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Diciembre por fin había llegado pero con él, también el tiempo parecía ir más rápido, como si con ello se diera cuenta de que el año estaba dando sus últimas horas de vida, a Jimin a penas se le notaba el vientre pero definitivamente ya se veía una diferencia, mientras que Tae y Jin eran otro cuento, Jin por ejemplo ya tenía 7 meses de embarazo y su barriga estaba tan redondita y enorme que daba miedo que fuera a explotar en cualquier momento pero claro como decía su médico, iba a ser un varoncito muy grande debido a la estatura de ambos padres, Nam ya estaba muy sobre protector ya que todo podía pasar en cualquier momento, Tae por su parte tenía 6 meses y no estaba tan grande como Jin pero su barriga era tan linda que Hoseok no dejaba de acariciarla cada vez que podía y al igual que el bebé de Jin su hijo sería un pequeño, cosa que había vuelto locos a Nam y a Hobi. Jimin y Jungkook aún no sabían bien el sexo del bebé por la posición del mismo pero no les importaba, todo lo que querían era que estuviera bien y sano, lo demás daba igual, niño o niña ambos estaban ya enamorados de él o ella, cada vez que escuchaban su corazón latir a través del monitor o lograban verlo moverse, se les llenaban los ojos de lágrimas y se les hinchaba el corazón de la emoción. 

Minho estaba a punto de salir de vacaciones por motivo de las fiestas navideñas y año nuevo, eran sus últimos días de colegio los cuales disfrutaba con sus nuevos amigos y amigas, era todo lo contrario a lo que solía ser en el orfanato, ya no era callado ni retraído, le gustaba mucho la lectura pero también los videojuegos y hacer cosas de niños de su edad de vez en cuando, le gustaba que Jimin y Jungkook lo llevaran al orfanato de vez en cuando para llevar cosas y ver a sus ex compañeros, no había perdido su humildad, ni su nobleza a pesar de ahora estar rodado de cierto ambiente en el trabajo de su padre además de que le gustaba el hecho de que Jimin a pesar de ser tan famoso y de que lo veía en la TV y en la calle posando en anuncios, el rubio siempre lo trataba tan dulcemente que de verdad lo quería muchísimo, lo veía como su papá también, aunque no se lo dijera para no incomodarlo, el pequeño sabía bien las miradas que esos dos se daban, la forma en la que se hablaban y se sonreían además de que pasaban todo el tiempo en el apartamento del rubio, Minho también había notado que Jungkook trataba diferente a Jimin, lo cuidaba como si estuviera enfermo o algo así era raro según pensaba, también se moría de ganas por que Jombo por fin saliera de ese lugar de entrenamiento donde lo había mandado Jungkook para que lo educaran ya que viviría con ellos en el apartamento y el pelinegro no tenía tiempo de educarlo el mismo.

Las cosas marchaban bien entre el rubio y el pelinegro, eran como una pareja, claro, sin los besos e intimidad de una pero los roces, los abrazos y caricias era tan sinceros y reales que cualquiera que los viera pensaría que lo eran y más cuando Jungkook trataba a Jimin como si fuera de cristal, cosa que a veces desesperaba a éste ya que era demasiado exagerado el cuidado que el pelinegro le tenía por su embarazo, aún no se lo habían dicho a Minho pero Jimin ya tenía una idea de cómo hacerlo.

-Ya deja eso... Se nos va a hacer tarde para ir por Minho.- Le dijo Jimin a Jungkook que estaba trabajando en el computador, el rubio se acercó y apoyó su trasero a lado del aparato en el escritorio de Jungkook apoyando sus manos en la orilla del mismo, el pelinegro lo miró por el rabillo del ojo pero no se movió, solo sonrió de lado levemente. 

-Minnie, sí vamos a pasar por tu helado, lo prometo.- Le dijo sin mirarlo, aún concentrado en su trabajo o bueno, eso quería que pensara Jimin. 

-No es por eso, es que...- Respondió en tono de niño, lo cual hizo girar el rostro a Jungkook para mirarlo. -Ya me aburrí...- Hizo un puchero, no había tenido sesión de fotos ese día pero igual no había querido quedarse en casa. -Y quiero mi helado.- Sonrió y el pelinegro devolvió el gesto divertido, Jimin se había vuelto un bebé mimado últimamente, cosa que Jungkook adoraba.

-Eres un consentido.- Le dijo el pelinegro alcanzando su mejilla y pellizcándola suavemente. -No sé si es mi bebé o si simplemente eres tú bonito.- Le dijo con una sonrisa.  

Siempre tú...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora