CAPITULO 56

44.7K 2.8K 664
                                    

CAPITULO 56

Harriet.

Continúa sonriendo perversamente, esperando una respuesta. Puto idiota. No me sentí humillada cuando me ató y azotó, me gustó y lo disfruté mucho. Me corrí como nunca antes, fueron orgasmos alucinantes. La zurra que me dio me encantó y de nada sirve negarlo, es evidente. Mandaría a la mierda a cualquier pendejo que me llamara perra, no se pasaría a nadie... pero viniendo de él me excita.

Me han atado antes y lo odié, me sentí humillada y asqueada. Me dijeron perra mientras me violaban, me azotaron, me dejaron destrozada físicamente... Repudié eso, no se lo había permitido a nadie, al que lo intentaba lo mandaba a la mierda, pero a este pendejo si, lo dejé darme una zurra y negar lo mucho que me calentó es estúpido.

Le di una mamada y no lo había hecho antes por voluntad propia. Me obligaron a hacerles un oral, fue el momento más asqueroso, no soporté el asco que me dio, perdí la cuenta de cuantas veces me hicieron vomitar. Me daba asco cada que un pendejo me insinuaba que quería que se la mamara, pero con la polla de este baboso no sentí asco, ni un poco, fue estimulante, rico, caliente, hacerlo.

La insinuación de Corban no me causó nada. No me dio asco, pero tampoco fue agradable.

Odio que el pendejo tenga razón, pero no pienso admitir que la tiene.

—Te estas dando demasiado importancia —repito—. No...

—Para ser una mentirosa patológica mientes muy mal —repite lo que yo le dije hace unas horas—. No dejarías a otro atarte, Harriet. Eso te quitaría ese control que tanto te gusta tener, te estaría sometiendo y eso no te gustaría. Pero conmigo sí. Te encanta que te azote, que te deje morado el culo y sin poder sentarte. Lo hiciste para no darme el gusto de ¨humillarte¨, pero terminaste quedando como estúpida. Me diste el poder que quería sobre ti, te cogí como se me dio mi puta gana, te lo metí como quise, te azoté hasta dolerme la mano. Te hice a mi antojo y tu te dejaste. ¿Quién es el pendejo ahora?

Me río.

—Lo que tu querías era someterme. Hacerlo tú, no que yo me dejara sin poner resistencia. ¿Lo disfruté? Si, así como tú también disfrutaste que te diera la zurra de tu vida y que el sumiso te la mamara.

—Como sea, me dejaste hacerlo. Sabes que lo que dije es verdad, me lo puedes negar a mí, pero no a ti misma —se acerca a mi rostro, dejando un pequeño beso en mis labios—. Haz lo que quieras con tu puta foto, mientras yo disfrutaré matando y cogiéndome a Katie.

Dicho eso me suelta y se va. Respiro hondo, varias veces, puto pendejo. Si, si tiene la puta razón, pero eso no hará que lo admita y tampoco hace que me moleste menos. Aprieto la mandíbula y los puños mirándome en el espejo, su mano quedó pintada en mi cuello, no apretó el suficiente tiempo como para dejar una marca. Esto tardará algunos minutos en desaparecer. Vuelvo a respirar, intentando controlarme.

Por muchas ganas que tenga de subir la foto y que se joda, no me conviene en este momento. No cuanto mi plan está yendo tan bien. <<Cogiéndome a Katie>>. Ja, pendejo. Como si otra le baja la calentura que le provoco. Ahora se quedará caliente por estúpido. Cierro los ojos, inhalando y exhalando. Calma, necesito calmarme, aprieto el borde el lavabo recargando mi peso en él, como si de alguna manera eso fuera a disipar mi enojo.

Tres toques seguidos en la puerta interrumpen mi intento de calmarme. Me echo el cabello hacia delante de tal manera que cubra una parte de mano pintada en mi cuello, respiro antes de salir del baño y me dirijo a la puerta. Al abrirla me encuentro con Elian, quien sonríe ampliamente con picardía al verme, no tengo ganas de lidiar con otro pendejo, pero cogérmelo no estaría mal. Sería una buena manera de sacar un poco de mi enojo, con sexo.

HarrietDonde viven las historias. Descúbrelo ahora