Dos días después...
Agradezco al universo y a todos los Santos de que acabara mi laguna roja.
Y realmente quiero disfrutar de la enorme piscina que deben tener. No he ido a verla, pero de lo más seguro de que sea muy grande. Para finales de junio el calor se hace notar.
Me termino de preparar colocándome una falda tubo gris con una camisa beige y mis estorbosos tacos negros.
Le doy gracias a mi jefe que me haya comprado vestimenta de colores fríos y no tan llamativos. Aunque lo odié cuando me mostró toda la ropa que había comprado para mí. Me compró tanta que a la mía tuve que donarla, al menos la que no estaba desgastada.
Bajé ya lista y bañada a la cocina donde visualicé a mi querido jefe y si mal no recuerdo al mayordomo.
—Buen día —saludé a los presentes, sentándome.
—Buenos días, cariño —respondió con una leve sonrisa—. Te presento a Julián, el mayordomo. No pude presentarte con él, ya que estaba haciendo servicio en la casa de mis padres.
—Un gusto, señora. —Estrechó mi mano.
—Encantada, Julián —le respondí igual.
—Si necesitas algo, puedes pedírselo a él, además de Laura o Madeline.
—Bien. Gracias, Julián.
—No hay de qué, para mí un gusto. Con permiso entonces.
—Claro —contestó Alessandro.
Luego que se fuera apareció Madeline con mi café y salió nuevamente, dejándonos desayunar.
—Hoy tengo reunión, así que saldrás un poco más temprano.
—Okay. Entonces, llevaré a Ethan a dar un paseo —le informé comiendo una tostada con mantequilla.
—Me parece bien. Pero no quiero que regresen tarde.
—Sí, patrón.
—¿Qué dijimos de tu sarcasmo? —dijo serio.
—Es algo que no podrás quitármelo. Estoy titulada en Sarcasmo.
—Eres imposible.
—Lo sé, lo sé —respondí como toda una diva.
—Correcto, miss sarcasmo, vámonos, no quiero retrasarme —demandó levantándose.
No evité virar mis ojos.
Es el jefe, ¿qué retraso tendrá?
—Vi lo que hiciste, no me lo vuelvas hacer. O atente a las consecuencias. —Me asustó cuando se giró para decirme eso.
—¡Uy! Qué miedo tengo —respondí con ironía moviendo mis manos en forma de burla.
—Búrlate, luego quiero verte decirlo con la misma ironía —me dijo, acariciando mi barbilla, mofándose.
Al salir subimos al auto y él conduzco hasta la empresa.
֍֍֍
Como era medio día ya, el hambre se hizo presente.
Estaba tan metida en mis pensamientos que no noté que del ascensor había salido Ethan y Madeline.
Era raro verlo aquí, nunca había venido.
—¡Hola, Paula! —Corrió hacia mí.
—Hola, mi pequeño. ¿Qué haces aquí?
—Lo traje porque así me lo pidió el señor —respondió Madeline.
ESTÁS LEYENDO
Soy la esposa de mi jefe ©
RomancePaula ve una escena nada agradable de su mejor amigo teniendo sexo con la novia de su jefe, en la oficina del último piso y para no meterse en problemas, se hace de la vista gorda dirigiéndose a su escritorio para retirar su celular, en su transcurs...