Me acuesto sobre el mullido colchón sintiendo las suaves y limpias sábanas tocando mi piel.
Alessandro imita mi acción luego de salir del baño con su pantalón de pijama solamente. Se ve tan sexy sin camisa y como se le marcan esas líneas llegando casi a la ingle.
Cierro los ojos fantaseando miles de cosas a causa de ello hasta que el movimiento que hace para acomodarse sobre el colchón me espabila. De pronto su cabeza va a parar en mi barriga mientras coloca su oreja sobre esta y tararea una melodía que no había escuchado antes.
Acaricio su pelo, jugando con este, mientras que también toco delicadamente su espalda.
—Es increíble que aún no se haya movido —recita con algo de desmotivación.
—Tranquilo, cariño, ya lo hará. Será cuando él o ella quiera.
—¿Qué piensas que sea?
—No lo sé.
Me encanta esta acción suya, se le nota que estar así lo relaja, al igual que a mí.
—¿La gala será mañana? —cuestioné recordando esa tonta fiesta.
—Sí. Como todos los años.
Era la fiesta anual de año nuevo que hacía la empresa para todo aquel que formaba parte de esta. En cualquier ámbito que sea. Yo fui solamente el primer año que empecé a trabajar ahí. Después no le encontré sentido ir sabiendo que me llevaba con no más de tres personas y una de ella era Rogelio. En la mayoría de compañías hacían la gala antes de año nuevo, pero en esta el consejo prefirió hacerla el tercer día de enero.
Y recordando a Rogelio, me hizo acordar que debo llamarlo. No lo saludaba desde Navidad. Me agradaba que aún estuviera en relación con Alan, seguramente antes que se fueran mis padres estaría aquí chupándoles las medias como siempre.
—Paula...
—¿Ohm?
—Ella tendrá que estar presente, por eso mismo no estás obligada a acompañarme, si no quieres. —Se refería a Evelyn, era obvio que estuviese si era parte también del estúpido proyecto.
Odia compartir hasta el mismo aire con ella, pero ni loca dejaba ir solo a mi esposo. Menos estando esa víbora.
—Ya lo suponía. Pero de igual manera te acompañaré.
—¿En serio? —preguntó de repente, alzando su cabeza.
—Sí, te prometí que estaría acompañándote siempre mientras pueda.
Me sonrió y colocó sus labios sobre los míos, generándome escalofrío el roce de estos.
Se puso bien en su lugar y me abrazó dejando mi cabeza sobre su pecho.
—¿Eres feliz, Paula? —su pregunta repentina llamó toda mi atención.
Era una simple pregunta, pero que implicaba muchas respuestas no tan concretas al final.
—Claro. ¿Por qué lo preguntas? —Me decidí responder con el sentimiento que en el momento así lo sentía.
—Quería verificar si estaba yendo por el camino correcto.
Suspiré.
—No te atormentes, Alessandro. Estoy viviendo felizmente a tu lado y el de Ethan. No te presiones más de la cuenta, solo deja que fluya todo —lo calmé mirando fijamente a sus ojos.
—Me lo repito a diario. Anhelo que esta relación perdure positivamente para nosotros, al menos el mayor tiempo que se pueda —me murmuró acariciando mi mejilla.
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Soy la esposa de mi jefe ©
Любовные романыPaula ve una escena nada agradable de su mejor amigo teniendo sexo con la novia de su jefe, en la oficina del último piso y para no meterse en problemas, se hace de la vista gorda dirigiéndose a su escritorio para retirar su celular, en su transcurs...