Aquí estoy, toda maquillada y con un elegante vestido de novia puesto sobre mí. Luego de contarle mi relato de "amor" a mi familia, ya que les dije que nos habíamos "enamorado" con mi jefe, Dios me libre, hace un año más o menos por la convivencia del día a día y algunos pequeños detalles más no preguntaron más, mi padre no se lo creyó mucho, pero no dijo nada y al resto los dejé conforme al menos.
Almorzamos juntos entre risas, quejas en específico a mí y algunas discusiones, pero normal en mi familia hasta que se hicieron las tres de la tarde, todo marchaba bien, pero ya me quise retirar para armar mi plan de escape y mi madre no me dejó, quería a toda costa que me cambiará y arreglará en el hotel.
Pues no lo logré, son las cinco y aquí estoy en el hotel como ya dije arreglada y sin poder cumplir mi objetivo.
¿Ahora qué mierda hago?
No puedo salir como loca corriendo por todo el hotel para huir, aunque pensándolo bien, creo que no sería mala idea, tremenda loca, pero no al completo, ya que no me casaría con un bipolar, egocéntrico, narcisista y manipulador, jefe.
Pero también pensé en Ethan y si hiciese eso estaría decepcionando a mi bello, Ethan. Tengo corazón y no quisiese rompérselo a él. Así que tengo un debate muy grande en mi interior.
Esto me supera. Pero no puedo. ¡Ay, no sé qué hacer!
El sonido de mi teléfono me trae a la realidad, así que camino hacia la cama donde está mi bolso y las cosas que me trajo Jeffrey de la casa de mi jefe. Busco en el desorden hasta encontrarlo. Hablando de roma, el burro se asoma.
—Hola, señor.
—Paula, ¿estás lista?
—Sí, señor.
—Bien, en unos treinta minutos pasa una limusina para traerlos. Y espero que no te hayas puesto un vestido que muestre tu espalda o lo lamentarás, Paula.
—Sí, patrón, ¿algo más? —Lo escucho suspirar y ya me imagino su cara de fastidio por mi sarcasmo.
Me encanta. Es mi don hacerlo enojar.
—Sí, que dejes el sarcasmo.
Es así que el maldito me cuelga y me deja con la palabra en la boca. Es hora de llamar a mi querido amigo y si no me piensa ayudar a escapar que ni sueñe en dejarme con esta tortura a mí sola.
Le marco hasta que me responde.
—Paula... no puedo ahora... estoy en algo importante. —Ay, maldito cabrón, está en su acto carnal. Yo dije que no me salvaría este día.
—Escúchame bien, Rogelio, más te vale que en veinte minutos estés aquí, ya sea para ayudarme a escapar o en mi tortura, porque juro que iré donde sea que estés y te estrangularé sin compasión alguna o mejor aún, te cortaré tus bolas. Así que decide que prefieres.
Le colgué y no pude evitar tirar mi celular a la cama soltando un gruñido. ¿Por qué esto me pasa a mí?
—Paula. ¡Dios, Paula! Te ves bellísima, hija.
—Gracias, madre. —No la vi cuando entró a la habitación.
—¿Lista?
—Lista. —No, en lo absoluto, maldita sea.
—Tu padre y hermanos nos esperan abajo. Deben estar pidiendo el taxi.
—No, madre, vendrá una limusina por nosotros. Avísales, por favor mientras voy al baño un momento.
Me dirigí al baño mientras mi madre hablaba por teléfono. Entro y me miro al espejo, estoy muy linda, para que mentir, aunque me molesta el estúpido vestido al ser tan grande y me incomodan los tacos.
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Soy la esposa de mi jefe ©
RomancePaula ve una escena nada agradable de su mejor amigo teniendo sexo con la novia de su jefe, en la oficina del último piso y para no meterse en problemas, se hace de la vista gorda dirigiéndose a su escritorio para retirar su celular, en su transcurs...