Dhalia leía la carta de Niel una y otra vez, era corta, algo torpe, pero entendía la timidez del chico, ella misma vacilaba en sus palabras, no como Prim, a quien vio responder a la carta de Newt casi de inmediato, con una sonrisa amplia, con diversión y anhelo.
Se atrevió a preguntarle qué le había escrito Newt en aquella primera carta, Prim no dudó en leerla.
"... las Montañas Rojas al fondo del campo de amapolas y un cielo claro azul es una vista que hubieses amado, corté una de ellas pensando en tí, tal vez un día podamos volver..."
Las palabras de Newt eran sencillas, pero cada línea resaltaba algún paisaje, algún sentimiento, algo que le hiciera recordar a Prim, Dhalia escuchaba con atención y suspiraba con alegría al ver la sonrisa de Prim mientras leía, inconscientemente pensó en la carta de Niel, tal como el Crawford mayor dijo, Newt no mencionó en ningún momento nada preocupante, ni una sola queja, tal vez, si ella diera la oportunidad, la siguiente carta de Niel sería más como aquella que escuchaba.
Las cinco mujeres entregaron sus cartas, cada una con sus propias nuevas, sus propias conversaciones.
Al cabo de unos días, los chicos las recibían y enviaban sus respuestas al mismo tiempo que cruzaban el bosque, en el intermedio se encontraban con los enemigos en batallas, unas más largas que otras, con cada día que pasaba los compañeros disminuían al igual que los ánimos. Las campañas se hacían más silenciosas, y las cartas cada vez eran más difíciles de redactar, la muerte comenzaba a rodear a los muchachos, y mantener una sonrisa se volvía casi imposible.
Así pasaron casi dos meses, entre las divisiones se pasaron reportes, principalmente de las bajas, los sobrevivientes escuchaban con el alma en un hilo la lista de fallecidos esperando no escuchar a su familia o amigos.
Cada noche, varios lloraban la perdida de un padre, un hermano, un amigo.
Niel no dejaba de sentir ese incómodo mal presentimiento y sus piernas temblaban ante la idea de escuchar el nombre de su hermano en la lista, no entendía realmente su sentir, jamás había pensado tanto en Newt pero ahora le aterraba el volver a casa sin él.
Lyn lo observaba de lejos, incluso a él le sorprendía ver a su hijo tan intranquilo.
Por su parte, Newt encontraba consuelo y compañía en los Birdwhistle, Hugh cuidaba su espalda, usualmente peleaba a su lado y se aseguraba de que sobreviviera el enfrentamiento, pero de igual manera, su corazón se encogía al escuchar la lista temiendo que Niel o Lyn estuvieran en ella.
Sabían que estaban cerca del final, tan solo un par de días más y llegaban a la frontera, donde sabían que enfrentarían al ejército central de Miderya, ganar esa batalla sería ganar la guerra, y después de ello podían volver a casa.
Por unos días las cartas cesaron, en la Residencia Birdwhistle se convencieron de que estaban ocupados, ninguno de los cinco hombres había escrito, los días debían estar siendo pesados, pero aún así, con esa idea optimista, los ánimos decayeron, el silencio espectral y reflexivo reinaba.
En el frente, una batalla más se libraba, el batallón del Conde Birdwhistle se había encontrado con otro grupo de Miderya, un disparo rompió filas de Isveria, los soldados se dispersaron.
Como habían hecho hasta el momento, Hugh y Newt no se separaron, avanzaron tanto como pudieron, se cubrieron y derribaron varios enemigos.
A su alrededor, los gritos ahogados y el sonido de disparos aturdieron sus oídos.
Así como el olor a pólvora y carne chamuscada impregnaron sus narices.
El pecho les dolía de los latidos tan fuertes de su corazón bombeando adrenalina y terror.
Entre la tierra y el humo trataron de localizar enemigos al mismo tiempo que se ubicaban entre ellos y a sus amigos.
Entre la conmoción, una voz familiar se escuchó a lo lejos, con un grito, el relincho de un caballo y un golpe.
Sin dudarlo, Hugh buscó el incidente con la mirada.
- ¡PADRE!- exclamó el rubio al reconocer la figura de Fenrir, herido en el suelo, se movía, pero parecía débil, no podía acercarse, el camino era peligroso entre él y Fenrir.
Newt lo sabía, pero tenían una oportunidad, el chico se giró a su amigo.
- Yo te cubro.- afirmó Newt, Hugh asintió, al mismo tiempo ambos se pusieron de pie, Newt cubrió la espalda de Hugh mientras el rubio corría en auxilio a su padre.
Hugh logró llegar y levantar a Fenrir, con ayuda de otro soldado lo trataron de llevar a una zona más segura, Newt se quedó más atrás para cubrirlos, Edmond estaba cerca también, sin embargo, él no estaba para ayudar.
En un inicio, estaba decidido a cumplir su deber, pero en ese momento, todo pareció demasiado sencillo, Hugh estaba distraído con Fenrir, y Newt estaba solo, a su merced.
Newt Crawford.
El sujeto que había arruinado sus planes, y que junto a Birdwhistle lo habían humillado.
Todo muy sencillo.
En la Residencia Birdwhistle, Prim cargaba una charola con tazas de té para todas, ella misma las había preparado, caminaba hacia el salón, cuando una punzada invadió su pecho con tal fuerza que dejó caer la charola, rompiendo todo el juego de té con un sonido tan estruendoso.
Al mismo tiempo que un disparo se escuchó cerca de la huida de Hugh.
Un disparo más se escuchó justo antes de que la voz de Edmond lo alertara.
- ¡Crawford!- exclamó Edmond.
Hugh se giró enseguida, a la distancia pudo distinguir a Ed corriendo hacia un punto, pero Newt no se distinguía, Hugh sintió como le helaba la sangre, por inercia, corrió tan rápido como pudo.
Sus oídos comenzaron a zumbar, y solo escuchó el sonido de su respiración pesada cuando llegó junto a Edmond quien parecía estarle diciendo algo.
- Un resagado los estaba siguiendo, traté de dispararle pero huyó, llegué muy tarde.- la voz de Edmond se escuchaba distante a pesar de tenerlo a su lado, lo único que podía percibir Hugh en ese momento era a Newt en el suelo con un disparo aún sangrando en el pecho.
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Por el beso de una dama
RomanceNewt Crawford, una eminencia opacada por la audacia de su hermano y el inalcanzable amor por una mujer, su vida cambiará al conocer a Primrose quien busca demostrar que el destino lo construyes tú