-Iré a despedir a mi familia -le avisaba a Alessandro.
-Bien, yo te llevaré para también despedirlos -afirmaba levantándose de la silla-. Vamos, hijo.
-Sí, papi.
-Pero esperen que recoja la mesa -casi le gritaba, pero ya estaban saliendo por la puerta.
-No se preocupe, señora, lo haré yo -me dijo Madeline con una sonrisa.
-Muchas gracias, Madeline.
Agarré mi cartera y salí de la mansión donde me estaban esperando en el auto.
El camino fue tranquilo y no hubo ningún percance. Hasta que llegamos al aeropuerto. Ayudé a bajar a Ethan y mi jefe entrelazó nuestras manos. Me estaba gustando esto, pero le tenía miedo al resultado.
-¡Hola, hija! -saludaba mi madre, apenas nos visualizó-. ¡Hola, querido!
-Hola, mamá, papá, feos -saludé.
-Hola, señores Mitchell -saludó Alessandro, y luego con un asentimiento a mis hermanos, el cual nos devolvieron a nosotros.
-¡Hola, pequeño Ethan! -casi gritó Valentina alzándolo a mi pequeñín.
-¡Hola, tía Valentina! -Se veía tan feliz con ella-. Y Hola a todos.
-Veníamos a despedirnos -comuniqué.
-Oh, hija, no era necesario. De seguro debían hacer otras cosas -decía mi padre.
-Claro que era necesario -le aseguraba mi jefe.
-¿Cuándo irán para casa, mi amor? -cuestionaba mi madre.
-No lo sé, madre. Cuando Alessandro quede un poco liberado en la empresa.
-Muy pronto estaremos por allí -aseguraba él.
-Está por salir nuestro vuelo -comunicaba Ignacio-. Adiós hermana, adiós, cuñadito, me la cuidas. -Y como siempre mi hermano tan cuidador.
-Por supuesto, cuñado. -Fue raro escucharlo decir eso.
-¡Adiós, hija, adiós querido! -saludaba mi madre dándonos un abrazo.
-Adiós, mi pequeña, me la cuidas jovencito.
-Claro, señor. No se preocupe.
-Adiós, hermanita, esto es para ustedes -me decía Valentina dándonos unos brownies-. Adiós, cuñadito. Solo pueden comerlos ustedes. -Oh, Valentina, ¿qué hiciste ahora?
-¿Qué le echaste, Valentina?
-Un ingrediente especial, nada malo.
-¡Vamos, Valentina! -le gritaban el resto de mi familia en la puerta de abordaje.
-¡Voy! Que lo disfruten.
Luego de salir de ahí me quedé pensando lo de Valentina, pero no llegué a ninguna conclusión.
Una hora después habíamos llegado a casa y ya estábamos listo para ir a la gala. No soy mucho de vestidos, pero el evento lo ameritaba, así que me puse un vestido color vino de tiras con un tajo en la pierna izquierda.
-Paula, me ayudas con el corbatín, por favor -me decía mi jefe bajando las escaleras.
-Claro. -Me levanté del sillón y me posé al frente suyo.
Estaba como los mismísimos Dioses con ese traje azul marino y su loción me estaba dejando perdida realmente.
-Estás muy hermosa -susurraba posando sus manos en mi cintura y observándome descaradamente.
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Soy la esposa de mi jefe ©
RomancePaula ve una escena nada agradable de su mejor amigo teniendo sexo con la novia de su jefe, en la oficina del último piso y para no meterse en problemas, se hace de la vista gorda dirigiéndose a su escritorio para retirar su celular, en su transcurs...