》CAPÍTULO 68《

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Cierro la página web que mostraba  diferentes alternativas de departamentos. Lancé un suspiro pesado mientras terminaba de ordenar las cosas para ir a casa con mis hijos.

Recojo mis pertenencias y dando el último vistazo, salgo de la oficina.

—Hasta el lunes, jefa —me decía Eben, mi secretario.

—Igual, Eben. Ya te puedes ir a descansar. —Me da un asentimiento con una leve sonrisa.

Sigo trabajando en el mismo sitio, solo que me ascendieron a jefa de todos los departamentos. Además, tengo también la responsabilidad hacia los empleados con el bienestar mental, puesto que me estoy formando en la carrera de psicología. Serían como unas pasantías.

Que, por cierto, voy bastante adelantada con respecto a otros estudiantes. No sé si es muy apresurado decir esto, pero siento que pude encontrar mi vocación.

Y por suerte la Fundación a crecido de forma económica, ello ha permitido que acogiéramos más mujeres.

Salgo del edificio y me dirijo al mi auto.

Antes de llegar a casa, paso por el aeropuerto para verificar los horarios de aviones. He pensado que tal vez me venga bien un cambio de ciudad, por supuesto alguna cerca para que Alessandro pueda ver a nuestros hijos.

Aunque no estoy segura por completo. Todavía sigo amando a Alessandro y, muy evidentemente, él a mí. El obstáculo es que aún tengo un poco de miedo de volver a comenzar una vida con él.

Desde que me enteré la verdad y todo quedó más claro que el agua, le pedí un "tiempo" o, mejor dicho, un alejamiento. Él me lo concedió, más nunca dejó de conquistarme. A pesar de que pasó un año de todo aquello sucedido, jamás se rindió conmigo, nunca dejó de insistir.

Lo perdoné ya hace un tiempo y pude comprender y empatizar con su accionar, sin embargo, supongo que aún no puedo darle otra oportunidad.

En el aeropuerto me entregan la información súper rápido y me voy ligero a casa.

También le entregué el Penthouse y renté una casa amplia y bonita. En ese momento no me sentía preparada para tener nada por parte de él. Tal vez algo tonto de mi parte, pero lo encontré apropiado a la situación.

Además, jamás me gustó depender de alguien, siempre traté de arreglármelas sola. Y pese a tener dos bebés, no lo convertiría en un obstáculo.

Al llegar visualicé el auto de Alessandro fuera de mi casa.

«Hablando de roma, el burro se asoma.»

Era raro que estuviese tan temprano. Se suponía que venía en la tarde y recién era medio día.

Me bajé con mis cosas luego de aparcar y moví mis pies hasta mi casa. Lo vi a primera vista jugando con Corinna mientras la tenía cargada hacia arriba y mi pequeña se reía.

Se ve tan tierno y sexy el condenado.

—Hola... —lo saludé dejando mi saco y bufanda que el perchero.

—Hola.

—Pensé que no venías hasta la tarde —comenté mientras me acercaba a él.

—¡Mami! —Ethan lo interrumpió.

—¡Hola, mi rey! —Lo apreté en mis brazos—. ¿Cómo has estado?

—Muy bien, mami. Madeline y yo pintamos un cuadro nuevo.

Había comenzado pintura y le gustaba bastante entretenerse con eso.

—¡Qué lindo, cielo! Le regalarás a mamá otro, ¿cierto?

Soy la esposa de mi jefe ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora