CAPITULO 85

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Antes de que lean este capítulo. Lean esta notita.

Comprendo que algo de lo que pase en la historia no les guste y están en todo su derecho de expresarlo, siempre y cuando sea con respeto.

Si algo de lo qué pasa aquí no les gusta, está bien, pero tengan claro que esta es mi historia y yo decido qué pasa en ella. No discutiré los porqués, tengo mis razones, son mías y me las reservo.

No discutiré, simplemente si hay un mal comentario, bloquearé el usuario.

Ahora si, que disfruten el capítulo.

CAPÍTULO 85

Dorian.

Arrastro el cuerpo inconsciente por la tierra como la mierda que es, camino varios metros adentrándome en el bosque, lo suficientemente lejos como para que nadie escuche los gritos que lo haré hacer. Enciendo la linterna alumbrando el camino cuando la densidad de los árboles es demasiada, los esquivo dejando que el cuerpo choque contra ellos sin ningún cuidado.

Nunca he venido aquí, pero se sabe que esta parte de la ciudad está abandonada, nadie vive ni viene aquí, menos al bosque y adentrarse tanto en él. Me detengo al encontrar el lugar perfecto para hacerlo.

Alejado. Rodeado de árboles. Espacioso.

Lo dejo caer al suelo soltando la mochila a su lado, saco una cuerda de ella y lo levanto recargandolo en el tronco de un árbol. Doy varias vueltas a la soga a su alrededor hasta que lo puedo soltar sin que se caiga, tiro de un extremo para apretarla, lo suficiente como para que no pueda liberarse, pero no tanto como para que le queden las marcas. Le hago un nudo y me siento frente a él recargando la cabeza en un tronco.

Lo encontré cerca de la dirección que me dio ese hombre que le ha estado dando información a Harriet. El pendejo estaba fumando afuera de la casa, entre unos arbustos, un golpe en la cabeza ya estaba inconsciente en el suelo. Lo metí al auto en el que se había escapado, no sé de donde lo robó, pero me sirvió.

La tentación de matarlo ya es enorme, las manos me hormiguean por hacerlo, sin embargo, el deseo de que me vea mientras lo mato, de escucharlo rogarme por su vida mientras le repito una y otra vez porque lo estoy haciendo.

—¿En coma? —la voz de José es apenas audible, hay miedo en su voz.

El doctor suspira.

—Tuvimos que hacerlo, el nivel de droga en su sistema es demasiado elevado, disminuyó su respiración a tal grado que le provocó dos paros. La paciente recuperó la conciencia dos veces antes de cada paro, está demasiado débil como para estar despierta. No podemos dejar que pase de nuevo porque no lo resistirá. Por su bien y el del feto, es lo mejor...

—Pero van a despertarla, ¿verdad?

—Lo haremos cuando esté más estable, pero debe saber que la sobredosis y la falta de oxigeno pudieron dejar daño neurológico. Hicimos algunos estudios para determinar cuál fue el daño y que tan grave es, lo estamos revisando para poder darle una respuesta.

Hay muchas cosas que pudo provocar, tantas que es posible que no despierte... Lo mataré a él si no la salva.

—¿Por qué dice que tiene signos de abuso? —necesito preguntarlo.

—Hay moretones por todo su cuerpo, las marcas en sus muñecas son por un agarre muy fuerte... también los tiene por las piernas. Son signos de violencia. No podemos confirmarlo con una prueba porque necesitamos el consentimiento de la paciente

Miro sus muñecas... Por un momento me relajo, esos moretones se los dejé yo ayer, yo le hice eso cuando estábamos cogiendo, pero eso no significa que no lo haya hecho y aunque no, lo intentó y eso basta para que lo mate.

HarrietDonde viven las historias. Descúbrelo ahora