CAPITULO 58

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CAPITULO 58

Harriet.

<<Lo siento>>. Ese enojo que se había estado manteniendo en control se reaviva peor que antes haciendo que todo mi cuerpo se tense. Ese hijo de puta no pudo haberse muerto. Aline y Regina niegan mientras sus ojos vuelven a llenarse de lágrimas, Axel se queda inmóvil, observando al doctor sin creerlo. Él está más calmado que las dos mujeres, pero también puedo ver en dolor y miedo en sus ojos. Yo lo miro a la espera de que diga algo más, que diga que no está muerto.

La gente a nuestro alrededor se queda viendo la escena, algunos con la boca abierta, otros con lastimas, otros cuchicheando entre ellos. Gente hipócrita y metida. Me dan ganas de mandarlos a la mierda. La mirada del doctor está en mí, observándome con la boca abierta. Embobado. <<Di algo, pendejo>>. Sale de su ensimismamiento con el sollozo de Regina, su ceño se frunce y dirige su vista a ella, luego abre mucho los ojos y la boca.

—Oh, no, no, lo siento. El paciente está estable —se disculpa y aclara. Pinche pendejo, enojándome en vano—. Lo siento de verdad, no quería hacerles creer que el paciente había fallecido.

Aline suelta una bocanada de aire aliviada, la madre igual. Axel le da una mirada de enojo al doctor. Por mi parte sonrío internamente. La primer mencionada se gira hacia mí, buscando que la abrace, me rodea la cintura con sus brazos, recarga la cabeza en mi pecho y le rodeo los hombros con un brazo. Siento como sus lágrimas me mojan.

—Soy el doctor Neal Martínez, yo estoy atendiendo a su esposo. Él paciente presenta desnutrición y deshidratación, la falta de alimentos, vitaminas, agua causaron el desmayo, las dificultades para respirar, los vómitos y la diarrea. En este momento tiene un suero puesto, le aplicamos algunos medicamentos para ayudar, pero no les voy a mentir, él no está bien, su estado es grave. Nosotros ya hicimos lo que está a nuestro alcance, solo queda esperar que despierte y ver cómo evoluciona.

Con eso Regina vuelve a romper en llanto, su hijo la consuela abrazándola, preocupado por las palabras del doctor. Aline se aprieta contra mi enterrando la cabeza en mi cuello y ahogando sus sollozos.

—¿Entonces mi esposo va a... a...?

—No lo sabemos —se adelanta a responder él—. Por ahora está estable, las siguientes horas lo definirán. Pueden pasar a verlo si gustan.

Inmediatamente todos asienten, incluso Aline quien no se despega de mí ni saca la cabeza de mi cuello. La vista del doctor vuelve a mí, encuentra mis ojos y se queda con la boca abierta otra vez, lo miro sin ninguna expresión en el rostro. Me hizo volver a molestarme para nada, pendejo. Aparto a Aline un poco de mi para ir a la habitación.

—¿En qué habitación está? —la pregunta de Axel lo hace reaccionar. Sacude la cabeza y se aclara la garganta.

—Eh... los llevaré a ella —duda un momento antes de responder.

Se da la vuelta y comienza a caminar en la misma dirección por donde vino, mira por encima de su hombro asegurándose de que lo sigamos. Caminamos por el corredor detrás de él, he soltado a Aline por completo, ya fue mucho de tenerla cerca, pero se mantiene cerca de mí. No muestro que quiero alejarme tanto como sea posible. Llamo la atención de las personas en los distintos corredores por los que pasamos, no me sorprendería que se les murieran varios pacientes por quedárseme mirando como pendejos.

Las ventanas en las habitaciones me permiten ver a los pacientes que hay dentro y el estado en el que están. Algunos ya parecen parte de alguna película de zombis, también veo como hay más de un paciente en las habitaciones y son estrechas. En un hospital privado las habitaciones son muy espaciosas y solo un paciente, algo lógico ya que estas pagando por el servicio y aquí pues es gratis. Nos guía por el largo corredor, caminamos bastante antes de detenernos en la habitación 89.

HarrietDonde viven las historias. Descúbrelo ahora