》CAPÍTULO 12《

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—¿Cómo es posible que me hagas esto? Dime, ¿por qué me haces esto?, dime, ¿por qué?

La entrada de esa mujer es como ver una novela mexicana donde la mala del cuento entra para enfrentar a la protagonista. El problema aquí es que yo no lo amo y lo mejor es que yo no me quiero casar y, la madre del jefe supremo parece que tampoco está de acuerdo en que me case con él.

Ya veo de donde sacó lo guapo mi jefe, es alta de cabello rubio, contextura delgada, se nota a lenguas que es operada de los senos y trasero. Su exagerado maquillaje la hacen ver más cómica y lo peor del asunto es que lleva puesto un vestido rojo con un escote muy pronunciado, digo ese escote ya mismo llega a su estómago además de que los otros escotes que tiene en la espalda. A su edad, que creo que tiene más de cincuenta años, las arrugas que ocultó con las operaciones le están dando una vista nada agradable.

Es la segunda persona que grita peor que una mujer encontrando un ratón.

El primero es Rogelio, aún recuerdo cuando un ratón de campo se pasó enfrente de nosotros en el parque, Rogelio gritó como loca y yo reía hasta no poder más, me dolió el estómago tanto que no pude comer por el dolor.

—Madre, podrías comportarte, tenemos visitas. ¿Dónde está tu educación? —Por la forma en la que lo dijo parece que no se llevan muy bien. Hasta a mí me dolió esa mirada de indiferencia, la frialdad como lo dijo y su ira contenida.

—No me mires así. Soy tu madre. —La señora dejó de gritar, pero la forma en la que lo dijo se parece a mi jefe.

Esto es una pelea de miradas, por poco las miradas se convierten en puños.

—Entonces compórtate. Estoy arreglando asuntos importantes sobre mi boda. Así que te pido de la manera más educada que puedo que digas de una vez lo que quieres y te retires, ahora.

—Hijo, no te comportes así con tu madre. —Me perdí en la pelea de madre e hijo que recién me doy cuenta de que su padre está aquí.

¡Ay, por Dios!

Me retracto sobre a belleza de mi jefe que salió de su madre, mejor lo sacó de su padre. Tiene un cuerpo tonificado, no es mucho, pero se ve que se conserva muy bien, su edad la delatan, su cabello lleno de canas y sus ojos son azules con gris. Ya veo de donde sacó esos ojos mi jefe. A diferencia de su esposa, tiene puesto un traje bien elegante. No puedo levantarme, a duras penas puedo respirar.

—Ella vino a interrumpir...

—Eso no te da derecho a tratarla así. —No puedo creerlo, acaban de interrumpir a mi jefe. En este día seguramente va a llover granizo.

—¿Qué significa esto? —La madre de mi jefe sacó su celular y le comenzó a enseñar algo.

—Disculpe, señora Edna, pero se puede retirar un momento. Juan enséñale a la dama el jardín. Por favor disculpe las molestias —habló el padre de mi jefe a la señora Edna.

El mayordomo también apareció de la nada. Estoy comenzando a pensar que esta casa está embrujada.

Y como siempre, los demás empleados de la casa que estaban aquí en esta sala salieron rápidamente, al igual que la señora Edna y sus empleados. Así fue como nos quedamos solos, los padres de mi jefe y yo. La tensión es muy fuerte, el ambiente se siente pesado, mi jefe con su madre siguen viendo lo que hay en el celular.

Yo quiero salir de aquí antes de que yo termine en el fuego cruzado de esta familia.

—Disculpe, señorita, ¿usted es Paula? —me preguntó el padre de mi jefe acercándose con una sonrisa.

Tarde algún tiempo en reaccionar. Además de que su acento delata que no es de aquí. ¿De dónde será?

—SI, soy yo. —A penas pude levantarme, estoy muy asombrada, de cerca puedo ver lo parecido que son padre e hijo.

Soy la esposa de mi jefe ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora