CAPITULO 68

56.8K 3K 1.9K
                                    

(Aclaración; esto es no es maratón, es un solo capítulo).

Gentee, voten y comenten el capítulo, no sean lectores fantasma.

Advertencia: este capítulo, además de sexo explicito, contiene violencia física, verbal y sangre.

CAPITULO 68

Harriet.

Maldito pendejo.

Mantengo los ojos fijos en las tijeras sobre el escritorio, los deseos de matarlo son inmensos. Mi mente solo imagina distintos escenarios de su muerte. Es tan sencillo tomar las tijeras, ir a su consultorio y enterrárselas en la garganta o en el pito y después en la garganta. Mantengo las manos tirando de mi cabello para no tomar las tijeras y matarlo aquí. Las imágenes de él en el Secret Sentations, suspendido del techo con el abdomen cubierto de sangre invaden mi mente desatando unas ganas vehementes de volver a tenerlo así.

Lo quiero matar tanto como quiero cogérmelo. Estoy caliente, necesito una maldita polla y no la de cualquiera. Para bajarme esta calentura necesito una enorme y que coja extraordinariamente. Estoy empapada, tengo los muslos húmedos, no he dejado de frotarlos mientras trato de calmarme, no voy a perder el control nuevamente por ese pendejo. No me va a hacer descontrolarme. Puedo calmarme haciendo diferentes cosas; cogiendo, matando o yendo con mis sumisos. El problema es que, de igual manera, con cualquiera, querré un alucinante orgasmo.

Las tijeras son tan tentadoras.

Tenía pensando ir con Aline para decirle lo del trabajo, pero con esto definitivamente necesito coger antes.

No, necesito matar a ese pendejo.

Tomo las tijeras al mismo tiempo que me levanto, me pongo la bata, yendo a la puerta y guardándolas en el bolsillo de mi bata. Me dirijo a su consultorio con una sola cosa en mente; matarlo.

Abro la puerta sin tocar antes, no está sentado en la silla tras el escritorio, pero sobre él hay papeles revueltos y el computador está encendido, lo que me indica que sigue aquí. Viniendo aquí estoy reaccionando a sus provocaciones como quiere, pero, justo en este momento, me vale más mierda que nunca. Entro cerrando con seguro, las persianas están cerradas. Pego la oreja a la puerta del baño, oigo ruidos, son respiraciones agitadas.

Irrumpo en el baño encontrándomelo pegado a la pared, con la polla de fuera y su mano rodeándola. Detiene los movimientos, abre los ojos y sonríe al verme, se muerde el labio reanudando los movimientos, recorre toda su extensión, su mano va de arriba abajo sin parar. Las venas que sobresalen a través de su piel hacen más caliente la escena. Me lamo los labios, las ganas incontrolables por sentirlo dentro me hace acercarme y estampar mi boca contra la suya, besándolo con desesperación, no me detengo a pensar en nada, no razono, solo me centro en saciar las ganas que tengo. Sus manos no tardan ni un segundo en meterse en mi bata e ir a mi trasero, me lo aprieta pegándome a él, la polla me queda contra el abdomen.

Lo jalo de la camisa llevándolo al retrete o donde creo que está, porque no dejo su boca para averiguarlo. Lo empujo para que se siente, debo inclinarme un poco hacia enfrente para seguir con nuestros labios juntos, me alza el vestido hasta la altura de la cintura, vuelve a cubrir mi trasero con las manos, me lo masajea y golpea. Acomodo mis piernas a cada lado de las suyas, no tengo la necesidad de sostener la polla para dejarme caer sobre ella, lo dura que está me lo permite sin tomarla. El pendejo sonríe contra mi boca mientras siente como se desliza dentro de mí. Yo aprieto los labios conteniendo el gemido que quiero soltar ante lo jodidamente placentero que es que el falo me llene por completo.

Toma un puñado de mi cabello al tiempo que ondeo la cadera desencadenando una sensación tan placentera que me es imposible no soltar un gemido, el cual es callado por sus labios. Me devora la boca ansioso y urgido, así como ansiosamente recorre mis curvas, las aprieta y masajea a su antojo, lo dejo hacer lo que quiera. No me importa, solo quiero un orgasmo. Subo mis manos a su cabello, lo largo que está me permite tirar de él a mi antojo. Chupa mi labio inferior, lo suelta con un mordisco ligeramente doloroso.

HarrietDonde viven las historias. Descúbrelo ahora