》CAPÍTULO 49《

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Llegado el sábado, ya nos encontrábamos preparándonos para asistir al evento que Alessandro me había enunciado con anticipación.

La mejor parte de este día era que podía matar a mi querida hermana. Sarcasmo, obviamente. Alessandro la invitó a pasar unos días con nosotros, antes de que volviera a trabajar en el crucero, y ella, que no es ni lerda ni perezosa, aceptó. De igual manera, a pesar de que le conté todo lo que nos había hecho en el viaje, su única reacción fue reírse y como si fuese poco, me dijo que le agradeciera su hazaña.

Volviendo con lo otro, me encontraba mirándome al espejo, buscando mi aprobación a mi vestimenta. La había elegido Alessandro para mí. Esta constaba en un largo vestido verde esmeralda perlado que combinaba con el color de mis ojos; y tacones color negro. El maquillaje no era tan pronunciado y el cabello lo llevaba suelto con unas simples ondas. Y sobre la pierna descubierta portaba un legchain en el cual en el medio colgaba una serpiente.

Hacía que mi muslo se viera sexy.

Me gustaba porque era elegante, pero a la vez relajado.

Viéndome todavía en frente del espejo de cuerpo completo, vi entrar la presencia de Alessandro en un traje gris muy seductor. Nuestras miradas se conectaron y automáticamente sonreímos como bobos. Se posó detrás de mí, abrazándome por la cintura y apoyó su mentón sobre mi hombro, observándome por el espejo.

-Eres muy hermosa. -Depósito un beso en mi cuello haciendo que en mi boca apareciera una sonrisa genuina.

-Tú también estás muy guapo -halagué sincera.

-No dejes que nadie apague tu luz, Paula -se sinceró para luego tomar mi mandíbula y voltearla hacía él, robándome un apasionado beso que me dejó todo el cuerpo temblando.

Solamente pude asentir con una sonrisa en mi rostro cuando el aire y la cordura se dispusieron a volver a mi cuerpo.

-Tengo un regalo para ti -comentó sacando una caja mediana de su saco.

-¿Qué cosa?

Lo miraba atenta, mirando como de esta contenía un collar muy lujoso con tres diamantes que a simple vista se notaba que era lujoso. Tenía un diamante circular y uno cuadrado a cada lado de este. Mis ojos se abrieron de impresión, era la primera vez que veía algo tan llamativo y brilloso.

Lo pasó sobre mi cabeza dejándolo en mi cuello y luego que abrochara las dos puntas, todo esto mientras yo me maravillaba con la vista de verlo en mí; volvió a tomarme por la cintura subiendo sus comisuras.

-El Topacio Azul es el diamante perteneciente a diciembre. Es tu Diamante.

-Es precioso. Muchas gracias -agradecí girándome y plantándole un beso mientras abrazaba su cuello y él mi cintura.

Era muy lindo su gesto de detalle.

-Es tan precioso al igual que tú, mi amor. -Volvió a dejarme un casto beso-. ¡Ah! Y otra cosa...

«¿Otro obsequio?»

Me soltó para hurguetear en su bolsillo derecho de su pantalón con su mano, hasta que lo vi sacar un pequeño objeto de forma ovalada. Fruncí mi entrecejo desconcertada, pero solo duró unos segundos porque comprendí su función cuando sacó un diminuto control remoto.

-¡Oh, no! ¡Ni lo sueñes! -Retrocedí negando con la cabeza.

-Será divertido -evaluaba alzando una comisura acompañada de una ceja.

-Claro que no. No tendré un vibrador mientras estoy rodeada de personas.

Su brazo rápidamente rodeó mi cintura nuevamente, con el aparato en esa mano y tomó mi mentón con su otra mano.

Soy la esposa de mi jefe ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora