En el trayecto a la cabaña nos encontramos a una pareja conocida de Alessandro, siendo dos socios de la empresa y eso llevó a que Ethan fuera amigo del hijo de ellos.
A todo esto, terminó por convencerlo a Alessandro para que lo dejara dormir con su amigo esta última noche aquí.
Acabó por darle el visto bueno y luego de unas reglas y condiciones, al fin pudimos llegar sanos y salvos a la glamurosa y acogedora cabaña.
A penas llegué, no hice más que meterme a la ducha y durar unos veinte minutos allí. Estaba llena de arena y sudor.
Cuando salí noté que Alessandro había hecho lo mismo en el baño de Ethan. Se acercó a mi lado y abrazó mi cintura desde atrás, aspirando el aroma de mi cuello. No pude ni terminar de ponerme el short de licra, así que me quedé con una enorme camiseta de él y debajo mi ropa interior.
-¿Sabías que me torturas cuando llevas puesto esta clase de ropa?
Sonreí como boba y él también haciendo que mi piel se erizara por su respiración cercana.
-Entonces mi amarre funciona a la perfección.
-Oh, claro que sí, nena. -Me volteó para que lo mirase-. Admite que te encanta tenerme así de jodido.
-No lo voy a negar. -Mis hombros se alzaron con inocencia mirando como se fascinaba ojeándome.
-Ya que es nuestra última noche, ¿qué tal si disfrutamos la botella que nos regaló tu madre?
-Me parece una excelente idea.
Fue en busca de la botella, no antes de depositar un suave beso sobre mis labios. Mientras él se dedicó a servir en las copas, yo me dejé caer en el sillón buscando algo para ver en la gran pantalla.
Se posicionó a mi lado dándome la bebida oscura mientras observábamos la película. Ni sé cuál era, solo hice zapping y la dejé en un canal cualquiera.
-A salud de nosotros -predispuse perdiéndome en esos bellos ojos.
-De nosotros entonces.
Las copas chirriaron al tocarse y fue señal de poder ingerir la bebida tóxica a nuestro sistema.
Nos la pasamos hablando de la película, mientras la veíamos o sabíamos cambiar de vez en cuando a algún tema referido a otra cosa.
Pero al cabo de una media hora, me di cuenta de que Alessandro se comportaba un poco inquieto. Yo también me sentía algo rara, pero lo tomaba más por el alcohol, ya que no estaba acostumbrada. Se movía como si tuviese gusanos caminarle por el cuerpo, su respiración era más elevada de lo habitual y sabía pasarse las manos por sus muslos. Entre más bebía la copa, más se exaltaba.
-¿Estás bien? -Lo vi tragar otro sorbo, como tratando de calmar fuego de su interior-. Creo que ya fue suficiente de alcohol por esta noche -opiné sacándole la copa de la mano para dejarla en la mesa ratonera.
-No sé qué me sucede. Nunca me había pasado esto -expresó frotando su cara.
-¿Quieres agua? -cuestioné tocando su frente y sin duda alguna su piel se encontraba un poco caliente.
-Quiero otra cosa. -Lo miré sin comprender a qué se refería, pero antes de preguntar, llevó mi mano a su entrepierna.
Eso no era un miembro durmiendo, obviamente.
«El gusanito despertó.»
Que digo gusanito, lo que mi mano tocaba era la torre Eiffel en su esplendor.
-Pero...
-Realmente te necesito, preciosa -musitó tomando mi rostro con ambas manos y me acercó a la suya-. Siente como estoy, no me dejes con bolas azules... -suplicó acariciando sus labios entre los míos.
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Soy la esposa de mi jefe ©
RomansPaula ve una escena nada agradable de su mejor amigo teniendo sexo con la novia de su jefe, en la oficina del último piso y para no meterse en problemas, se hace de la vista gorda dirigiéndose a su escritorio para retirar su celular, en su transcurs...