Tres días después...
—¡Rápido, Mami! ¡Métete!
—Ya voy, rey. No te desesperes.
Quité el cubridor que me había puesto encima del traje de baño y lo dejé sobre la reposera para luego bajar las escaleras y entrar al agua.
Inmediatamente, Ethan se retiró de la orilla de la piscina y nadando llegó a mí para abrazarse a mi cuerpo como un koala.
—Eres hermosa, mami —halagó con una sonrisa y me miraba con un destello en sus ojitos.
—No más que tú, mi pequeño. —Besé sus dos cachetitos haciéndolo reír.
—¿Podemos jugar?
—¿Qué quieres jugar?
—A encontrar aquellos Legos. —Señaló los bloques que se encontraban a la orilla de la piscina.
—Bien, pero sin hacer trampa.
—El que lo dice lo hace. —Se río y también lo hice por dejarme muda.
Caminé con él hasta el lugar y empezó a lanzar los bloques al agua mientras nos tapábamos los ojos para no ver.
—Ya. Ahora podemos buscarlos —me dijo mientras se bajaba de mis brazos.
—Quien gane tiene premio —anticipé.
—¡Genial! —Sonrió de oreja a oreja.
—Uno... Dos... ¡Tres!
Los dos nos pusimos a buscar aquellos bloques por toda la piscina. Obvio, sin irnos a la profundidad.
Luego de unos segundos después, Ethan había encontrado gran mayoría dejándome perdedora.
—Como yo gané, quiero mi premio —dijo sentado en la orilla mientras estábamos cara a cara.
—Eso es lo justo. Y tu premio será un pastel de lo que tú quieras, ¿qué te parece?
—¡Sí!, ¡sí!, ¡sí! —Alzaba sus bracitos.
—¿Por qué tanta emoción? —preguntó alguien atrás de mi pequeño.
Cuando volteamos a mirar, era Alessandro.
—¡Papi! —Corrió a sus brazos.
—Despacio, hijo. Te puedes resbalar —le respondió tomándolo en sus brazos.
—Le gané a mami buscando Legos bajo el agua —le comentaba súper feliz.
—Que bien, campeón. ¿Y qué te ganaste?
—Me hará un pastel.
—Qué buen premio —le respondió intercambiando miradas hacia mí y él.
Lo dejó en el suelo y la mirada de mi pequeño cambió por completo a una de pena.
—Lo siento, papi, te mojé el traje. —Bajó su cabeza.
—No pasa nada, hijo. Debo ir a cambiármelo, no te preocupes, ahora ve y dile a tu nana que te ayude a secarte.
—Okay —le respondió para darse la vuelta y marcharse.
Y decidí salir del agua, así que caminé a las escaleras y al salir coloqué el cubridor. Al girarme me encontré con su mirada en mi cuerpo y con sus manos en sus bolsillos. Mi cuerpo se calentó de la vergüenza por su pesada mirada.
Caminé hacía él hasta acercarme e inmediatamente me tomó de la cintura sin importarle que se le calara más agua de la que tenía en su camisa.
—Hola —susurró cerca de mis labios para después besarme suave y delicadamente.
ESTÁS LEYENDO
Soy la esposa de mi jefe ©
RomancePaula ve una escena nada agradable de su mejor amigo teniendo sexo con la novia de su jefe, en la oficina del último piso y para no meterse en problemas, se hace de la vista gorda dirigiéndose a su escritorio para retirar su celular, en su transcurs...