28 - First

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Un primer beso.

Nie MingJue y Lan Huan se conocen desde el instituto, desde el primer día. No tienen la misma edad (Nie MingJue le saca un año, pero repitió primero de secundaria por... motivos familiares) pero fueron juntos a la misma clase durante seis años.

En seis años, pueden pasar muchas cosas, y acabar perdidamente enamorados es una de ellas. Llegados a este punto, ni a Meng Yao ni a Jiang Cheng les sorprende que acabasen así. Siguen estándolo ni se sabe cuánto tiempo después, porque MingJue cumplirá treinta en unos meses, pero el suyo es uno de esos romances que llevan en pie desde la adolescencia, y que no parece que vayan a acabar en ningún momento. Idílico y no excluyente, porque ha traído consigo otros dos novios maravillosos a los que adoran.

Que esos dos se llevasen bastante bien desde el primer momento no es una sorpresa para nadie, y por las caras de sus novios según se lo cuentan, para ellos menos incluso. (Que se aguanten, piensa Nie MingJue mientras le da un trago a su cerveza, ellos nos pidieron la historia de cómo empezamos. Ahora se la tragan.) Aunque a Lan Huan al principio le intimidaba Nie MingJue, porque era mucho más grande que el resto de los niños de doce años de su clase y traía un gesto mucho más huraño, como delegado que era hizo el esfuerzo consciente de acercarse a hablar con él con una sonrisa en esa carita de ángel suya. No tardaron en entenderse bien, porque de pronto algo encajó entre ellos, como si se conocieran de toda la vida. Cuando se hicieron íntimos amigos a las pocas semanas de empezar a hablar, la verdad es que a su tío gracia lo que se dice gracia... pues no le hizo mucha. No le gustaba eso de que su alumno estrella saliese con el repetidor con las pintas de matón, pero la realidad es que Nie MingJue no le haría daño ni a una mosca... siempre y cuando no se metiesen con su hermano. O con Lan Huan. Por eso el pobre delegado se las tuvo que ver y desear para sacar a su amigo de un par de peleas en cuarto curso, después de que unos niñatos llamasen a su hermanito "maricón".

(De hecho, y Jiang Cheng se da cuenta no sin cierta diversión según lo cuentan, él fue al mismo instituto que esos dos. Él estuvo en esa pelea. Los gritos y la regañina de su madre se escucharon por todo el instituto cuando vino a buscarle, después de que le castigasen con Nie MingJue en "el aula de los alborotadores". En su defensa, insultaron a su mejor amigo, no podía no partirle la nariz a ese gilipollas. Nie MingJue argumentó lo mismo. Se conocieron justo ese día, y empezaron a llevarse bien desde entonces, aunque no hablaron demasiado hasta casi el final de la carrera de Jiang Cheng, cuando se convirtieron en metamores.)

En cualquier caso, a Lan Huan esa vena protectora suya —la de MingJue— le gustaba un poquito cuando eran adolescentes. O... le encantaba, la verdad, aunque habría preferido que ni se hiciera daño ni pusiera su expediente académico en peligro, sobre todo cuando su sueño para el futuro era alejarse de esos raros sueños de violencia y convertirse en abogado. 

(Lo logró, aunque es verdad que es un sueño un poco raro para un chaval de quince años, apunta Meng Yao, que a los quince sin duda no quería convertirse en doctor ni venderle su alma al diab... la universidad.)

Por suerte, lo de las peleas no fue una cosa constante ni que se repitiese demasiado, sobre todo porque nadie se atrevería a hacerle bullying a Nie HuaiSang después de ver que tenía a dos demonios de Tasmania defendiéndoles. Tres, sí contamos a Wei Ying, aunque en ese momento estaba demasiado ocupado coqueteando sin saberlo con Lan Zhan. Y cuatro si tenemos en cuenta al propio Nie HuaiSang, que se encargó de meterles el miedo en el cuerpo uno por uno para que nunca volviera a ocurrir. Así, la amistad de Lan Huan y Nie MingJue ("amistad", bromea Jiang Cheng con su evidente mala leche mientras hace comillas por los dedos. Nie MingJue tiene que pararle comiéndole la boca. Había otras formas de hacer que se callase, pero le gustaban menos) continúa su curso hasta casi segundo de bachillerato, su último curso, esa época de estrés puro que parece el fin del mundo... hasta que entras en la universidad y descubres que te queda toda la vida por delante para desear haber saltado por un puente en su momento. 

Ese fue un año convulso. Las madres de Nie MingJue casi se divorciaron, aunque consiguieron arreglarlo, y el tío de Lan Huan estuvo presionándole para hacer la preinscripción en una buena universidad... pero muy lejana y distinta a la que pensaba ir con MingJue. Entre discusiones con sus familias, con sus amistades, con sus estudios y casi consigo mismos, sus sentimientos acabaron por estallar.

("Lo ponen de una forma muy dramática, ¿no?" Inquiere Meng Yao. Jiang Cheng le da un codazo. "Calla y escucha. Bachillerato en ese instituto era traumático. Y sus exámenes de acceso más.")

Ocurrió en la fiesta de graduación de su clase, poco después de la cena. Antes de llegar a la discoteca que habían reservado para celebrar la fiesta, con su correspondiente barra libre, Lan Huan decidió llevarse a su "mejor amigo" a parte para hablar, a ser posible sin alcohol en sangre. Al parecer tenía algo importante que decirle, o eso entendió Nie MingJue. Engalanado con un traje blanco, como si fuese a casarse en occidente, Lan Huan estaba precioso. Tanto que su compañero echó a perder toda la declaración que había escrito y practicado delante del espejo de cuerpo entero de su madre mientras su hermanito le orientaba con sus explicativos "mn". 

En defensa de Nie MingJue, era muy difícil aguantar a Lan Huan así, tan elegante, ya casi más adulto que niño, con esos enormes ojos pardos tan llenos de esperanza. Fue verle delante y sentir la necesidad de besarle quemándole en las tripas. Y como Nie MingJue nunca había sido la persona más reflexiva del mundo —ya aprendería a limar esa faceta impulsiva suya en la carrera, en las prácticas de empleo y en los juicios— se limitó a agarrarle la nuca con una mano y atraerlo hacia sus labios.

Ese fue su primer beso, detrás de un bar pijo con el resto de sus compañeros empezando a emborracharse. Lan Huan siempre fantaseó con algo más... más romántico, pero la verdad es que no pensaba quejarse. MingJue —su A-Jue— le estaba besando, y era todo lo que llevaba queriendo años. Además besaba justo cómo lo había soñado. Con brusquedad, muy directo, pero aun así destilando el aprecio que sentía por él hasta por los poros, encantador a su curiosa manera. Le encantaba. Nie MingJue le encantaba, y sus besos, tanto o más.

Desde ese día, empezaron a salir.

***

-Vale. -Dice Jiang Cheng con lentitud, acomodado en un sofá de cuero mientras bebe una sangría. Están en un bar de copas (y de ambiente) después de cenar juntos fuera, disfrutando de una cita a cuatro en paz. Como ya son habituales de este sitio, a nadie le importa verlos, y menos aún verlos enrollándose entre copas. Meng Yao ha escogido un Bloody Mary, Nie MingJue su fiel cerveza y Lan Huan té al limón con hielo-. ¿Y el descubrimiento del poliamor cómo fue?

A su lado en otro sofá, Meng Yao pone los ojos en blanco. Ya se sabe esta historia, la vivió, y odia las repeticiones y las cosas que le dan vergüenza.

Lan Huan y Nie MingJue intercambian una mirada cariñosa.

77 kisses [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora