CAPITULO 52

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(Así me imagino al viejo sabroso, el de la foto. Nomás pónganle ojos grises).

CAPITULO 52

Harriet.

Entro al psiquiátrico bostezando, no puedo con el sueño que tengo. Los ojos se me cierran, me duele la cabeza, las mejillas, la nariz... todo el cuerpo. Claro que quiero seguir cogiendo, pero me hace mucha falta dormir. Dorian aún no llega, fue a su departamento por ropa. Le doy los buenos días a Katie que está en la recepción, me saluda diciéndome las novedades que hay, Oliver mejoró en cuanto a sus malestares físicos. No hubo altercados con Erlik.

Todo con mis pacientes va bien, le agradezco por la información. Se me queda viendo por los golpes y me pregunta si estoy bien. Tengo ambas mejillas con un gran y notorio moretón que me duele horrible. Me voy a mi consultorio siguiendo la misma rutina diaria. La primera consulta es a las nueve, son las seis, iré por algo para desayunar y luego me tomaré un analgésico.

Todos se me quedan viendo mientras camino, a mi cuerpo y más a mi rostro. En el comedor termino sacando un pan de las maquinas expendedoras porque no se me antoja lo que hicieron. La sala de descanso esta vacía, raro, me sirvo café en un vaso y me siento en una de las sillas. Me como el pan que esta relleno de chocolate intercalándolo con tragos de café.

No es un desayuno como tal, pero esta bueno. Pienso en lo que tengo planeado para hoy con Aline, quiero hacerla sufrir mediante el placer, negarle el orgasmo hasta que este llorando mientras me suplica por dejarla venirse. Atada a la cruz, su culo expuesto y mi mano o un látigo estrellándose contra él.

Mis pensamientos son interrumpidos por Adam, quien entra y se me queda viendo.

—¿Qué te pasó? —pregunta dejando su bata en el apoya brazos de uno de los sillones.

Lleva un pantalón negro y una camisa blanca. Por lo general siempre lleva la bata puesta, así que verlo sin ella mejora el espectáculo.

—Me golpearon —respondo dándole un mordisco a mi pan.

Su ceño se frunce, se queda parado con la vista fija en mi rostro.

—Tus mejillas están... ¿Quién te...?

—Un pendejo.

—¿Un? ¿Fue un hombre el que te golpeo? —inquiere incrédulo, frunciendo más el ceño.

Asiento.

—Creyó que estaba coqueteándole a su novia, me golpeo y se fue.

—Pero ¿Qué le pasa? ¿ya fuiste al doctor? Es que se ve que fueron golpes fuertes y tu nariz también esta amoratada.

—Si me duelen los golpes, pero no es necesario acudir con un doctor. Estoy bien.

Eso no lo convence.

—¿Segura? ¿Ya tomaste algo? —sigue preguntando mientras se sirve café y se me ocurre algo.

—O sea si estoy bien, pero si me duele bastante y ayer tome algo, hoy no porque ya no tenía analgésicos —le explico y hago una mueca de dolor cuando mastico.

No estoy mintiendo porque si me duele y mucho, pero si estoy exagerando un poco con él. Solo poquito. Mastico más lento exagerando mis molestias.

—Puedes tomar lo que necesites del almacén.

—Lo haré, gracias.

Me llevo el pan a la boca dándole otra mordisco lista para quejarme, me da comezón en la nariz, me la tallo con cuidado aún sabiendo que me dolerá, pero enseguida me arrepiento porque un agudo dolor empieza en el tabique hasta extenderse por toda mi cabeza. Puta madre, cierro los ojos con fuerza y arrugo la nariz lidiando con el dolor.

HarrietDonde viven las historias. Descúbrelo ahora