Yo también

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-Esto es tan estúpido. -se dijo Sapnap a sí mismo antes de entrar en la habitación donde se encontraba su roomate, Karl.

-Oh, hola, Nick. -saludó Karl desde su cama antes de que el otro pudiera decir algo.

-Ahm... Hola... ¿Te importa? -dijo Sapnap refiriéndose a entrar en la habitación de Karl.

-Por favor, ponte cómodo. -dijo Karl apartándose y dándole un lugar en la cama a Nick.

El de barba se sentó al lado del más alto mientras Karl veía como sus uñas se secaban por completo.

-Rosa, ¿Eh? -dijo Sapnap queriendo comenzar una conversación.

-Sí... no creo que siente tan bien con mi piel... creo que es mejor un naranja, o rojo mate, o...

-Ese color está bien. -interrumpió. -es... bonito. -agregó cohibido. Karl le sonrió levantando las comisuras de sus labios.

Como sabemos, la timidez de Sapnap era parte de él. No se iría por completo fácilmente.

-¿Quieres que te las pinte? -preguntó alegre Karl agarrando un esmalte de color naranja que casualmente estaba a su lado.

-No. -respondió Sapnap de manera fugaz y directa. A Karl se le borró rápidamente la sonrisa.

-Entiendo. -dijo el más alto volviendo a sonreír forzadamente. Eso había dolido.

-No... con ese color. -agregó Sapnap enmendando su pequeño error. Karl, quien estaba de espaldas guardando de nuevo el esmalte volvió a sonreír.

-¿Y qué color quieres, Nick? -preguntó sonriéndole.

-Ahm... ¿Rojo?

-Perfecto. -dijo Karl sin poder evitar sonreír aún más y Sapnap hizo lo mismo. Cuando Nick le seguía los juegos o se animaba a ciertas cosas por él, se sentía pleno.

Sapnap puso su mano encima de su rodilla para que Karl pintara. Pero apenas el otro tocó su mano para sujetarla, este comenzó a temblar.

-Quédate quieto. -dijo Karl cuando iba a comenzar. Agarró con más fuerza su muñeca y este amainó su temblor.

-Lo siento. -se disculpó nervioso. Karl comenzó a pintar.

El único sonido que había de fondo, era un poco de lluvia que había en la ciudad, casi nada. El ambiente era algo fresco y ambos estaban cómodos con ello. Pero no con la presencia del otro, para ser sinceros.

Karl comenzó a tararear una música, que ni bien cantó 5 notas, Sapnap la había reconocido.

-Our God is greater... -cantó casi susurrando el de barba.

-Our God is stronger! -cantó sin vergüenza el más alto.

-God you are higher than any other! -cantaron ambos gritando el final y riéndose de ellos mismos.

La risita de Karl era ahora lo que llenaba la pieza no sólo de ruido, si no de luz y música para los oídos de Sapnap.

-¿Qué quieres hacer después? -preguntó Karl.

-N-no lo sé, tal vez... ¿besarte? -dijo Sapnap.

Su propio corazón paró, y sus escalofríos no eran normales, volvió a temblar por lo que recién había salido de su propia boca.

Karl lo miró sin demasiada expresión facial, como si no lo hubiera sorprendido, aunque así fuera. Y esbozó una pequeña sonrisa de labios.

Mientras lo veía, la cara de Sapnap no tardaba en ponerse más roja que su propia sangre.

Sin máscaras ni lentes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora