Diciembre...
—¡Feliz cumpleaños, hermanita! —me saludaba Valentina apretando mi cuerpo exageradamente.
Sí, era tres de diciembre ya. Tenía dos meses de embarazo, los cuales me he sentido con muchos cambios, como físicos e internos.
—Gracias...
—Te ves tan preciosa. —Al soltarme me escaneó completa—. Tu barriga se comienza a mirar más abultada.
—Totalmente, va creciendo bastante rápido. —Le hice una seña para que nos posáramos sobre el sillón de la sala—. La mayoría de ropa que uso tiene que ser holgada para que no se note mi barriga.
Dejó a la vista su blanca dentadura.
—Pero eso a ti no te molesta que yo sepa, ¿cierto?
—No, por el contrario. Se me dificulta solamente cuando he tenido que ir a la oficina con un tipo de muda más estilizada.
—Asumo que mi cuñado no te deja ir a la oficina como lo hacías antes, ¿verdad, Paula?
Claramente, no.
—No, claro que no. Si fuera por él, estaría esposada a esa cama. No me permite mover ni un solo dedo para hacer algo —confesé rodando mis ojos.
—Sinceramente, me parece perfecto.
—Pero lo suyo es el colmo. Ni siquiera quería que lavara la loza porque según él podía apretarme el vientre.
—¡Wow! —Soltó una risita divertida—. Y cuéntame, ¿qué hiciste estás horas atrás?
—Verás... —Suspiré mirando hacia otro punto de modo pensante— Alessandro, me despertó con un rico desayuno por la mañana, luego almorzamos con Ethan luego de que llegase del colegio en un restaurante; que menos mal lo pude escoger yo. Y el premio mayor hasta el momento es que al salir de allí me llevó a elegir mi propio carro.
—¡¿Qué?! —Sus ojos se saltaron de la impresión.
—Lo que escuchaste. Tengo a mi nombre un espectacular Tesla Model X de color negro que me lo traerán de la agencia en un par de días.
Alessandro insistió mucho con ello.
—¡Que envidia, perra! —Posó su mano en su pecho pasmada— Ya quisiera uno como el tuyo.
—Ya lo tienes.
—¿Quién? No sabía que ya tenía a alguien.
—No es obvio, hablo de Nathan.
—¡Estás loca! Entre cara de balón y yo, solo hay una relación de jefe-empleada. Nada más que eso —contestó evitando mi mirada.
—Ya, claro, como digas. Por eso pasas tantas horas del día con él.
—Es por trabajo, Paula.
—Ah, ya, sí, claro. —Negué con mi cabeza sonriente—. Pero admite que desde que aceptaste su oferta de trabajo has dejado de odiarlo un tantito. —Junté mis dedos mientras achicaba mis ojos.
—Quizá. Puede llegar a ser que en este tiempo le agarrase un poco de cariño.
—De eso nos dimos cuenta todos, Valentina. Creo que los únicos que no quieren aceptarlo son ustedes dos.
—Bueno, ya, dejemos de hablar de mí. Lo que quiero saber es cuándo anunciarán la noticia.
Típico de Valentina, evadir ese tema.
—Sobre eso, pensamos con Alessandro decirle a su familia hoy día cuando viniesen a saludarme.
—¿En serio vendrán a saludarte? Además, ¿por qué justo el día de tu cumpleaños?
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Soy la esposa de mi jefe ©
RomansPaula ve una escena nada agradable de su mejor amigo teniendo sexo con la novia de su jefe, en la oficina del último piso y para no meterse en problemas, se hace de la vista gorda dirigiéndose a su escritorio para retirar su celular, en su transcurs...