》CAPÍTULO 15《

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—No puedo creer que usted tenga un tatuaje. ¿Cómo es posible qué, después de tanto tiempo trabajando para mí, me llegue a enterar de que se hizo un tatuaje?

—Bueno, es mi jefe, no tenía por qué saber de mi vida personal.

—Era tu jefe, porque en un día más seré tu esposo. En el cual me entero de que mi esposa tiene un tatuaje en la espalda. ¿Por qué rayos se hizo un tatuaje en la espalda y qué tan grande es?

—Bueno, ni siquiera mis padres saben que me hice un tatuaje y sobre el matrimonio no creo que sea un delito hacerse uno.

—Sí, sé que no es un delito hacerse uno, pero le he preguntado, ¿qué tan grande es y por qué se lo hizo?

—Bueno, lo hice para marcar un antes y después de mi vida. Es como cuando una mujer sufre un cambio demasiado radical en su vida, así que se cambia de estilo o lo más normal es que se corta el cabello y se arregla diferente, pero yo preferí tener algo más simbólico que eso, por lo cual me hice un tatuaje en la espalda. Su dibujo no es que tenga un gran significado, sino que yo le di un significado a este.

—Por poco me lo creo. Muy bonito significado lo de su tatuaje. ¿Cuándo se hizo esa cosa?

—Oiga, no es una cosa. Me lo hice después de un año trabajando para usted.

—No puedo creer lo que estoy escuchando. Si le dijera que ahora mismo vamos a ir a borrar ese tatuaje que tiene...

—No puedo. No tiene ningún derecho, sé que nos vamos a casar y todo lo demás, pero es mi cuerpo y mis decisiones que ya tomé antes de que usted apareciera. El tatuaje que tengo lo hice por sesiones, no piense que no dolió porque si lo hizo y hace como tres semanas atrás hice que me lo volvieran a retocar, ya que el color se había opacado.

—Sabía que diría eso, pero no lo de que se volvió a retocar el tatuaje. ¿Qué haremos?, no quiere que lo quité, pero yo no quiero que lo muestre a todo el mundo en la ceremonia, mucho menos en la fiesta.

—Bueno, solo...

—¿Qué pasa, papi? —La llegada de Ethan fue algo inesperado, espero que no haya oído nada acerca de lo sucedido de no quererme casar con su padre.

—Nada, solo estábamos discutiendo algunos asuntos sobre la ceremonia de este sábado. ¿Ya te cepillaste los dientes?

—Sí, papi. Paula, ¿a dónde te vas hoy? Porque mi papi dijo que no irías a trabajar.

—¿Quieres venir conmigo a comprar muchas cosas relacionadas con la boda?

—¿Puedo ir, papi?, por favor.

—¿Te comportarás como un niño inteligente y educado?

—Sí, papi, lo prometo.

—Está bien. Tengo trabajo pendiente y no tendré tiempo para estar contigo, así que pasa este día con Paula.

—Gracias, papi.

—Entonces, pídele a tu nana que te ayude a cambiarte.

—¿Por qué no puede ser Paula la que me ayude?

—Porque estamos en medio de una discusión importante. Así que cariño puedes irte a cambiar, por favor.

—Como tú digas, Paula, pero espérame.

—Claro. Aquí te espero.

Mientras se iba corriendo, pensé: Es absurdo que se ponga así por un simple tatuaje.

—Paula, déjame ver tu tatuaje.

—¿Qué?

—Me has escuchado perfectamente. Indícame el tatuaje.

—Por supuesto que no.

—Paula, no más, quiero arreglar este inconveniente que...

Cuando lo que te salva es el sonido del celular de tu jefe para que no te riegue una cantaleta que dura más que las que da mi madre.

—Sí, entiendo. Nos vemos en la tarde. Claro que se las presentaré con los demás. Si, idiota, yo también te detesto. —Esa fue la conversación más rara que he escuchado de parte de mi jefe.

—Si me permite, quiero retirarme a cambiar de ropa.

—Paula, aún no hemos acabado de discutir.

—Dios mío, no es para tanto, es un simple tatuaje que comienza con una flor de loto. Donde sus pétalos son celeste-verdoso y los demás detalles son negros. Bajando por toda mi columna, terminando con otra flor de loto más pequeña, envuelta con círculos. No es nada del otro mundo. Solo déjelo.

—Sabes qué, arregla ese problema tú misma.

—Gracias, no sabe como me alegra escuchar sus palabras.

—Paula, nada de sarcasmo enfrente de mi hijo.

—Sí, general —decía mientras hacía el saludo de un militar.

Y antes de que siguiera reclamando me fui a buscar mi ropa. Al menos no me perdí para llegar a ese dichoso cuarto. Es absolutamente grande y para llegar a el, es más complicado, todo está exactamente igual. Necesito un mapa porque si me voy por otros lados estoy segura de que me perdería. La sorpresa más grande es que encontré mi ropa planchada. Me santigüé antes de cambiarme. No soy religiosa, pero cuando encontré esto, es mejor prevenir que lamentar.

Después de cambiarme, fui a buscar mi cartera en la sala, pero creo que di una vuelta incorrecta porque no sé dónde estoy. Sí, terminé en un cuarto que parece otra sala, pero es diferente desde los muebles hasta el color con la que está decorada esta habitación. ¿Y ahora en dónde estoy? Si regresó por donde vine...

—Disculpe, señora... —Hijo de la grandísima madre y padre, casi me da un infarto. Lo peor es que es un señor con aspecto de papá Noel, pero sin barriga, estaba enfrente de mí, vestido de negro.

—Dios, señor, asómese despacio o haga algún ruido para saber que está aquí.

—Mi más humilde disculpa por asustarla, pero vine para saber si le ofrecía algo.

—Por favor, no me llame, señora, me hace sentir vieja. Solo llámame Paula, por favor.

—Como usted ordene, señorita Paula.

—Disculpe, pero, ¿me podría decir cómo llego a la otra sala que está cerca de la salida?

—Con mucho gusto, señorita. Por favor, sígame.

En el trayecto fuimos, por otro lado, terminando en la sala que sí conozco y pude encontrar al fin mi cartera con mis pertenencias. El celular estaba de milagro con batería y cero llamadas de cualquier persona. Me sorprende que Rogelio no me llamara para molestarme de no haber llegado anoche al departamento.

Espera, si él no notó mi desaparición, eso significa que tuvo visitas, pero estaba con un chico cuando...

—¡Ay, Dios mío! ¡No mames!

—Paula, no hables de esa forma. —Y como siempre apareciendo en el momento menos indicado.

—¡Ups! Lo siento.

—Paula, ¿qué es «no mames»?

—Es una expresión que se dice cuando ves o escuchas algo que no creías posible. Algo así. ¿Ya estás listo para irnos?

—Sí.

—El coche les está esperando para llevarlos a cualquier lado. Te encontrarás con la señora Edna para que te ayude a comprar lo que necesitas. Y por favor no hables tan vulgarmente frente a mi hijo, Paula. —Tengo una necesidad muy grande de vengarme de este idiota.

Pero como toda una persona buena que soy, no dije nada. Simplemente, me dirigí a la salida que sí conocía en este momento.

Me aseguré que Ethan estuviera distraído en otra cosa y cuando estuve a punto de entrar le dije.

—Sabes, cariño, Ethan, no es solo tu hijo, es nuestro hijo y espero que tengas una excelente mañana, mi amor. —Con cada palabra que salía de mi boca su cara perdía color y su expresión era tan cómica, especialmente como su boca estaba abierta por la impresión que no podía decir nada.

Que antes que pudiera reaccionar entré rápidamente al auto, pidiéndole al chófer que nos fuéramos lo más rápido de este lugar.

Soy la esposa de mi jefe ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora