quedé en la oficina un rato más antes de volver, ¡diablos!, tuve que haber ido al Club mejor.- se rió Niel, Antoinette suspiró aliviada, al menos evitarían a Lyn un rato más.

Niel se acercó curioso.

- Hubiera pagado lo que fuera por ver la paliza que te dio Birdwhistle.-

- No es graciosos Niel.-

- Sí lo es, madre, el pequeño Newty golpeado por su nuevo mejor amigo por la bestia de su hermana, suena como titular de los diarios- Newt puso los ojos en blanco, Niel solo estaba para sacarlo de quicio, Antoinette le dirigió una mirada de desaprobación.

Entre risas, Niel se marchó, no le importaba si Lyn regañaba a su hermano o si Newt estaba herido, tan solo se regocijaba con la idea de una paliza bien dada.

Pasadas un par de horas, cuando todos se habían ido a dormir, se escuchó en la entrada a Lyn llegar, cerrando puertas con evidente ira, los tres miembros de la familia se debatieron si debían levantarse a recibir al patriarca.

Al final, ninguno lo hizo, si enfrentarían la ira de su padre, sería hasta la mañana.

Así, a la mañana siguiente, Antoinette y sus hijos se sentaron en la mesa, sabiendo que su padre estaría en pésimo humor, Newt intentó esconder los moretones lo más que pudo.

- No entiendo cómo fue esto posible- se quejó Lyn con ira desbordante, los tres bajaron la cabeza tratando de concentrarse en su desayuno, pero estaban alertas, ¿su enojo era por la pelea?

- Padre yo...- comenzó Newt reuniendo toda su valentía y esfuerzo para hablar con voz firme, Antoinette y Niel lo miraron como si hubiera firmado su sentencia de muerte.

- ¡SILENCIO NEWT!- rugió Lyn, los ojos de Antoinette se inundaron en lágrimas, estaba aterrada, esa había sido la gota que derramó el vaso, Lyn mandaría a Newt lejos, los desheredaría y el chico no podría volver a Isveria.

- Lyn, por favor.- imploró Antoinette en un murmullo.

- ¡Esa maldita Reina, mandó al carajo todos mis planes!- exclamó Lyn levantándose de la mesa.

Todos quedaron confundidos, intercambiando miradas interrogantes.

- ¿Padre?- preguntó Niel.

- Todo nuestro trabajo desde la Unificación, al carajo por las faldas de una niña que no sabe nada de política.- siguió reprochando Lyn volviendose rápidamente hacia su familia.

Por el beso de una damaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora