27 - Giggly

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Un beso risueño.

En verano, Jiang Cheng hace natación.

Y en invierno también. Y, en realidad, en cualquier momento en el que tenga un rato libre, porque nadar le gusta y le relaja casi tanto como follar. Pero es en verano, cuando la universidad cierra por fin y sus novios están (o no) de vacaciones, cuando más tiempo tiene para poder ir a echar unos largos a la piscina municipal. Pasa nadando como mínimo una hora cada mañana, y luego vuelve a casa con el pelo todavía mojado en las puntas, porque no viven muy lejos, después de haberse tomado un café o un batido de frutas de camino. Esa mañana, cuando vuelve, además de un café grande han caído también unas cuantas galletas de chocolate. Sin embargo, cuando llega a casa eso no evita que Nie MingJue le reciba desde la cocina... ofreciéndole comida.

(Desde hace unos meses se ha picado con Jiang Cheng, en el buen sentido, porque dice que él también quiere aprender repostería, así que ahora los cuatro novios tienen el doble de bizcochos. Unos son maravillosos, esponjosos y ligeros, como siempre han sido. Convencen a Meng Yao de que ser novio de Jiang Cheng le renta por la comida, y no porque le quiera un poco o bastante ni nada parecido. Pero los otros... bueno, los otros hay que hacer esfuerzo para tragarlos, y eso que los cuatro tienen sobrada experiencia en tragar cosas que uno no debería tragarse.)

(Pollas.)

-¿Te apetece un trozo, preciosidad?

Jiang Cheng mira en dirección al bizcocho con asustadiza curiosidad. No tiene mala pinta, pero eso nunca implica nada. Los bizcochos de Nie MingJue —a diferencia de los suyos en los que la apariencia es lo de menos— siempre tienen buen aspecto. Otra cosa luego es que sean comestibles, que no pasa siempre.

-¿De qué esta vez?

-Yogur y limón. Y creo que me ha quedado bastante bien.

Jiang Cheng le lanza una mirada al salón, al sofá, en busca de una confirmación. En realidad, a su tercer novio, que está ahí tumbado, en pantalones cortos haciendo como que lee algo en su móvil. Bien sabe que no. Meng Yao nunca le quita el ojo de encima cuando vuelve de la piscina o del gimnasio, porque le gusta ir con mallas negras muy ajustadas. Esos pantalones están siendo uno de sus mejores argumentos para convencerle de que se apunte con ellos. Desde su posición, el ayudante de doctor se encoge de hombros. En su lenguaje secreto eso es un "no lo hagas".

-No, gracias, ya he almorzado.

-Oh, vamos, dale una oportunidad. -Pide Nie MingJue mientras sale de la cocina por el lado de la barra-. He cargado bien de azúcar esta vez.

-Siempre te pasas. Y te lo he dicho, ya he comido algo.

-Bueno, nunca viene mal algo más para engordarte el culo.

Y, al hablar, deja caer una palma abierta directamente sobre su trasero. El azote resuena por toda la habitación, Meng Yao se relame los labios y el recién llegado da un respingo mientras intenta ignorar ese repentino tirón de interés en el estómago. ¡Siempre le pasa lo mismo! ¡Se excita demasiado rápido con los azotes de MingJue!

Pero, en vez de admitirlo, le fulmina con la mirada.

-¿No decías que tenía un culazo?

-Y lo tienes, baobei. -Aunque los motes cariñosos ya no sirven. Jiang Cheng le hace una peineta y se escapa antes de que Nie MingJue logre atraparle en un abrazo, porque sabe que como lo consiga no habrá manera de huir de allí con la ropa puesta. Desde el sofá, Meng Yao no les quita ojo, pero no dice nada-. Pero un poco más nunca sobra. Nunca son demasiadas carnes para estrujar.

-¿Por qué siento que solo quieres convertirme en tu pelota antiestrés?

-Porque me vendría de maravilla. -Se burla el abogado, divertido cuando su novio pone los ojos en blanco y su otro novio (el que intenta hacer como si disimulase pero no le sale) enarca una ceja-. Aspiro a que esas nalgas abarquen toda mi polla cuando te la ponga encima.

77 kisses [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora