CAPITULO 62

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CAPÍTULO 62

Harriet.

De reojo veo el semáforo cambiar a verde, me acomodo en el asiento de nuevo dejando al doctor con cara de idiota. No me respondió, no es necesario, la respuesta es obvia, pero quiero escuchar que lo diga. Conduzco un tramo corto antes de girar a la derecha por una calle menos transitada buscando un callejón, el doctor continúa nervioso y me mira queriendo preguntar.

No lo hace, opta por mantenerse callado. Encuentro un callejón y no dudo en meterme en él, podría ser peligroso hacer esto, es cierto, alguien podría intentar asaltarnos o una mierda así, aunque siendo realistas son ellos los que tendrían que cuidarse de mí. Dejo encendido la camioneta, pero apago las luces dejándonos a oscuros, contrario al que me metí con Aline donde había algo de luz, en este no, está totalmente oscuro. Enciendo la luz que está sobre nuestras cabezas, es muy tenue. El doctor mira alrededor y finalmente a mí.

—Es... es peligroso estar aquí —tartamudea.

Peligrosa soy yo y aquí estás, conmigo en un auto completamente a solas.

—O alguien podría ver que estamos aquí y podrían llevarnos presos por actos... —se calla al darse cuenta de lo que iba a decir.

—¿Actos qué? ¿Qué piensas que venimos a hacer? ¿Cosas malas? —pregunto mientras me paso a su asiento sentándome sobre sus piernas—. ¿Cosas sucias?

Entreabre la boca, pero no sabe que decir. Son obvias las segundas intenciones de mi pregunta en el semáforo. Se recarga en el asiento poniendo unos centímetros de distancia entre nosotros. Mis senos le quedan muy cerca de la cara, traga saliva moviendo sus ojos de un lado a otro evitando ver el escote. A propósito, junto los brazos un poco resaltándolo todavía más al mismo tiempo que me acerco dejando mis senos en su cara.

Ahora si los mira directamente. Lame sus labios y suelta una exhalación.

—Dígame, doctor. ¿Quiere bajarse o prefiere quedarse aquí conmigo? —pregunto recorriendo su mandíbula con mi dedo índice. Tiene un poco de barba, es muy ligera, de unos días apenas.

Alza la vista para mirar mi rostro.

—Aquí —susurra y sonrío.

Meto la mano entre nuestros cuerpos alcanzando lo que me interesa, retiene el aire al sentir como aprieto su polla por encima del pantalón, ya está poniéndose dura y se siente de un buen tamaño. Siento sus manos rozar mis muslos fugazmente, me inclino sobre él, ahora si dejando mis senos pegados a su cara, su nariz queda entre medio de ellos. Deja de respirar luchando por no moverse, estiro el brazo izquierdo para jalar la palanca y hacer el asiento para atrás.

Se sobresalta cuando el asiento se recuesta abruptamente. Lo miro desde arriba sonriendo, así ya puedo sentarme justo en su entrepierna, como comúnmente no llevo bragas, por lo que lo único que tengo que hacer es alzarme el vestido antes de hacerlo. El pantalón no me permite sentirlo bien, desabrocho el cinturón, el botón y bajo el cierre.

—Bájatelo —le ordeno.

Tarda largos segundos en acatar mi orden, pero finalmente lo hace dejando el pantalón a la mitad de sus muslos. Me mira nervioso, su respiración está acelerada, deja las manos a sus costados dudando si tocarme o no.

—¿Por qué no lo haces? Tócame.

—Es que eres muy...

—¿Muy qué?

—Intimidante.

—Tócame —ordeno sentándome sobre su polla.

Entreabre los labios sintiendo lo húmeda que estoy. De manera tímida roza mis muslos con sus dedos, los desliza con mucha delicadeza por mi piel, cada vez subiendo más hasta casi estar tocando mi trasero, me restriego contra él incitándolo a tocarme bien y endureciéndolo. El bulto toma forma debajo de mi vagina, la cual contrae sus paredes, deseosa por sentirlo. No es una excitación insoportable, es leve. Para una vez está bien. El doctor suelta un leve jadeo y aprieta mis muslos con los movimientos.

HarrietDonde viven las historias. Descúbrelo ahora