CAPITULO 72

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CAPITULO 72

Harriet.

Hoy estoy tan de buenas que ni ver al inútil de Steve me molesta. Ni siquiera los pacientes llorones logran molestarme, aunque sí me aburren, así que mientras me hablan yo me imagino lo que quiero hacer con Adam por haberme rechazado, es que ni quedarme con la calentura me descompone el buen genio.

Desayuno en mi consultorio, pensando en el trio que quiero hacer con Aline, en ese último encuentro que tuvimos estuvo más atrevida, se soltó un poco, dejó parte de la vergüenza de lado y se permitió experimentar. Espero que esté así en el trio, estoy segura de que accederá a hacerlo, aunque lo que vio pudo haberla trastornado, la excitó, pude verlo en su mirada.

No he tenido tiempo para ir a molestar a Dorian, he estado atendiendo a muchos pacientes, ni siquiera he podido ir con Erlik para sacarlo al jardín, únicamente hablé con él por media hora. Ya que tengo una hora libre me debato entre ir con Dorian o con Adam, a este último no lo he visto desde lo que pasó ayer, cuando llegué él todavía no lo hacía y en pocas salidas que he hecho del consultorio no lo he visto.

A Dorian me lo he topado en los pasillos, sigue haciéndose el indignado, no me voltea a ver ni de reojo. Aparenta no estar muriéndose de la rabia, ha estado pegado a Katie, haciéndola reír y sonrojar. No sé qué quiere lograr con eso, pero bueno. Me levanto y estiro, se siente rico luego de haber estado horas sentada, tomo mi celular y una hoja que necesito que firme Adam y salgo del consultorio yendo al de él, toco tres veces seguidas.

—Adelante —lo escucho decir.

Se yergue en la silla en cuanto me ve, yo sonrío por su reacción.

—Buenos días —saludo.

Devuelve el saludo en un susurro. Su espalda se va irguiendo más conforme me acerco, rodeo su escritorio sentándome en el borde del mismo, quedo muy cerca de él. Traga saliva viendo mis piernas, le es imposible no desviar la vista hacia ellas, lo reparo, para ser especifica, reparo la manera en la que se le aprieta la camisa de los brazos, le tiendo la hoja que traje para que firme. No hago ninguna mención de lo que pasó ayer.

—¿Puede firmar esta hoja, doctor Denson?

Asiento de manera leve, es claro que está nervioso y tenso. Toma la hoja, su vista se desvía de mis piernas a ella, frunce el ceño al verla, eleva la vista hacia mi rostro, finjo estar confundida por su expresión.

—¿Qué pasa?

Duda por un momento.

—Falta la información del paciente.

Claro que no puse esa información a propósito.

—Ups, olvidé ponerla.

No me esfuerzo en fingir que no fue con intención, me devuelve la hoja. Yo me pongo de pie y me giro dándole la espalda, me meto en el espacio que queda entre él y el escritorio con la excusa de tomar una pluma, dejo la hoja sobre el escritorio y me inclino sobre él para ¨llenar¨ el documento. Si necesito que lo firme, pero también quiero provocarlo. Volteo hacia atrás para mirar donde le queda mi culo, justo en la cara. Lo escucho dar una inspiración excesivamente honda y soltar una maldición.

Meneo el trasero lento y con movimientos cortos, como un ligero balanceo. Cabe aclarar que me quité la bata antes de venir. Son bastantes datos por poner, además escribo muy lento, la respiración de Adam se va haciendo pesada conforme pasan los minutos, si se bajó la erección ya debe estar haciéndosele otra. El vestido no es lo suficientemente corto como para que se me vean las nalgas, no obstante, sí se ve una gran parte de mis muslos.

HarrietDonde viven las historias. Descúbrelo ahora