》CAPÍTULO 3《

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Son las once y treinta de la noche, acabamos de regresar del trabajo, Rogelio está tranquilo como si nada malo hubiera pasado. Y yo simplemente estoy que me muero de los nervios y siendo sincera, muy pocas veces me sucede estas cosas, comúnmente sé estar muy serena cuando me surgen problemas. Pero no, una simplemente indicación de «Usted tampoco sale ilesa de este problema, señorita Paula. Quiero que esté a las siete de la mañana en mi oficina».

¡¿Yo que hice?!

Definitivamente, mañana será mi último día de trabajo.

—Paula, ¿te encuentras bien? —Y todavía preguntas.

—Oh, sí, claro, me siento de maravilla, Rogelio. Como todos los días encuentro a mi amigo teniendo ¡sexo con la novia y futura esposa del jefe y dueño de donde trabajo! ¡Uy, sí de maravilla Rogelio! ¡De maravilla! —le decía con todo el sarcasmo posible.

—Lo siento, en serio, lo siento, pero ella no me dijo que estaba comprometida y mucho menos que era con el jefe supremo.

—Estás de joda, si me lo refregaba en la empresa con "yo soy la prometida de tu jefe".

—Bueno, total, no es nada del otro mundo.

—No es nada del otro mundo. Rogelio, no sé si tu cerebro se fundió por mucha acción, pero te acabas de acostar con ¡la prometida del jefe!

—No es mi culpa. Me encontré con ella después del almuerzo y ella fue la que me coqueteó.

—Sabes, eso no es lo importante, lo importante aquí es, por qué carajos, habiendo muchos hoteles, moteles o casas, se te ocurrió tener sexo en la oficina. ¡En la oficina, Rogelio! ¿No te pudiste aguantar las ganas e irte a un motel?

—Ella comenzó a desvestirse en la oficina, después de que le pagara al portero para que se retirara de la zona.

—¡Ah, sí, ella tuvo la culpa! Por desvestirse enfrente tuyo y como tú eres hombre, no te pudiste resistir.

—Oye, ella prácticamente me violó.

—Ja, ja, ja. Rogelio, como te pudo violar si tú estabas contento con ella.

—Podemos dejar de hablar que tuve sexo con la ex prometida de mi ex jefe.

—Bueno. Porque a mí me da ñañaras hablar de tus asuntos.

—Gracias.

—Cambiando de tema. Rogelio, te quiero matar —le decía mientras mis manos se dirigían a su cuello para estrangularlo.

—Espera. Espera, no cometas un delito —me decía mientras atrapaba mis manos—. Antes de estrangularme, primero tienes que ver lo del jefe supremo. En ello, ¿qué vas a hacer mañana?

—¡No lo sé! Pero seguro mañana entro a la lista de desempleados.

—No seas tan pesimista.

—Ah, sí claro. ¿Y cómo no quieres que lo esté? Si me ordenó que esté a las siete de la mañana en la oficina. Además de que tengo que despertarme más temprano. Sabes lo horrible que es.

—Comprendiendo tu horrible día de hoy y posiblemente el de mañana. Es mejor que vayamos a dormir y mañana veremos que sucede.

—¿Qué, me vas a acompañar?

—No, pero hay me cuentas.

—Rogelio, corre que si te atrapo habrás deseado no nacer. —Ahí fue como vi a Rogelio correr a su cuarto con una sonrisa en su rostro.

Si pudiera le daría un buen golpe en la cara para que quedara feo.

En ello escuché el seguro de la puerta. El maldito se encerró en su cuarto y yo que quería hacerle una broma, pero no se podrá. Bueno, si no se puede hoy, será mañana. Al menos podré dormir bien esta noche, creo.

Soy la esposa de mi jefe ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora