CAPITULO 45

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CAPITULO 45

Dorian.

Lanzo a Harriet a la cama, la estúpida está medio inconsciente. Se queja y gruñe, pero no se mueve de la posición en la que cayó. No sé porque mierda no la dejé tirada en el suelo. Es lo minino que se merece después de lo que hizo. Su culo ensangrentado me queda a la vista, la maldigo por estar tan malditamente buena y haber disfrutado de las cogidas que le di de una forma deliciosa.

Sus gemidos, jadeos, todas las veces que me dijo "Papi" se repiten una y otra vez en mi mente negándose a irse. El cuchillo en su trasero, esa imagen fue digna de una puta foto. Estoy mareado y algo aturdido. Perdí mucha sangre por las cortadas que provocó en mi cuerpo. Debería estar encabronado con la estúpida, lo estoy, pero hay algo más fuerte que supera a mi enojo. La quiero matar, pero eso me lo impide.

Maldita perra.

¿Qué mierda estoy pensando?

Sacudo la cabeza caminando hacia el baño, queriendo dejar de pensar estupideces. Es enorme, al igual que la ducha y elegante; muy Harriet. Me detengo frente al espejo para ver lo que la perra me hizo, en el abdomen tengo... ocho cortadas, tres de ellas profundas, una más de las otras dos. Me duelen al estirarme o hacer cualquier tipo de esfuerzo, habían dejado de sangrar, pero con toda la fuerza que hice cogiéndomela volvieron a hacerlo.

En el cuello tengo una marca por el cinturón con el que la estúpida me ahorcó hasta dejarme inconsciente, por ahora está de color rojizo. Mañana estará morada. Tengo frio y estoy sudando. Mi piel esta pálida. Como doctor sé que después de haber perdido la cantidad de sangre que perdí yo no se deben hacer esfuerzos físicos de ningún tipo y la forma en la que me siente son consecuencias de eso.

De pronto todo a mi alrededor se mueve, me tambaleo un poco antes de poder recargarme en el lavabo. Puta madre. Cierro los ojos y respiro esperando a que pase, pasan minutos antes de que comience a pasar, pero no se quita del todo.

Camino a la ducha, abro la llave del agua fría. Me cala en la espalda, pero se siente bien en las heridas. No duro mucho debajo del agua, no puedo con el mareo que no se va. Quiero agua, tengo mucha sed, pero no creo poder bajar las escaleras sin tropezar, me seco el cuerpo antes de irme a la cama. Harriet sigue en la misma posición. Le doy una nalgada con las pocas fuerzas que me quedan provocando que gruña por lo bajo. Me dejo caer en la cama y enseguida me arrepiento por el dolor que siento en el trasero. Maldita hija de puta.

Puta alarma de mierda. Lleva sonando más de cinco minutos seguidos, pensé en apagarla, pero me detuve al escuchar a Harriet quejarse, gruñir, bufar y removerse en la cama molesta. Me semi siento recargando la cabeza en la cabecera de la cama, me duele la cabeza y los ojos me pesan por la falta de dormir. Al doblarme un poco me duele el abdomen y el trasero.

Harriet estira el brazo izquierdo hacia el mueble al lado de la cama, lo palmea buscando su celular que es el que suena. Bufa cuando no lo encuentra y se gira hacia el lado derecho chocando contra mi costado, se queda quita por unos segundos antes de alzar la cabeza encontrándose con mi mirada, tiene los ojos entrecerrados y el ceño fruncido. Algunos mechones de cabello le caen en el rostro.

—¿Qué carajo estas esperando para apagar esa mierda? —gruñe dejando caer la cabeza en la cama.

—Apágala tú, es a ti a la que le molesta, no a mí.

—Aja, el sedante que te di te deja doliendo la cabeza por el día, ese puto ruido te molesta tanto como a mí.

Razón tiene, pero no pienso apagarla. Alza la cabeza otra vez y se estira sobre mi alcanzando el celular, maltratándome el abdomen en el proceso, la empujo por los hombros haciéndola caer en la cama, boca arriba. Se queja y luego se estira soltando un ligero ruido de placer/alivio que enseguida despierta a mi polla. Cierra los ojos y rápidamente vuelve a quedarse dormida.

HarrietDonde viven las historias. Descúbrelo ahora