Un beso de buenos días.
Honestamente, una de las pocas cosas que no le gustan a Jiang Cheng de su vida actual son los horarios. En general, está bastante contento, cosa que hay días que le cuesta creer, y no poco. ¡Si le hubieran dicho que en cinco años viviría casi feliz cuando tenía veinte, se habría reído en la cara de su interlocutor! Y luego habría amenazado con partirle las piernas, porque ya bastante tenía en aquella época con vivir en casa de sus padres, lidiar con las pesadillas del estrés de intentar entrar en su primer máster como para aguantar tonterías. Luego ya hizo el máster, se metió en el doctorado... y, vaya, sigue estresado. Solo que tiene buenas formas de compensarlo.
Pero eso no quita que los horarios sean una mierda. Cada uno de sus novios se dedica a una cosa distinta, así que es casi imposible que coincidan los cuatro por las mañanas. A no ser que sea fin de semana, claro, que es cuando se congregan juntos en la habitación de Nie MingJue (porque su cama es la más grande del piso) y se acurrucan ahí hasta casi el mediodía. Pero, quitando esos sábados y esos domingos de cariño y sexo, no hay manera. Y eso le jode en especial porque le encantan los mimos por las mañanas. A sus novios de pronto también, y eso que no es que antes de conocerle tuvieran un fetiche con el sexo mañanero. Hay que entenderles; cuando está medio dormido, es cuando más fácil resulta acariciarle y besarle sin que le dé un zarpazo a nadie. O convencerle para que se la chupe a MingJue, aunque eso tampoco tiene mucho mérito. Lo haría en casi cualquier circunstancia, porque le gusta bastante chupársela a MingJue. Y al otro par de idiotas, también.
En una mañana normal de un día de diario, se las arreglan para coincidir al menos durante un momento breve en el desayuno. Lan Huan siempre es el primero en irse, porque la mayor parte de días le toca ayudar con las actividades de los de madrugadores en el colegio, desventajas de ser el profe de música y uno de los favoritos de todo el alumnado. Aun así no le importa arriesgarse a perder un minuto de margen solo para saludar a su novio más dormilón, el propio Jiang Cheng. Nie MingJue estará casi siempre a medio vestir y si Lan Huan no va muy mal de tiempo, se marcharán juntos al metro, aunque luego cojan direcciones opuestas en la misma línea. Meng Yao, sobre todo los días en los que entran al mismo tiempo en la universidad, suele ducharse con él después de un par de cafés tan cargados que podrían masticarlos. Para ahorrar agua, le dice siempre el muy capullo. Claro, y por razones similares Jiang Cheng lleva una semana y media durmiendo casi a diario en su habitación, ¿verdad? Para ahorrar en lavadoras de sábanas.
Y pensar que al principio se odiaban...
Aquel miércoles es completamente normal. Del todo, no hay ni un detalle que traicione su curiosa rutina construida a cuatro, ni siquiera el extraño sueño de Meng Yao en el que no para de caer por las escaleras o ese en el que Lan Huan lleva una especie de cinta hippy en la frente pero de seda. Aunque, claro, lo que es normal para ellos, al resto de personas les parece muy rarito. Su madre todavía no se ha recuperado del shock de que su hijo pequeño no solo sea bi, si no que además haya salido poliamoroso y tenga tres novios estables. Tres. No uno ni dos, tres. Y cada uno más guapo y encantador que el anterior. No le gritó cuando se los presentó a ella y a su padre, pero no por falta de ganas. Porque no fue capaz ni de cerrar la boca durante cinco minutos, casi se tragó una mosca. Sin embargo, es algo que ha hecho que su padre le llame más o menos de forma periódica, así que tampoco piensa quejarse... mucho, a veces esas conversaciones no acaban bien. Pero hay conversaciones, que ya es algo. Es uno de los sueños de su infancia, adolescencia y más o menos el principio de toda su vida de juventud adulta, aunque las cosas sigan siendo complicadas en el mejor de los casos.
De cualquier manera, la naturaleza subjetiva de la normalidad no es el tema a tratar. El caso es que, cuando Jiang Cheng se despierta —otra vez, va ya la quinta consecutiva— en cama de Meng Yao, lo hace con el aroma a café llegando desde la puerta entreabierta. Uno de sus novios está haciendo el desayuno. Apuesta por MingJue. Es el único que les hace café de cafetera y no del soluble, porque sabe que a sus dos compañeros universitarios les encanta y le gusta tener pequeños detalles con ellos para aliviarles un poco después de tanto estrés. Escucha también el rumor de la ducha. Lan Huan ya ha llegado de correr por el parque, y se apuesta algo a que ese chapoteo irregular es por culpa de Meng Yao, que ha decidido ahorrar tiempo y agua esta vez uniéndose a él.

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77 kisses [Mo Dao Zu Shi Fanfic]
FanfictionUna pequeña lista de besos que compartir a cuatro. Porque la vida para Jiang Cheng es más entretenida teniendo a tres novios a sus pies. -Capítulos cortos -Los capítulos no siguen un orden cronológico -AU moderno -Actualización los jueves -Versión a...