CAPITULO 60

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Adjunto imagen de como imagino yo a Katie. Son libres de imaginar a los personajes como quieran, nomas les muestro como los imagino personalmente. 

CAPITULO 60

Dorian.

Su expresión de enojo al decirle sus verdades no se va de mi mente. Sonrío viéndola claramente, sus ojos se oscurecían conforme decía más, sus pupilas se dilataban, su cuerpo entero se tensaba, sobre todo su mandíbula, su respiración se volvía pesada. Cada palabra que salía de mi boca aumentaba su enojo, se quedó sin argumentos, no había manera de negar todo lo que le dije, sabe perfectamente que es cierto.

Le encanto y no la culpo. Soy irresistible.

Entrar a las duchas y no verla ni a Corban hizo que la sangre me hirviera, quería matar a Adam, no me importó nada en ese momento más que alejarla de ese pendejo. No sé cómo me controlé de echármele encima al estúpido. Entré en el cubilo y los miré, era más que obvio que estaban haciendo algo, ella lo estaba masturbando, no tengo ninguna duda de eso. La sonrisa de satisfacción y suficiencia en el rostro de él estuvo a punto de hacerme perder el control. Nunca había estado tan enojado, jamás, ni con la foto ni con lo que hizo en el Secret Sensations.

No hay manera de describir la furia que se instaló en mí.

Quería, quiero, matarlo. Quise matarla a ella. Mis ganas de tomarla del cabello, inclinarla sobre la primera superficie que encontrara, quitarme el cinturón y azotarla hasta hacerle sangrar el culo y a él de cortarle la garganta eran extremas, creí que no las podría controlar. Me fui dejando que Adam y los guardias se encargaran de quitarle las esposas para que se terminara de duchar.

En mi oficina intenté calmarme de distintas maneras, nada funcionada, incrementaba conforme pasaba el tiempo. Hasta que pensé en todo lo que quería decirle, me imaginé su cara al oírlo y sonreí.

Es igual que yo, por supuesto se de sobra que no se dejaría azotar por nadie al grado de hacerla sangrar. Le gusta hacer sangrar a otros, no que la hagan sangrar a ella.

A nadie dejaría atarle las manos, le quitaría el control que tanto le encanta, pero a mi si me dejó, pudo haberse resistido, negado, pudo no haber abierto la puerta, sabía de sobra lo que pasaría, pero lo hizo y lo disfrutó. Ella lo quería.

La han insultado antes, diciéndole que es una perra y manda a la mierda al que se lo dice. Sea hombre o mujer. Pero a mí si me deja llamarla así, le excita que lo haga, le encanta cuando la llamo así y, por supuesto, que me encanta decirle así.

Se puede quejar, despotricar contra mí, pero en un rato ya está dejando que me la coja, metiéndosela toda.

Por supuesto que no le gustó ni un poco que se lo dijera y la satisfacción que sentí al decírselo y verla disipó mi enojo.

Le gusta hacer, pero no que le hagan.

Con una sonrisa en los labios cierro los ojos. Me duermo con la imagen de su rostro enojado.

Ayer me desperté de muy buen humor y hoy también. Hasta ganas de ir al psiquiátrico me dan, solo para ver su cara, ayer la estúpida se fue muy temprano, salió apresurada y no volvió. Le pregunté a Katie si la había visto, me dijo que había ido, así nada más, sin decir el porqué. Me visto frente al espejo, admirándome, estoy buenísimo. Tomo la camisa blanca colocándomela, acomodo el cuello y la meto dentro de mi pantalón, abrocho el botón de este, me pongo el cinturón, con este la azoté.

Me cepillo el cabello, aplicando gel para mantenerlo en su lugar, por último, me pongo perfume y estoy listo. Tan atractivo como siempre. Tomo mi celular, la cartera, está la meto en el bolsillo trasero de mi pantalón, y la bata antes de salir.

HarrietDonde viven las historias. Descúbrelo ahora