Agridulce Placer

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Dhalia atesoró esa última carta dentro de un pequeño cofre de ébano junto con las otras cartas de Niel, cada vez guardaba también un pedazo de su propio corazón, ya no veía la hora en que volviera y dejaran las cosas claras.

Prim por su parte se sentó en su escritorio, mirando por la ventana iluminada con la vela, con ligero alivio en el pecho al pensar que Newt estaba vivo, a su lado vio su libreta, la novela inconclusa que tenía, la abrió y leyó algunos párrafos, en seguida un sentimiento de amarga inspiración despertó en ella.

Tomó una pluma y como si ya tuviera las palabras pensadas desde tiempo atrás, escribió toda la noche, empatizó con sus personajes, y transmitió el dolor y la angustia de perder a Newt en cada una de sus páginas, no lo sabía, pero había convertido una novela más en una oda a su propio sentimiento.

Por la mañana siguiente, como si esa carta les hubiera llenado de energía, los ánimos cambiaron en la casa, todas parecían más amenas, más radiantes, al igual que Prim, la certeza de que estaban todos con vida llenaban de esperanza a la familia.

Era temprano cuando Prim bajó en un vestido amarillo, Tulip y Antoinette ya tomaban su desayuno en el jardín, Dhalia y Maddie parecían apenas haberse unido a la mesa poco antes que Prim, todas sonreían, los círculos oscuros debajo de sus ojos delataban que ninguna había dormido bien, mas eso no impedía comenzar el día con mejor actitud.

- Buenos días, ¿tenemos alguna nueva?- saludó Prim sentándose a lado de Dhalia.

- Solo una...- anticipó Tulip.- ... la Reina nos ha invitado a una reunión de Gala el sábado para animar a la sociedad.- dijo mientras mostraba la invitación, Prim la tomó y la inspeccionó.

"Esa me parece una buena idea considerando lo mal que muchas familias lo han de estar pasando." Señaló Maddie en lengua de señas.

- Lo es, debemos agradecer a la Luz lo afortunadas que somos de tener la certeza de que nuestros chicos están con vida.- dijo Tulip, gesticulando con claridad y acompañando con algunas señas que estaba aprendiendo, desde la boda de Hugh, la familia entera estaba aprendiendo a comunicarse con Maddie de la mejor manera posible.

- Más tarde iremos a comprar listones y pañuelos para bordar, ¿vienen?- invitó Antoinette a las chicas, ella no había aprendido lenguaje de señas para Maddie, mas se tomaba la delicadeza de gesticular claro y directo.

- Suena agradable, además de que el día luce maravilloso para una caminata.- aseguró Dhalia, Antoinette le respondió con una amplia sonrisa.

- También me gustaría pasar un poco de tiempo con usted Señorita Dhalia, considerando la afinidad de mi hijo por usted.- se atrevió a confesar Antoinette.

Dhalia sonrió tímida y sonrojada.

Y tal como lo planearon, pasando el medio día, las mujeres Crawford /Birdwhistle se encaminaron a su breve paseo por la tienda de listones.

Cada una se dirigió a lo que más llamaba su atención, Dhalia y Antoinette de un lado, mientras que Tulip, Prim y Maddie de otro.

Prim vio un listón azul con plateado, elegante, único en el aparador, le pareció adecuado y lo suficientemente largo para hacer dos listones, así, cuando Newt volviera pudieran usarlo los dos, un detalle que combinara, con esa imagen en mente, la rubia se acercó  con sonrisa triunfante, pero tan pronto iba a tomar el listón, otra mano lo ganó, anonadada y enfadada enfrentó a la ladrona de listones, una alta pelirroja, delgada como una espiga, pálida de sonrojadas mejillas y una salpicadura de pecas atravesando su rostro, miraba con alegría el listón con sus alargados ojos violetas, extrañamente familiar.

La pelirroja miró a Prim y su sonrisa se desvaneció, evidentemente notó el enojo de la Leona.

- Oh lo lamento, ¿iba a tomarlo usted también Señorita?- preguntó la chica de voz melodiosa.

- Efectivamente estaba viéndolo desde el otro lado de la tienda.- respondió Prim con voz ronca.

El rostro de la pelirroja brilló con desdén y miró a Prim de pies a cabeza.

- ¡Ah!, pues que afortunada soy por mis largas piernas que llegaron antes que usted.- sonrió la chica ampliamente.

Los ojos de Prim se encendieron.

- Sus piernas serán largas, pero mis dedos más rápidos y mis deseos obstinados.- espetó Prim al mismo tiempo que usurpó el listón de los dedos de la pelirroja.

- ¡Hey!, yo lo tomé antes.- dijo la chica en un puchero.

- Y yo lo vi antes.- afirmó Prim escondiendo el listón detrás de su espalda.

La pelirroja chasqueó los dientes y decidida se acercó a Prim.

- ¡Ada, ¿ya terminaste, cariño?!- una voz femenina sonó a sus espaldas, la pelirroja dio un paso atrás exaltada.

- ¡Mamá, tomó mi listón!- acusó la chica señalando a Prim.

- Toma cualquier otro Adeline, tenemos que irnos.- una voz masculina fastidiada le respondió, Adeline frunció el ceño genuinamente decepcionada, Prim pudo burlarse de ella y regocijarse en su victoria infantil, pero estos no eran tiempos para discutir... ni para ceder su listón azul.

- El púrpura combina con sus ojos.- sugirió Prim, Adeline vaciló un momento y luego tomó el listón señalado, habían dos opciones, con patrones dorados o plateados, Ada tomó los dos.

Prim suspiró.

- El dorado, el patrón de flor es más bonito.- continuó Prim.

- Por ahora y por las prisas, usted gana, Señorita...- Ada dijo con cierto puchero esperando la respuesta de Prim.

La rubia sonrió, en ese preciso momento se percató de que hasta ese día nunca se había presentado con nadie después de casarse.

- Crawford, Primrose Crawford.- dijo Prim con emoción en el corazón.

- ¿Primrose?, ¿cómo la Reina Fugitiva?- cuestionó Ada recordando la historia de la esposa del Rey Isver de Isveria, Primrose de las Montañas Rojas, quien embarazada del Heredero de la Corona huyó del país y nunca más se le volvió a ver, Prim frunció el ceño, en Isveria, NADIE, mencionaba a la Reina Fugitiva, su comentario delataba el origen foráneo de Ada.

- No precisamente en su honor, más por la flor, Señorita...- respondió incómoda y curiosa Prim.

- Adeline Ascort.- saludó Ada con brillante sonrisa.

- Un placer.-

- Un agridulce placer, Lady Crawford.- sonrió Ada echándo una miradilla al listón, Prim le devolvió la sonrisa.

- Lo usaré la próxima que nos encontremos.- aseguró Prim.

- Espero sea pronto.- Ada se despidió con una reverencia.

Prim la vio marchar acompañada por una mujer alta y delgada como ella, castaña y de un hombre con sus mismos rizos pelirrojos de porte imponente como el del Marqués Crawford, algo en Ada le seguía pareciendo familiar.

Por el beso de una damaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora