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Era un departamento del doble de grande que el suyo, todo lucía tan impecablemente limpio y decorado de una manera minimalista pero elegante y a la vez moderna combinando con algunos muebles rústicos, casi todo al rededor era un ventanal enorme que le ofrecía la vista completa de todo Seúl, incluida la torre Nam que estaba como siempre luciendo hermosa y alumbrada de colores por la noche contrastando hermosamente con la luna llena enorme que se encontraba alta en el cielo aquella noche.

-Que hermosa vista tienes aquí.- Dijo entonces Jimin caminando hacia el ventanal y posando su mano sobre el frío cristal, dejando la huella de una linda mano pequeña sobre éste, a Jungkook le pareció realmente tierna la imagen de Jimin mirando como si fuera un niño mirando un juguete a través de un ventanal. -Mi departamento tiene una vista linda hacia el rio Han pero esto... ¡Whoa! Es...-

-Un secreto mío es que no compre éste departamento para presumir que podía pagarlo ¿Sabes?, Cuando me lo mostraron yo sólo lo quise por esto...- Jimin se giró a verlo, Jungkook se encontraba con las manos en los bolsillos de su pantalón mirando serenamente hacia afuera. -Siempre que estoy deprimido, cansado o frustrado con algo vengo aquí a sentarme en el suelo como un pequeño y me relajo, me ayuda a pensar.-

Jimin no dijo nada, sólo se dedicó a analizarlo por un momento, su perfil era de un hombre ya... Maduro, esa mandíbula muy marcada y esa nariz que combinaban perfecto, los pequeños aros colgando de su oreja, le daban un aire rebelde, pero su expresión desbordaba tristeza de alguna manera que Jimin no supo descifrar.

-¿Que se te antoja de cenar? Ésta noche yo cocino.- Preguntó entonces Jungkook que mentiría si decía que no estaba disfrutando que su rubio favorito lo mirara así, Jimin no se había dado cuenta de que el pelinegro lo miraba por el reflejo de la ventana.

-¡Wow!, ¡¿tú?! ¡¿Cocinando?!... Pago por ver eso.- Soltó con una sonrisa que Jungkook amó, se parecía tanto a las sonrisas de su Jimin de antes.

-Me ofendes Park.- Dijo con una mano sobre su pecho fingiendo dolor dramáticamente. -Nah, tuve a aprender a hacerlo además cuando me mudé solo, mi mamá insistió en enseñarme, ya sabes que soy alérgico a muchas cosas y también dijo que era por si alguna vez encontraba a alguien, ella dice que también se conquista por el estómago.- Jungkook sonrió su sonrisa de conejo, la más sincera que tenía, según Jimin.

-¿Estás implicando que intentas conquistarme?, por que si es así te advierto que eso no va a pasar.- Sentenció Jimin, aunque tenía una leve sonrisa en los labios.

-Claro que no, Supongo a éste Jimin no se le impresiona con cosas así.- Dijo Jungkook ya en la cocina sacando las cosas para ponerse a trabajar.

-De hecho a "éste" Jimin no se le impresiona con nada.- Dijo tajante tomando asiento sobre un banquillo frente a la barra de la cocina. -Bueno la vista de tu apartamento podría ser una excepción.- Posó su barbilla sobre su mano. -Y definitivamente verte cocinar.- Dijo algo divertido.

Jungkook puso algo de música de fondo, sin letra solo melodías para ambientar ya que odiaba el silencio, sobre todo cuando se encontraba solo en aquel lugar. Se puso a cocinar algo que no llevara tanto tiempo, la rápida y eficaz pasta Alfredo que le quedaba deliciosa y se llevaba bien con el vino tinto que le encantaba, un Giuseppe Quintarelli reserva especial directamente de la Toscana Italiana.

Cuando la mesa estuvo lista el rubio tomó la botella de vino, no era la misma marca de aquella vez pero era italiano, lo cual hizo que Jimin perdiera en sus pensamientos por un momento.

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*Flash back*

-¿Tú... Tú hiciste esto bebé?- Dijo Jimin cuando Jungkook le quitó la venda de los ojos, éste último le había preparado aquella sorpresa, llevaban casi 6 meses de novios y aquella noche sería su primera vez, así que Jungkook había planeado todo meticulosamente, desde las velas, las flores y el vino, hasta la cena y la habitación, la cual había llenado de globos y flores por todos lados, le había pedido a su mamá que le ayudara a cocinar algo para aquella noche ya que a él se le quemaba hasta el agua. Su madre también le había dado la idea de llevarse a su novio el fin de semana a su cabaña en Gyeongju que era un Villa a las afueras de la ciudad, la Señora Jeon siempre le tuvo cariño a Jimin al igual que el Señor Jeon ya que éste era tan lindo y cariñoso que se ganaba a las personas sin hacer nada.

Siempre tú...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora