CAPITULO 55

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CAPITULO 55

Harriet.

Los guardias y Adam nos das la espalda por lo que me lamo los labios y después muerdo el inferior. La idea es tan excitante, sobre todo lo de correrme sobre su polla, con ese tamaño... Él también sonríe con la vista fija en mis ojos. Termino de cerrar las esposas, abro la llave del agua caliente y luego la fría, a mi parecer esta bien así.

—¿Esta bien así?

—Si, doctora —responde echándose hacia atrás, metiéndose debajo de la regadera.

Mierda. La imagen de él bajo el agua, deslizándose por su cuello, pecho, abdomen y... su pene. Que rico se ve, es tan erótica, caliente... esa excitación que Dorian inició crece con la imagen. La puerta está abierta, pero los guardias y Adam nos dan la espalda, sin ningún disimulo le miro la polla, las venas forman un relieve a lo largo de todo el falo, a la rosada cabeza aún no le cae agua encima y una gota de liquido preseminal reluce en ella.

—Ich habe kein Problem damit, dass er vor mir kniet und daran saugt —comenta con una sonrisita maliciosa.

(No tengo ningún problema con que se arrodille frente a mí y lo chupe).

—Sueñas —susurro para que solo es escuche.

—La verdad si, doctora. ¿Para qué negarlo? —acepta pasándose la lengua por los labios. ¿Dará buenos orales?

Espero que sí. Sonrío arrogante, a todos los traigo igual. No puedo culparlos, soy irresistible. Los productos para el aseo de Corban ya estaban aquí. Estoy fuera de la ducha, con la suficiente distancia para no mojarme... con el agua, entre mis piernas hay un río. Tomo el champú vertiendo un poco en mi mano, sale del agua y estiro los brazos hacia su cabeza, comenzando a esparcirlo por toda ella.

Lo froto en su cabello hasta hacer espuma, él sonríe enormemente sin dejar de observarme. Específicamente a mi escote.

—Son perfectos para hacerme una rusa, ¿no quiere hacerme una, doctora? —hace un baile de cejas con coquetería.

—No, no quiero —respondo haciendo que su boca se abra en señal de ofensa. La verdad es que la idea suena excitante, tener su polla entre mis tetas, deslizándose entre medio de ellas.

—Es la primera mujer que me deja con las ganas y que me dice que no, doctora —acusa con cierta molestia y diversión.

El ruido de la regadera y lo bajo que hablamos hace que ni los guardias ni Adam puedan escucharnos.

—Acostúmbrate, soy experta en dejar con las ganas —digo y empujo su cabeza hacia atrás para que se meta bajo el agua.

Lo mantengo ahí hasta que toda la espuma desaparezca de su cabello. Cuando lo hace lo saco del agua, mojo la esponja, le pongo un jabón liquido para el cuerpo, froto la esponja entre mis manos para hacer espuma. Cierro la llave, luego guio mi mano con la esponja a su cuello, comenzando a tallarlo. Bajo por su pecho, pasando la esponja por sus pectorales que, con el tiempo que lleva aquí, seguramente han ido despareciendo. Igual que sus abdominales.

Claro que lo provoco, ¨accidentalmente¨ mis dedos tocan su piel en todo momento. Deslizándose junto con la esponja por su cuerpo, él sonríe, encantado con mi toque. Su piel esta muy blanca, de pies a cabeza, la falta de sol es la razón. Continuo con su abdomen, su V, acercándome al lugar que tanto desea que toque y que quiero tocar. Noto como se desespera, pero no me dice nada. Solo me mira expectante.

Cuando estoy por llegar ahí me detengo ordenándole que se de la vuelta para tallar su espalda. Su cuerpo se tensa, pero, luego de tomar una larga bocanada de aire, me obedece. La tallo con mucha lentitud, tomándome más tiempo del necesario, algo que notablemente lo exaspera, sin embargo no me dice absolutamente nada. Bajo a sus nalgas, no son planas, pero las del hijo están mucho mejores.

HarrietDonde viven las historias. Descúbrelo ahora