—¿Te gusta? —me preguntaba mi jefe mientras cerraba la puerta de la habitación.
—Es muy elegante y muy bonito —comentaba mirando detalladamente el lugar.
Todavía no me acostumbro a la elegancia que están acostumbrados.
—A tu derecha está el baño y tu maleta la dejaron en aquel sillón. Bajaré un momento, ya regreso.
—Bien.
A penas salió tomé mi maleta para mirar que había adentro de esta porque yo no la hice, sino mi hermana y madre.
No me jodas, sabía que meterían cosas muy provocativas. Solo hay Baby Doll sensuales y unos pijamas de blusa de tiras y shorts muy cortos. Joder, ¿y ahora que hago?
Encima debo dormir con él. No, pues, si sigo con esta suerte no necesitaré ni enemigos.
Cogí los shorts con la blusa y me metí al baño para cambiarme.
Este baño te dice: «Vengan aquí a pasar una excelente noche de bodas».
Dios, lo que me faltaba. Me cambio lo más rápido posible antes que llegue él y salgo. Cuando estoy conectando mi teléfono aparece mi jefe en la habitación.
¡Ay, no!
Debo tener mis mejillas más rojas que un tomate y la mirada provocativa de mi jefe no me ayuda para nada. Sin perder más tiempo me metí a la cama y me cubrí con las cobijas.
—No me mire de esa manera, yo no guardé esta ropa.
—¿Segura? ¿O ya quieres que concibamos a nuestro hijo? —¡¿Está loco?!
Necesito algo helado para mis mejillas, ya queman.
—¡¿Qué?!
—Yo estoy dispuesto, ¿necesitas motivación? Eso no es problema —lo decía muy tranquilo, burlándose de mi cara y acercándose sigilosamente.
—¡Ya, deje de hablar estupideces! —Solo logré que se ría más en mi cara, bufé, molesta, así que me puse de lado y me acomodé en mi lugar.
Luego de unos minutos escucho la ducha y después a él caminando por la habitación. Hasta que sentí hundirse al lado mío, apagar la lámpara y acomodarse.
En el momento que quedó todo en silencio, su brazo rodeó mi cintura.
¿Soy yo o cogió mucha confianza?
—¿Qué hace? Podría soltarme —le decía mientras trataba de soltarme de su agarre y movía mis caderas para quitarlo, pero fue hasta que me sujeto estas, asustándome y susurró a mi oído...
—Yo que tú, dejo de moverme a menos que quieras que la situación cambie.
—N-no... cambiará nada.
—No me tientes, sabes que podemos procrear a nuestro hijo y que quede aquí —susurraba en mi oído y se pegaba a mi espalda aún más, dándome caricias en mi vientre.
Hace calor, ¿no?
Necesitaba aire, faltaba mucho el aire en el lugar.
—Deje de molestar y duérmase. Y apártese, quiero mi espacio.
Escuché su risita burlona y después de eso si pude dormir tranquila.
֍֍֍
Apenas abrí los ojos tuve que tomarme un momento para que mi cerebro procesará dónde estaba, al moverme sentí un peso sobre mi abdomen y que me abrazaban. Al mirar que era lo que me estorbaba, vi a mi jefe acostado en mi vientre, abrazándome y encima sin camiseta, con su tórax al desnudo.
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Soy la esposa de mi jefe ©
RomancePaula ve una escena nada agradable de su mejor amigo teniendo sexo con la novia de su jefe, en la oficina del último piso y para no meterse en problemas, se hace de la vista gorda dirigiéndose a su escritorio para retirar su celular, en su transcurs...