Ragazzo carino

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Era ya hora de partir, iría en tren para que cualquier cosa, Dream usara el carro.

Debo admitir que me asusta siendo él, pero en una emergencia lo necesitaré.

-Bien, ya me voy. -le dije a mi compañero desde la puerta quien estaba en la cama con su teléfono.

-¿No piensas despedirte? -preguntó Dream con tono de lloriqueo.

Me detuve, rodé los ojos y me fui hacia él. Le daría un pico, supongo.

Cuando me acerqué a donde estaba, levantó su lomo de la cama y se recostó por uno de sus brazos mientras yo me agachaba.

Juntamos nuestros labios de forma normal, no creí que esté lo haría durar un poco más de lo que esperaba.

Comenzaba a mover sus labios de forma algo impaciente y su mano subía por mi nuca.

Yo no me alejaba. Este entrelazó sus dedos en mi cabello y lo agarró con mucha fuerza alejando mi cabeza de él.

-Extrañaré este cabello de princesa.

El momento fue totalmente arruinado por esa frase.

Mi cara formó una mueca de fastidio, rodé los ojos y safándome de él, me fui por la puerta sin decir nada más.

-¡Nos vemos! -gritó Dream después de que ya saliera de la habitación. -¡Te quiero! -agregó.

He de admitir que eso último no me lo esperaba. No sonaba a un "te amo" de cuando jugamos o bromeamos.

Aún así, no tengo tiempo, debo partir ahora mismo.

Me dirigí al subterráneo para llegar a la estación de tren, sería un camino bastante largo.

El plan era que la van del peluquero estuviera en frente de la estación de tren a la que llegaría. Si pasaba cualquier cosa, escribiría a Dream para que me saque de allí por si se pone peligroso.

De todas formas, hablé mucho con el peluquero en cuestión, un tipo amable, parece buena persona. Italiano de 35 años aproximadamente. No un chico de 20 capaz de hacer tonterías con una persona reconocida.

Llegué después de 2 eternas horas a la estación, y miraba a todos lados rogando al cielo que lo reconociera, o que el que me reconozca sea él.

Llevaba un remera blanca con pantalones de Jean negros, le dije que iría así para que me reconozca más fácilmente. No suelo usar esto tan a menudo.

Cuando miré para atrás, había un tipo alto, musculoso, tatuado y con una mirada que, si pudiera hablar, creo que me estaría amenazando de muerte.

-Oh Dios quién es eso... -pensé con miedo mientras giraba rápidamente mi vista de sus ojos.

Fue entonces cuando de reojo lo vi acercándose y comencé a temblar, estaba pensando "si voy a morir aquí, habré hecho un buen trabajo en la tierra". Empezaba a rezar sin siquiera saberme las oraciones.

-¡Hola! -dijo ese alto señor intimidante con un tono muy amigable y un acento peculiar. -¿Tú eres George? -preguntó poniendo su brazo en mi hombro mientras yo miraba a todos lados sin entender nada.

Claro, ¡Qué imbécil! ¡Es el peluquero! Con tapabocas solo parece un motociclista malhechor.

-Ahm... ¡Sí! ¡Ese soy yo! -dije dándome la vuelta para pasarle mi mano.

-Un placer. -dijo tomando caballerosamente mi mano. -Mi iamo Simeone. -Terminó. -Claro que ya te lo dije por instagram pero, ya sabes. -dijo y ambos reímos.

Sin máscaras ni lentes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora