77 kisses [Mo Dao Zu Shi Fanfic]

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Un beso enfadado.

-¡Pues vale! ¡Lo que tú digas!

-¡Bien! 

-¡Vale!

Y dos portazos, cada uno de una habitación distinta. En el salón, Nie MingJue y Lan Huan intercambian una mirada que en otras circunstancias podría ser de complicidad pura y dura, pero en este caso solo se han resignado a lo inevitable. Luego Lan Huan niega con la cabeza y esboza una sonrisa resignada y a Nie MingJue se le escapa un suspiro hastiado.

-¿Quién va a por A-Cheng y quién a por A-Yao?

-Déjales que se calmen primero. -Bufa Nie MingJue, mirando por encima del hombro desde el sofá en dirección a los cuartos de sus dos novios enrabietados. Ambas puertas están cerradas a cal y canto, pero mientras no empiecen a chillarse desde dentro (no sería la primera vez que pasa, ni por asomo), todo irá más o menos bien. Así que alarga un brazo como quién no quiere la cosa alrededor de la cintura de su primer novio y lo tira sobre su regazo en el sofá. No es que Lan Huan oponga mucha resistencia, aunque sí le hace uno de sus adorables pucheros-. Mejor todavía, deja que resuelvan sus propios asuntos primero.

-Pero...

-Ya hemos hablado de esto, A-Huan. No puedes ser un mediador siempre. No es sano.

Lan Huan acentúa esos morritos suyos que Nie MingJue de pronto se muere por besar. Aunque se ve muy pero que muy tentado a ceder, se mantiene firme como una roca. Al fin y al cabo sabe cuándo ser intransigente, tanto en el trabajo como en su día a día en casa. Este es uno de esos momentos en los que le parece muy necesario. Lan Huan tiene un complejo de santo y la tendencia poco saludable de resolver los problemas de los demás, y eso no está bien, por tentador que sea dejarle actuar y desentenderse de todo lo demás. Pero no. Esto —sea lo que sea esto, porque han llegado gritándose de la universidad y ni siquiera se han dignado a saludar a sus otros dos novios— tienen que resolverlo Meng Yao y Jiang Cheng ellos solitos. Si no, no madurarán nunca.

Así que sí, tiene a Lan Huan atrapado ("atrapado"; podría soltarse cuando le diese la gana sin demasiado esfuerzo, porque para esa carita de hada suya, es fuerte, muy fuerte. Levanta más peso que nadie en el gimnasio, incluyéndole) con él en el sofá y a los otros dos encerrados en sus cuartos... La cena de hoy va a ser divertida.

La cena de hoy no es divertida.

Para cuando llega la hora de cenar, Jiang Cheng y Meng Yao siguen enfadados por lo que quiera que haya pasado entre ellos, que seguramente será una tontería tremenda. Y la cosa no mejora cuando se encuentran en la cocina. Jiang Cheng es el primero en salir de su autoimpuesto arresto domiciliario, aunque solo para encerrarse delante de la vitrocerámica sin mediar ni una palabra con sus otros dos novios. Contra las protestas susurradas de Nie MingJue, Lan Huan se le escapa para ir a hablar con él. Promete que no va a intentar mediar, solo quiere sonsacarle lo que ha pasado. El abogado lo sigue para asegurarse, y porque a él también le inquieta un poco todo este lío entre los dos. Quieren saber lo ocurrido, que se lo cuenten. Es probable que lo consigan, porque a Jiang Cheng le encanta cocinar. Siempre se relaja cuando está haciendo algo... y por eso tienen o bizcocho o galletas para desayunar casi todas las semanas. Ante la vitrocerámica, tienen más posibilidades de que hable con ellos que en ningún otro sitio, a excepción de cualquiera de sus cuatro camas.

Salvo que no, no lo consiguen, porque Meng Yao decide que cenar pronto una ensalada es la mejor forma de evitar a su(s) novio(s) hasta mañana. Y, claro, cuando llega, están los tres allí ya. Jiang Cheng está preparando cena para cuatro por muy enfadados que estén, cosa que al otro universitario en realidad no le hace demasiada ilusión. O sí, en parte sí, pero es una parte conflictiva y pequeñita a la que intenta no hacerle caso, porque sigue enrabietado y no quiere que la dualidad dulce y brusca de los gestos de Jiang Cheng traspase esas barreras. Durante un instante muy, muy tenso, los dos se miran. Y sus novios los miran.