Tres días después...
-¡Vamos, Paula! ¡Defiéndete! -gritó el entrenador.
Me tenía en el suelo mientras él estaba entre mis piernas y con sus brazos hacía una mínima presión en mi cuello.
Esta posición me recordaba mi trauma con respecto a mi secuestro y me había dejado algo bloqueada.
-¡Te estoy atacando, Paula! ¡Haz algo! -volvió a chillar.
Levanté mi pierna derecha y la pasé por debajo de su axila, mientras la otra pierna la enrollé por su cuello y tomé sus brazos con ambas manos para que soltara mi cuello y así dejarlo tumbado a mi lado.
-Excelente, Paula. Así se hace -alabó mientras se levantaba y me ayudaba.
-Gracias -agradecí con la respiración agitada.
Hace tres días que había comenzado con las clases de defensa personal como había exigido Alessandro y había avanzado bastante. Conocía varias técnicas de defensa. Y el profesor era muy bueno la verdad.
Unos aplausos se escucharon en la entrada del gimnasio e hizo que miráramos hacia el umbral.
Era Alessandro acercándose a nosotros con una leve sonrisa.
«Ay, Santo.»
Qué sexy luce.
-Lo hiciste muy bien -felicitó llegando a nuestro lado.
-Gracias.
-Es lo que le decía. Aprende rápido y si sigue así, en unos cuantos días ya podrá ser liberada -informó el profesor.
-Gracias, Dante.
-No hay de qué, Alessandro. Entonces, por el momento, ya acabó la clase.
-Gracias -agradecí.
-Para mí, un gusto. Mañana nos vemos en la otra sesión.
-Claro. Te espero.
-Adiós, muchachos -saludó el hombre aguerrido.
-Adiós -saludamos al unísono con mi jefe mientras lo veíamos salir.
Caminé a buscar mi botella de agua que se encontraba en el suelo y comencé a beber con desesperación.
Creo que debo hacer más cardio.
Nah, mucha flojera. Será luego.
-Me alegra que estés aprendiendo rápido -comentó él desde atrás.
-Sí, eso me reconforta -dije al girarme-. Pensé que vendrías hacer ejercicio.
Su musculatura se debe a que se ejercita en el gimnasio que justamente lo tiene en la mansión.
Yo me enteré cuando comencé con la defensa personal.
Ahora que lo pienso debe tener hasta un zoológico y yo ni enterada. O hasta un cuarto rojo como Cristián Grey, de eso no lo dudo.
Sacudí la cabeza apartando el pensamiento.
-No, tuve que hacer unos papeleos. -Asentí.
-¿Y Ethan?
-Fue a la casa de un compañero de colegio.
-¿Cómo fue que lo dejaste ir? -pregunté sorprendida.
-Es un niño, no puedo tenerlo enjaulado como un animal.
-¡Guau! Al fin lo entendiste -me mofé divertida.
-Ya cállate y vamos a que comas algo.
-Sí, patrón. -Hice como un soldado y comencé a caminar como uno mientras él suspirando me siguió.
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Soy la esposa de mi jefe ©
RomancePaula ve una escena nada agradable de su mejor amigo teniendo sexo con la novia de su jefe, en la oficina del último piso y para no meterse en problemas, se hace de la vista gorda dirigiéndose a su escritorio para retirar su celular, en su transcurs...