》CAPÍTULO 31《

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-¡Paula! -bramó corriendo hacia mí. Rodeó la cama y se sentó a mi lado para así abrazarme hacia su pecho-. Tranquila, ya estás en casa. Estás a salvo.

Sus palabras increíblemente me tranquilizaron y su calor corporal me hacía sentir segura.

-Señor Alessandro... -habló el doctor.

Olvidé que ellos seguían aquí.

Me separó un poco, pero sin dejar de abrazarme y ambos clavamos la mirada en el hombre de bata blanca y cabello canoso.

-... Su esposa se encuentra bien. Nada grave en aspecto físico. Solo contusiones que aplicando esta crema irán desapareciendo, -Le entregó un pomo circular-, y en estado mental le recomiendo terapia, obviamente si lo creen necesario.

-Gracias, doctor Vancouver -agradeció mi jefe.

-Gracias -susurré a penas.

-No me agradezcan, solamente llámeme por cualquier cosa. Bien, me retiro.

-Claro. Laura, acompáñalo hasta la salida, por favor.

-Por supuesto, señor -acató ella.

Luego de que salieron del cuarto, preguntó Madeline...

-¿Necesita algo, señora?

-Agua, por favor. ¿Cuánto llevo dormida?

Moría por un vaso de agua. Tenía la garganta muy seca y parecía que había dormido diez minutos.

-Casi dos horas, señora.

Pensé que fue menos.

Ella se acercó al buró donde había una jarra y sirvió en un vaso mientras Alessandro me inspeccionaba con disimulo. Ella caminó a mí y me dio a beber. Cuando terminé se lo devolví y volvió a dejarlo sobre el artefacto.

-Si me necesitan estaré abajo -anunció Madeline.

-Si, gracias -contestó él.

-Gracias, Madeline.

Al salir, Alessandro se aferró a mí sin querer soltarme.

Tenía la cabeza tan abrumada, cansada y frustrada que recién caía que él me abrazaba y no entendía muy bien el porqué de su reacción.

Este hombre me confunde tanto.

-¿Te sientes mejor? -preguntó él cuando se alejó de mí, tomándome de los brazos y quedando cara a cara.

-Más o menos. ¿Cómo me encontraste?

-Pues... -Sonrió leve con un suspiro- Entendí tu indirecta. Luego de encontrar tu ubicación llamé a la unidad de policía avisando y Jeffrey me ganó de ante mano, ya que fue a buscarte junto a la unidad al lugar. Yo como estaba a una hora y media de aquí por asuntos de la empresa no alcancé a llegar cuando te encontraron.

-Ohm... -afirmaba moviendo mi cabeza-. ¿Y cómo supo Jeffrey?

-Porque yo le avisé cuando colgué contigo.

Asentí.

Se levantó y caminó al closet, metiéndose en este.

-Mañana llamaré a la psicóloga para que te vea -anunció desde el armario.

-No la necesito, en serio. Estaré bien.

Eso creo.

A decir verdad, en ese momento puse como defensa el sarcasmo para que el golpe no fuera fuerte, pero ahora que había caído, sí que dolía.

Seguía en shock. Y mi cabeza estaba peor que si hubiese subido a una montaña rusa.

Alguien tomó de mi barbilla levantándola y era Alessandro que se había sentado en frente de mí, ya cambiado con su pijama mientras me miraba con intensidad.

Soy la esposa de mi jefe ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora