CAPITULO 57

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CAPITULO 57

Harriet.

Me dejo caer en la cama respirando agitadamente, me aparto el cabello que tengo pegado al rostro por el sudor. Estoy sudando entera, todo mi cuerpo está cubierto de el. Es desagradable, odio sudar. Respiro hondo por la nariz buscando regular mi respiración, la cual es un desastre.

Hemos cogido cinco veces, todas con orgasmos bastante complacientes. Sigo enojada, pero definitivamente las cogidas si me ayudaron a liberar un poco de tensión. Me siento un poco más en control. No espero a que los estragos del orgasmo pasen, me levanto con las piernas algo débiles y un poco mareada. Elian abre un ojo, esta recostado en la cama, jadeando. Aún tiene el condón puesto, le faltan fuerzas para quitárselo.

La polla se mantiene semi erecta, casi flácida. Bien podría seguir cogiendo, pero necesitaría unos minutos. Sin embargo, tomaré una ducha y me iré ya. Voy al baño, cerrando la puerta con seguro. Me apresuro a ducharme, solo para quitarme el sudor, el agua fría me despeja un poco más, sigo enojada, pero ya puedo pensar más claramente, con la cabeza fría.

Me medio seco el cuerpo con una de las toallas que hay en la repisa, la envuelvo en mi cuerpo. Salgo y encuentro a Elian sentado en el borde de la cama, mirándome, antes a la puerta, esperando a que saliera. Lo ignoro saliendo de la habitación, voy hacia la cocina en busca de mi vestido, una vez que lo encuentro suelto la toalla dejando que caiga al suelo y me coloco. Mientras lo hago Elian se posa detrás de mí.

—¿Te vas a ir a esta hora?

Es la una y algo de la madrugada. Lo ignoro poniéndome los tacones, eso claramente responde a su pregunta, pero vuelve a hacerla.

—Harriet casi son las dos —dice al no obtener una respuesta de mi parte. Paso por su lado yendo por mi bolso. Lo oigo resoplar y seguirme, apenas voy a tomar el bolso cuando me toma del cuello dándome la vuelta bruscamente, la mano se desliza hacia mi cabello tomándolo con un puño para que lo mire.

—Te estoy hablando —dice en un tono muy elevado, demasiado para el humor que tengo.

—Y yo te estoy ignorando —le aclaro con el mismo tono que él.

Suelta una risa sarcástica.

—A mí nadie me ignora —avisa llevando la otra mano a uno de mis senos, apretándolo por encima del vestido.

Me deshago de su agarre golpeándole ambos brazos, frunce el ceño cuando lo hago, noto como se molesta. Tensando todo el cuerpo, sobre todo la mandíbula. Tomo mi bolso y lo quito de mi camino yéndome al elevador. Me dice algo que no alcanzo a escuchar porque las puertas del elevador se cierran.


En el departamento lo primero que hago es quitarme la ropa y darme una ducha de verdad. Con mi champú y jabones. No me tardo mucho, tengo sueño. Dormiré unas tres horas antes de que suene la alarma. Al salir solo me seco el cuerpo y cabello, no me pongo ropa, me gusta andar desnuda, es más cómodo así. Antes de acostarme bajo por un vaso de agua, las cogidas me dejaron sedienta.

Entro en la cocina yendo directo a la alacena por un vaso, me giro para ir al refrigerador por agua fría, pero al hacerlo mi vista se desvía a la encimera de la cocina y mi mente se va a lo que pasó ahí con ese pendejo. Me giro hacia el refrigerador nuevamente, vierte un poco de agua en el vaso y... las cámaras.

Hay cámaras por todo el departamento, excepto en las habitaciones. Yo las puse. Vuelvo a mi habitación llevando el vaso conmigo, lo dejo sobre un mueble y busco mi laptop. Me siento en la cama abriéndola y encendiéndola, abro la aplicación de las cámaras, busco la grabación de ese día y luego la hora aproximada.

HarrietDonde viven las historias. Descúbrelo ahora