—¡Ethan deja de moverte! —El grito de mi jefe hizo que nos asustáramos con Ethan.
—L-lo siento, papi. —¡Ah, no! Agárrenme que lo madreo.
—¡Quédate quieto! —le gritaba mientras apretaba sus puños y Ethan se pegaba a mí.
—Oiga, deje de gritarle —le reprendí.
—¡Y tú, cállate, Paula! —Me miraba con fuego en sus ojos— ¡¿Cuántas veces te he dicho que no te metas?!
—No se da cuenta de que Ethan está aterrado. No fue para tanto.
—¡Dios! —gritó pasándose sus manos por su rostro. Y luego de eso no dijo nada más, solo se puso a mirar por la ventana apretando su mandíbula.
—Ven, pequeño —le decía mientras tanto lo alzaba y lo dejaba en mi regazo con la cabeza recostada en mi pecho y miraba a la ventana.
De sus ojitos brotaban lágrimas. Maldito cretino, como se atreve a gritarle así. Que ganas de partirle la madre.
Le limpiaba sus lágrimas y le acariciaba su cabeza.
A los veinte minutos llegamos a un restaurante de primera clase, muy bien refinado.
«Qué elegancia la de Francia». Ese meme me hizo acordar a esto.
Bajé con Ethan en brazos y me encaminé a la puerta del local mientras mi jefe me tomó de la cintura, quise apartarme, pero me fue imposible. Me sostuvo con fuerza y me susurro al oído: Ni se te ocurra apartarte de mí otra vez.
Su voz tan amenazante estremeció hasta la puntita de mi pie.
—Bonsoir, señor Alessandro. —Saludó el mesero. «Uh lalá, señor francés», me acordé de otro meme. Perdón, perdón, ya paro—. Mademoiselle —Creo que me saludó a mí, solamente le hice un asentimiento.
—Bonsoir. —Al menos le correspondió el saludo.
Nos condujo a una mesa más apartada de las otras y bien elegante. Esto sí que es clase alta. Ni trabajando toda mi vida podría venir a comer aquí.
Cuando llegamos me encontré con una pareja muy selecta, apenas nos vieron, se levantaron y pensé, ¿por qué tanta elegancia para recibirnos? Y luego recordé, son de la alta sociedad, o sea todo el lujo posible.
«Que tonta Paula.»
El hombre era parecido a mi jefe, pero se parecía mucho más a la gritona de su mamá. O sea, a mí "suegrita".
—Bonne nuit mon frère (Buenas noches, hermano) —le saludó estrechando su mano el hombre, que supongo debe ser su hermano—. Mademoiselle. —Eso fue para mí. Hizo el mismo gesto que el mesero, sino que también le sumó el apretón de mano, esto me hace sentir importante. Le devolví el saludo con una sonrisa.
—Bonne nuit, Alex. —Ahora que me doy cuenta, están hablando francés. Como siempre yo de lenteja—. Madame —le saludó mi jefe estrechando su mano a la joven que estaba al lado de su hermano.
—Bonsoir Monsieur, Alessandro. —Esta chica parece sacada de una serie de la realeza—. Madame —Su saludo a mí fue más reacio. Me escaneo de pie a cabeza y me miró con una sonrisa forzada.
¿Y está quién se cree? Mira que la reina Isabel ya ocupa el lugar de reina.
—Paula, él es mi hermano y su esposa, Carolina. —Me informó mi jefe—. Les presento a mi futura esposa.
—Mucho gusto.
—El gusto es de nosotros. —El acento era igual al del padre de mi jefe. Claro, son franceses. Disculpen, estoy con un poco lerda—. Hola, Ethan.
—Hola, tío. —Lo saludaba estando aún en mis brazos mientras se refregaba sus ojos.
Luego de las presentaciones nos dispusimos a cenar mientras ellos hablaban de negocios y yo con la esposa de su hermano nos rebajábamos con la mirada. Dejé de desafiarla con la mirada hasta que Ethan me pidió que lo acompañara al baño.
Después volvimos a nuestros respectivos lugares y para ese entonces ya estaban hablando de cómo les estaban yendo con su puesto en la corte o algo así. No le di mucha importancia, bueno, hasta que me nombraron a mí, mejor dicho, mi jefe me nombró y comentó de la boda.
Me recordó de nuevo ese estresante asunto. Y bien, acá estoy tragándome todos los insultos que quiero gritarle.
—¿Cómo hiciste para robarle el corazón a este hielo de hombre? —me preguntaba su hermano burlándose de mi jefe.
¿Tiene corazón?
—Ohm... creo que con el paso del tiempo trabajando para él. —Ni en sus sueños pasaría eso.
—Ah, eres su simple secretaria. —Que ganas de sacarle esas extensiones falsas. Pero a mí no me la juega, vamos a ver quién es más astuta.
—Soy mucho más que su secretaria, el título de algo no define a una persona, a la persona se lo define por sus actos y sentimientos. No por ser su secretaria soy poca cosa. Soy una persona común y corriente como cualquiera de aquí. —¡Toma eso, turra!
Pero es la verdad. Si no fuera el hecho que mi jefe me amenazó a casarme con él, no quiere decir que obviamente pudo pasarles a otras personas el tener este romance que sucediera de jefe-empleada o viceversa y no por eso no se merecen ser felices. Por un simple "título" impuesto por la sociedad, el sí soy tu empleada o empleado, soy poca cosa en la raza humana. Qué mente conservadora, por Dios. Somos seres hechos con razonamiento y lógica, todos merecemos igualdad.
Volviendo a su cara, me quiero reír de esta.
Te dije que no te metieras conmigo, estúpida.
—Pues, tiene lógica, pero hay ciertas personas que no merecen ese pensamiento. —Al decir «ciertas personas» lo dijo rebajándome con la mirada.
Obviamente, era para mí esa indirecta. Maldita idiota.
—Discúlpame, pero no estoy de acuerdo contigo, todos se merecen la misma igualdad. Y no por ser secretaria de mi futuro esposo, soy poca cosa para él. —Mierda, ¿qué dije?
En ese momento caí en la realidad de donde me encontraba y con quién. Miré disimuladamente a mi jefe y tenía una sonrisita de diversión, y de triunfo mientras miraba a la de extensiones falsas. Luego miré a Ethan y su sonrisa era de orgullo. ¿Abra entendido lo que dije?
—Sí que se sabe defender —decía mi cuñado con sus comisuras alzadas, lo que hizo que su esposa le reprochara con la mirada.
—¿Hablaste con nuestros padres? —Menos mal, mi jefe cambio el tema o si no me tiraría encima de la "señorita perfecta".
Estuvieron hablando por unos minutos más hasta que mi jefe ordenó que era hora de irnos. En el auto fue solo silencio y yo como siempre me perdí en mis pensamientos. Gracias a Dios tuvo compasión por mí y me dejó en mi humilde morada, pero no quería dejar a Ethan solo.
No nos habíamos arreglado luego de la pelea en el auto que sucedió anteriormente y por ello tenía miedo de dejar mi pequeño solo con él. Sé que es su padre, pero está más que evidente que le grita cuando se le da su real gana.
Al llegar al departamento estaba todo en silencio. Busqué a Rogelio, pero no estaba.
Estaba agotada, así que me cambie a mi pijama, fui al baño y me acurruque en mi cama tratando de conciliar el sueño, ya que al día siguiente me casaba.
Ojalá y no despierte o algo impida este compromiso.
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Holissss😊
Mil disculpas por la tardanza tuve problemas con la conexión de wifi y no pudo ser arreglado hasta hoy.
Para las que me respondieron a mi pregunta en el capítulo anterior. Sí, haré un capítulo de Alessandro así que no se preocupen. Gracias como siempre por su apoyo y ya saben si les gustó comenten y dejen su estrellita. Y por fin llego el gran momento; su boda. Y como ultima cosa quiero que me dejen ideas de que quisieran que suceda en esta pareja, acuerdensen que son parte de esta bella historia. 🙂B esoss💕
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Soy la esposa de mi jefe ©
RomancePaula ve una escena nada agradable de su mejor amigo teniendo sexo con la novia de su jefe, en la oficina del último piso y para no meterse en problemas, se hace de la vista gorda dirigiéndose a su escritorio para retirar su celular, en su transcurs...