-¡Paula! -bramó corriendo hacia mí. Rodeó la cama y se sentó a mi lado para así abrazarme hacia su pecho-. Tranquila, ya estás en casa. Estás a salvo.
Sus palabras increíblemente me tranquilizaron y su calor corporal me hacía sentir segura.
-Señor Alessandro... -habló el doctor.
Olvidé que ellos seguían aquí.
Me separó un poco, pero sin dejar de abrazarme y ambos clavamos la mirada en el hombre de bata blanca y cabello canoso.
-... Su esposa se encuentra bien. Nada grave en aspecto físico. Solo contusiones que aplicando esta crema irán desapareciendo, -Le entregó un pomo circular-, y en estado mental le recomiendo terapia, obviamente si lo creen necesario.
-Gracias, doctor Vancouver -agradeció mi jefe.
-Gracias -susurré a penas.
-No me agradezcan, solamente llámeme por cualquier cosa. Bien, me retiro.
-Claro. Laura, acompáñalo hasta la salida, por favor.
-Por supuesto, señor -acató ella.
Luego de que salieron del cuarto, preguntó Madeline...
-¿Necesita algo, señora?
-Agua, por favor. ¿Cuánto llevo dormida?
Moría por un vaso de agua. Tenía la garganta muy seca y parecía que había dormido diez minutos.
-Casi dos horas, señora.
Pensé que fue menos.
Ella se acercó al buró donde había una jarra y sirvió en un vaso mientras Alessandro me inspeccionaba con disimulo. Ella caminó a mí y me dio a beber. Cuando terminé se lo devolví y volvió a dejarlo sobre el artefacto.
-Si me necesitan estaré abajo -anunció Madeline.
-Si, gracias -contestó él.
-Gracias, Madeline.
Al salir, Alessandro se aferró a mí sin querer soltarme.
Tenía la cabeza tan abrumada, cansada y frustrada que recién caía que él me abrazaba y no entendía muy bien el porqué de su reacción.
Este hombre me confunde tanto.
-¿Te sientes mejor? -preguntó él cuando se alejó de mí, tomándome de los brazos y quedando cara a cara.
-Más o menos. ¿Cómo me encontraste?
-Pues... -Sonrió leve con un suspiro- Entendí tu indirecta. Luego de encontrar tu ubicación llamé a la unidad de policía avisando y Jeffrey me ganó de ante mano, ya que fue a buscarte junto a la unidad al lugar. Yo como estaba a una hora y media de aquí por asuntos de la empresa no alcancé a llegar cuando te encontraron.
-Ohm... -afirmaba moviendo mi cabeza-. ¿Y cómo supo Jeffrey?
-Porque yo le avisé cuando colgué contigo.
Asentí.
Se levantó y caminó al closet, metiéndose en este.
-Mañana llamaré a la psicóloga para que te vea -anunció desde el armario.
-No la necesito, en serio. Estaré bien.
Eso creo.
A decir verdad, en ese momento puse como defensa el sarcasmo para que el golpe no fuera fuerte, pero ahora que había caído, sí que dolía.
Seguía en shock. Y mi cabeza estaba peor que si hubiese subido a una montaña rusa.
Alguien tomó de mi barbilla levantándola y era Alessandro que se había sentado en frente de mí, ya cambiado con su pijama mientras me miraba con intensidad.
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Soy la esposa de mi jefe ©
RomancePaula ve una escena nada agradable de su mejor amigo teniendo sexo con la novia de su jefe, en la oficina del último piso y para no meterse en problemas, se hace de la vista gorda dirigiéndose a su escritorio para retirar su celular, en su transcurs...